@GloriaCoLatino
El lento andar de una pareja de bueyes que halaban una carreta con un ataúd sencillo de pino y colmado de flores amarillas marcó la despedida de Alejandro Cotto, doctor “Hijo de Suchitoto” y referente cultural salvadoreño, shop reconocido internacionalmente por su fimografía.
Con un cielo nublado y plomizo que anuncia una lluvia inminente, medical la colonial Suchitoto dio el último adiós a uno de sus más prestigiados hijos. Al final de la calle empedrada 15 de septiembre se llega a un portón de madera, que conduce de inmediato, a la Casa Museo de Alejandro Cotto; aunque su sobrino Edwin Martínez, comentó, que al escritor le gustaba más llamarla, “La Casa de los Recuerdos de Alejandro”.
“Como él había viajado tanto consideró que su casa no podía ser, ni una fracción de un museo a los que visitó en Europa -lo que ocurrió es que la gente lo bautizó así- pero para él era la Casa de los Recuerdos de Alejandro -todo lo que ve aquí- son sus más queridas y atesoradas remembranzas”, relató.
Edwin, radicado en San Francisco, California, es un funcionario administrativo de un distrito escolar -quien afirmó- que siempre tuvo como un referente moral y ético a su tío Alejandro, al que llamaba “papá”, ríe al recordar las “regañadas memorables”.
“Le encantaba que las cosas quedaran muy bien -como a él le gustaba-. Una vez, cuando tenía 14 años, vine con otro primo a preparar el nacimiento en su casa y habíamos terminado, cuando llegó y nos dijo que no le parecía y que lo volviéramos hacer … se sentó con nosotros ayudándonos, siempre fue un espíritu incansable”, narró.
Alejandro Cotto, reconocido como un brillante cineasta, escritor, filósofo, publicista y compositor fue un referente cultural en su natal Suchitoto (Ciudad Pájaro Flor) y fue objeto de distinciones como el entregado por la Asamblea Legislativa el 12 de noviembre de 1992, cuando lo designó
“Hijo Meritísimo”.
Hombre de mundo y docto en las artes comprometió su vida a trabajar por engrandecer a su amada ciudad a la que escribió su himno; se guió por una línea de vida de honestidad y convencido de un futuro mejor para el país.
“Estuvo en desacuerdo que me fuera del país, siempre me dijo que aquí podía desarrollarme y trabajar con mis talentos -me dijo que era un diamante en bruto y que podía pulirme (ríe) pero me alejé por la guerra y luego, él mismo me decía, hijo, no venga, está peligrosa la carretera, nos mirábamos en San Salvador… son veinticinco años de no estar en mi tierra, pero sigo añorándola, como sus consejos”, expresó.
Como muchos migrantes, Edwin llegó a Estados Unidos sin hablar inglés, por lo que optó por trabajos sencillos como lavar platos y baños; ahora trabaja para un Distrito Escolar a nivel administrativo que le permite un mejor nivel de vida, como le aconsejó su tío Alejandro de involucrarse en los estudios.
“Hay personas que marcan la vida de uno, y mi tío fue el mío… yo nací en el campo y la mayor aspiración era llegar a sexto grado, pero cuando lo conozco me habló de opciones de carreras, de universidades y le digo -sabe papá, quizás me meta a militar, y me respondió de inmediato, ni se te ocurra loco- habló de otras carreras, pero me aclaró que tenía que sacrificarme para alcanzar la metas.. debes tener sueños y convertirlos en realidad”, le recomendó.
Alejandro Cotto nació el 13 de noviembre de 1928, y a lo largo de su vida acumuló un trabajo importante como cineasta realizando varias películas en México y participó de varios festivales como el de Berlín, Alemania (1961); Bilbao, España; Mar del Plata, Argentina y Bogotá, Colombia.
Edwin Arévalo, cineasta salvadoreño, realizó el documental “Alejandro Cotto Memorias”, una compilación de sus producciones: “El Rostro”, “Un Camino de Esperanza, “El Carretón de los Sueños” y el “Universo Menor”. Mientras, en el país le fue otorgado el Premio Nacional de Cultura en 1997, por su quehacer en la cultura del país.
El conocido Teatro Las Ruinas de Suchitoto que desde el año 2013, se llama “Teatro Alejandro Cotto”, ha dado abrigo a cientos de ediciones del Festival Internacional Permanente de Arte y Cultura de Suchitoto, que fue entregado por Cotto al Patronato Cultural de la ciudad.
Mientras, la hermosa casa colonial de tres manzanas y media llena de los recuerdos de Alejandro Cotto entre pinturas, fotografías, escritos y objetos, a los que se suman sus jardines, fuentes de piedras y miradores serán administradas por el Centro Cultural El Salvador – Estados Unidos.
“Ahora, en esta esquina (del jardín principal) a cien metros del mirador del lago Suchitlán donde tantas veces nos sentamos a beber una copa de vino y hablar de arte, letras,cultura, política… será para siempre su hogar… Alejandro Cotto fue un gran ser humano, un creyente de la fuerza del conocimiento, un espíritu soñador que llevó siempre a Suchitoto dentro de su alma”, manifestó.