Por Daphne Rousseau
Berlín/AFP
Las relaciones entre Alemania y Turquía volvieron a tensarse este miércoles luego de que el ministerio de Relaciones Exteriores en Berlín convocara al embajador turco para exigir la liberación de un defensor alemán de los derechos humanos detenido desde el 5 de julio.
«Estimamos necesario que el gobierno turco comprendiera inmediatamente y directamente la indignación y la incomprensión del gobierno alemán» ante la detención de Peter Steudtner, declaró el portavoz del ministerio, Martin Schäfer.
En la víspera, la justicia turca decidió mantener en detención a Peter Steudtner, un conocido defensor de los derechos humanos alemán detenido junto a ocho activistas turcos y otro sueco el 5 de julio pasado.
Entre los detenidos figura la turca Idil Eser, directora de la sección de Amnistía Internacional en Turquía.
‘Acusaciones absurdas’
La fiscalía los acusa de delinquir «en nombre de una organización terrorista sin pertenecer a la misma».
Esa acusación se refiere en forma indirecta a la organización del predicador Fethullah Gülen, autoexiliado en Estados Unidos, acusado por Ankara de instigar el golpe de Estado frustrado de hace un año atrás, o a los separatistas kurdos del Partido de los Trabajadores de Kurdistán (PKK).
Alemania dijo que estas acusaciones eran «absurdas».
El portavoz de la canciller Angela Merkel, Steffen Seibert, previno por su parte a Turquía que no podía esperar ningún avance en las negociaciones de adhesión a la Unión Europea (UE) si las cosas siguen así.
Alemania dramatizó el pulso con las autoridades turcas, anunciando que el ministro de Relaciones Exteriores, Sigmar Gabriel, interrumpió sus vacaciones y convocó para el jueves una reunión a fin de analizar las «acciones y medidas a tomar» frente al deterioro de las libertades públicas en Turquía.
En total nueve alemanes, cuatro de ellos turco-alemanes, se encuentran detenidos en Turquía desde el intento de golpe de Estado del 15 de julio de 2016 contra el presidente Recep Tayyip Erdogan, indicaron las autoridades alemanas.
En primera fila figura Deniz Yücel, un periodista germano-turco, corresponsal en Turquía del diario alemán Die Welt, detenido desde hace casi cinco meses en condiciones de aislamiento sin haber sido acusado de ningún delito concreto.
Alemania y Turquía, países históricamente cercanos debido a la presencia en territorio alemán de tres millones de turcos, la diáspora turca más numerosa del mundo, se encuentran inmersos en un contencioso diplomático cada vez más tenso.
Visitas prohibidas
La escalada comenzó en 2016, cuando un programa satírico de la televisión alemana que se burlaba del presidente turco provocó la furia de Erdogan.
Poco después el Parlamento alemán votó una moción que condenaba el «genocidio» de los armenios en Turquía a principios del siglo XX.
Y luego llegaron las críticas alemanas contra la purga masiva lanzada por Erdogan después del fracasado golpe de estado.
Esa situación llevó a que Alemania prohibiera a varios responsables turcos hacer campaña en Alemania a favor del referéndum constitucional que reforzó los poderes del presidente turco.
En represalia, Erdogan acusó a Alemania y a Europa de prácticas dignas del «nazismo» y tiempo después prohibió que los diputados alemanes pudieran visitar la base militar turca de Incirlik, lugar donde se alojaban los militares alemanes que participan en misiones de apoyo a la coalición internacional que lucha contra el grupo yihadista Estado Islámico (EI) en Siria e Irak.
Alemania, país para el que esas visitas son obligatorias ya que su ejército está estrictamente controlado por el Parlamento, decidió transferir sus militares a Jordania.
Turquía acaba de echar más leña al fuego, prohibiendo una visita similar a los soldados alemanes estacionados en una base de la OTAN en su territorio, dándole a la crisis una dimensión internacional.
Esta tensión puede llevar a que el gobierno turco active una palanca que muchos temen, la del acuerdo sobre migración firmado entre Turquía y la Unión Europea para frenar el flujo de migrantes de Oriente Medio desde el territorio turco.
En varias ocasiones, Turquía amenazó, sin concretar la amenaza, con volver a dejar pasar a los migrantes, lo que podría crear una nueva crisis migratoria en la UE, similar a la de 2015.