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Alemania se protege de las masivas inversiones chinas en sus empresas

Por Isabelle Le Page

Berlín/AFP

El gobierno alemán adoptó este miércoles un decreto para reforzar las reglas sobre inversiones extranjeras en sus empresas consideradas estratégicas, en un contexto de desconfianza de las inversiones chinas en Europa.

«Seguimos siendo una de las economías más abiertas del mundo, pero también velamos porque las condiciones de la competencia sigan siendo justas», dijo la ministra de Economía socialdemócrata Brigitte Zypries en un comunicado.

Aunque no se cita ningún país en particular, China está en el punto de mira, en un contexto de preocupación por el «expansionismo chino», en palabras de la canciller alemana Angela Merkel.

En Alemania, cualquier inversión superior al 25% del capital de una empresa por parte de una compañía extranjera -es decir de fuera de la Unión Europea (UE) o de la Asociación Europea de Libre Cambio (AELC)- debe ser supervisada por el ministerio de Economía.

Se trata de verificar si la transacción es susceptible de atentar al orden público o a la seguridad del país.

Pero ante el número creciente de compras de empresas, que además son «cada vez más complejas», Alemania considera indispensable «adaptar las modalidades de proceso de revisión», explicó el ministerio de Economía.

El gobierno alemán quiere así prorrogar de dos a cuatro los meses para estudiar las ofertas de compra de empresas extranjeras. Además extenderá las empresas que puede evaluar a las de servicios o a los fabricantes de programas informáticos en sectores estratégicos, como las redes eléctricas, las centrales nucleares, el suministro de agua, las redes de telecomunicaciones,

los hospitales o los aeropuertos.

Teniendo en cuenta que las compañías alemanas se enfrentan a inversores de países cuya economía «no es tan abierta como la nuestra», las medidas de este miércoles permitirán, según la ministra, «una mejor protección y mayor reciprocidad».

De manera menos diplomática, el secretario de Estado Matthias Machnig afirmó en un artículo en el periódico Süddeutsche Zeitung que «es cierto que somos una economía abierta pero no somos inocentes».

Divergencias en la UE

En 2016, Alemania y la UE no lograron frenar la compra de Midea, un fabricante alemán de maquinaria, por parte del grupo chino de electrodomésticos Midea por 4.600 millones de euros, una transacción que también implica la transferencia de tecnología.

Por su parte, la compañía Aixtron escapó ‘in extremis’ a ser comprada por el fondo de inversión chino Grand Chip gracias al veto de Estados Unidos, que quería evitar el uso militar de algunos de los productos de la empresa.

Las compañías alemanas no sólo interesan a los chinos. El constructor de vehículos eléctricos estadounidense Tesla compró Grohmann el año pasado, una empresa especializada en robotización, que trabaja para constructores alemanes como Daimler o BMW.

En este contexto, Merkel fue una de las primeras en apoyar la propuesta del presidente francés Emmanuel Macron, que quiere dar más poder a Bruselas para controlar las ventas al extranjero de compañías de la Unión Europea (UE) en sectores estratégicos.

Sin embargo esta idea no gusta a países como Portugal, Grecia o España, que temen que frene las inversiones chinas en sus economías, sobre todo en el sector de los servicios.

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