Rolando Alvarenga
@DiarioCoLatino
Cuenta la historia que hace cientos de años atrás, cuando los soldados volvían de la guerra a la patria, ya fuera triunfantes o medio muertos, las máximas autoridades y el pueblo los recibía con todos los honores. Había ruidosas fiestas protocolares con aguas locas y comida para todos durante varios días. Con agradecimiento y honor, eran elevados al estatus de “Héroes de la Patria” con todas las prestaciones que eso implicaba y el pueblo les quedaba eternamente agradecidos por haber ofrendado sus vidas.
Es justo lo que en tiempos modernos y sin necesidad de una guerra, lo que tendría que hacer la cúpula del INDES en el caso de la almirante, Alfa Karina. Sería lindo organizar una ruidosa caravana azul y blanco, con mariachi, batucada y arreglos florales incluidos, ir sorpresivamente a recibirla al aeropuerto. De ahí trasladarla a la Plaza del Divino Salvador del Mundo para entregarle la máxima condecoración y de paso, un generoso cheque de cinco dígitos para ayudarle a amortiguar la gran deuda contraída.
Sería algo digno y un tremendo boom de esta gestión INDES que vive días felices y de vacas gordas en la conducción deportiva. Un premio y reconocimiento más que merecido para la intrépida montañista que por poco no sobrevive para contar el cuento y que con sudor helado y lágrimas, dejó alma, vida y corazón en el Everest.
Mucha gente con sus oraciones y solidaridad espiritual, terminó siguiendo el calvario de la chica del cabello amarillo y piel blanca, quien en los momentos cruciales se careó con la muerte y superó la prueba letal. Conociéndola como la conozco, no me cabe la menor duda que más que nadie, para ella el no poder sembrar el pabellón nacional sobre el Everest fue un golpe integral. ¡Gracias Karina, gracias Dios mío!