Rolando Alvarenga
@Bachiboxx55
La montañista salvadoreña Alfa Karina Arrué conquistó, recientemente, la Montaña Aconcagua, situada a casi 7 mil metros sobre el nivel del mar y en la jurisdicción de Mendoza, Argentina. Una misión que, lejos de ser un paseo de campo, fue toda una pesadilla con temperaturas que llegaron a marcar los -40 grados y que, varios días después, mantuvieron congelados los pies de la carismática atleta de este deporte extremo.
-¿Cómo estuvo esta nueva e intrépida experiencia y en cuántos días sintió que tocó el cielo?
Mi meta era lograr la cumbre y gracias a Dios que la montaña me permitió cumplir el objetivo para el cual me preparé intensamente durante unos seis meses. Tardamos en subir ocho días y bajamos en tres.
-¿Cuál fue la sustancia y adrenalina vivida durante los casi 7 mil metros?
Bueno, debo ilustrar que esta fue una expedición pura de montañismo o, en otros términos, una expedición de esfuerzo personal, llevando toda la carga, sin conocer la montaña y sin guías, esperando la bondad de la montaña. También existe el turismo de montaña en donde uno paga para que le lleven el equipo, pero esta vez no fue así.
-¿Cómo se siente estar allá arriba, entre las nubes?
Es algo indescriptible estar entre las nubes. Eso sí, a partir de los 6 mil metros el cuerpo ya no se recupera y, aunque uno descanse y duerma, despierta cansado por la falta de oxígeno. Entonces, se libra una lucha constante con la mente, con el cuerpo, con los ánimos, porque físicamente uno puede estar bien, pero los ánimos se pueden ver afectados. Pero eso no evita disfrutar el momento.
-¿Experimentó al descender algunas consecuencias físicas, producto del extremo esfuerzo?
Sí, efectivamente, por la falta de agua en las alturas, y además el frío, se me produjo un congelamiento en los pies y así tuve que pasar por los aeropuertos de Chile, Panamá. Al llegar aquí (El Salvador), fui auxiliada con una silla de ruedas y estuve una una semana en reposo porque no podía caminar, a causa de este congelamiento temporal.