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Alfa Karina ascenderá y bajara con un traje de 20 libras y una maleta de 30 libras. Le acompaña la fitness Lorena Menjivar. Foto Rolando Alvarenga/Diario Co Latino

Alfa Karina parte hoy a su prueba de fuego de más de 17 kilómetros

Rolando Alvarenga
@DiarioCoLatino

Con un traje tipo espacial de 20 libras, una maleta de 30 libras, tres pares de zapatos especiales, costeándose el mayor porcentaje para ir por el sueño de su vida y muy emocionada de ser la primer mujer salvadoreña en intentar ascender y descender sana y salva del Monte Everest, Alfa Karina Arrué viaja hoy rumbo al epicentro de su misión, en Nepal-China, para someterse a la prueba de fuego de su vida deportiva en una misión de 64 días. 

Un desafío que, de acuerdo a wikipedia (la enciclopedia liber universal), comprende más de 17 kilómetros, a partir de que el citado monte mide 8,849 metros de altura sobre el nivel del mar por lo que una misión de ida y vuelta implica 17,698 metros. Por tal razón, el Banco Internacional la presentó el viernes anterior en una conferencia de prensa de despedida y para transmitirle buenas vibras. Impresionante presentación estelar que estuvo a cargo de la periodista y fitness, Lorena Menjívar.

-¿Qué es lo más emocionante de esta aspiración, podría morir en el trayecto o nadie ha muerto en este tipo de misiones al Everest?

Sí, eso es un riesgo del deporte en sí y es una posibilidad, porque a través del tiempo y por inexperiencia, varios han muerto en el descenso.

-Es una misión muy dura, de alto riesgo, ¿en qué descansa su confianza en poder lograr esta hazaña sin precedentes?

En Dios y en haber tenido una gran preparación durante seis años, subiendo montañas arriba de los cinco mil y seis mil metros con diferentes condiciones climatológicas adversas, similares a las del Everest para acostumbrar a la mente y al cuerpo. La idea ha sido que al enfrentarme a estas condiciones mi mente no se asuste, ni quede en shock. Que siempre se mantenga fría y preparada para enfrentar este reto.

-¿Cuál es lo básico y esencial en el intento de esta exigente misión?

No parar, no parar por muy despacio que vaya transcurriendo la travesía. Hay que tener valor, espíritu y coraje al enfrentar el miedo a la cara para seguir adelante. El mantener la autoconfianza y confianza en los elementos, en la montaña durante todo el trayecto hasta superar esta prueba tan grande.

-¿Qué hay sobre “la esquina de la muerte”, “la curva de la muerte” o algo así de mortal?

Es la “zona de la muerte” que en el Everest se encuentra arriba de los ocho mil metros sobre el nivel del mar. Se llama así porque cuando usted pasa esta barrera hay muy poquísimo oxígeno. Entonces las células del cuerpo empiezan a morir por falta de oxígeno y por eso uno no puede estar allí más de 24 horas. Lo mismo al hacer cumbre y por esta factor, uno no puede estar más de quince minutos en la máxima altura del Everest.

Tras lograr la cumbre, ¿qué sabe sobre el descenso?

Es lo más importante, porque tengo entendido que la mayoría de muertes que han ocurrido en este Monte se han producido en la bajada por diferentes causas o circunstancia, incluso inexperiencia y conocimientos vitales de los que han intentado completar el descenso de los más de ocho mil metros de altura.

-¿Por qué tan pocos minutos sobre la cumbre y qué hace en tan poco tiempo?

Por la falta de oxígeno, la presión atmosférica, la fuerza del viento y otras condiciones propias experimentadas a una altura de casi nueve mil metros. De lo contrario, se corre el riesgo de quedar allí para siempre. En esos minutos el montañista siembra el pabellón nacional, -que en mi caso me lo entregó el miércoles anterior el presidente del INDES- y también un aporte económico estatal, que agradezco mucho. Además, estando en la cumbre se toman varias fotos y de nuevo para abajo.

-Al hacer cumbre, o plantará el pabellón salvadoreño o…?

No, también llevo y colocaré un símbolo que dice “Gloria a Dios” porque sí lo logro será por bendición de Dios y un acto simbólico de gratitud y agradecimiento a nuestro Señor por darme la gracia, bendición y fuerzas para realizar y completar esta misión.

-Estamos hablando de un sacrificio al máximo. Al final, ¿cuál es la recompensa y satisfacción?

Disfrutar y vivir la experiencia al máximo desde el mismo momento en que uno se propone el desafío de lograr subir y bajar los más de ocho mil metros del Everest. En este objetivo he pasado y superado cualquier cantidad de pruebas y obstáculos personales y económicos para estar a las puertas de esta gran experiencia de mi vida.

-¿Ha soñado o ha tenido pesadillas con respecto al desenlace de esta obsesión?

Pesadillas no. He tenido sueños y me he visualizado muchas veces llegando a la cumbre. En mi caso, cada vez que he visto a alguien llegando a la cumbre, he llorado irremediablemente. No se sí en otra vida yo estuve allí o nací allí, pero, lloro, lloro.

-Me partió el alma el desenlace de su misión al Aconcagua, de casi siete mil metros en Argentina, realizada en febrero del 2017, en síntesis, ¿qué pasó?

Pasó que después de tantos días terminé con los pies congelados por no haber llevado las botas adecuadas para esa altura. Sufrí otras congelaciones y estuve una semana sin poder caminar. Me tocó “resetear” mi cuerpo, pero ¡que alivio! y ¡que cambio! Se siente al ingresar al espacio aéreo salvadoreño. Doy gracias a Dios de vivir aquí, con este clima tan privilegiado que tenemos.

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