Caralvá
Fundador
Suplemento Tres mil
De Ediciones La Fragua, San Salvador, 2016. 51 p. es una constante de poesía que recuerda el tema clásico de Dios y la Humanidad, en nuestra realidad salvadoreña la preguerra, la guerra y Acuerdo de Paz han significado la lectura literaria de diversos tonos que traducen los motivos del autor, es la historia social la predominante en las expresiones artísticas, así los años setentas y ochentas mostraron el rostro de la sangre, la violencia extrema, de igual forma su contraparte: sublime, heroica, fraternal; uno podía observar en los actores esas características humanizadas, aterrizadas en personas, encarnadas en seres humanos que sin pronunciar palabra eran conceptos históricos-sociales-religiosos, ellos no mentían.
Cada persona lee lo que quiere leer, así en el libro Prodigiosa blasfemia el concepto Dios es una constante, desde su inicio la cita de Mario Benedetti, (Si Dios fuera mujer): “ Ay Dios Mío, Dios Mío si hasta siempre/ y desde siempre fueras una mujer/ Qué lindo escándalo sería, que venturosa,/ espléndida inagotable, prodigiosa blasfemia”… nos permite visualizar el conjunto de la obra, en el tiempo que vivimos después de 25 años del Acuerdo de Paz, el signo del caos se pronuncia en la guerra civil, otro demonio es la posguerra y la nueva realidad, demandando una estabilidad aún no encontrada en el año 2017. Los capítulos del texto son relevantes: De dioses ángeles y demonios, ritual del amor, conversaciones con fantasmas y las arenas del tiempo, constituyendo un sistema de 32 poemas.
Un libro de esta naturaleza constituye un intento de cerrar todas las heridas del violento pasado, sin olvidar el surgimiento de nuevos fenómenos: “Es un San Salvador hormiguero que va y viene/esquivando las maras del crimen voy de camino” (Tesis de mi sombra que vaga)… versos que atrapan la nueva realidad.
La demanda a Dios me recuerda a Dámaso Alonso en su libro: Hijos de la ira, con el poema Insomnio: “Madrid es una ciudad de más de un millón/ de cadáveres (según las últimas estadísticas)/ A veces en la noche yo me revuelvo y me/incorporo en este nicho en que hace/ 45 años me pudro,/ y paso largas horas oyendo gemir el huracán,/ o ladrar los perros, o fluir blandamente la luz/ de la luna./ Y paso largas horas gimiendo como el huracán, /ladrando como un perro enfurecido,/fluyendo como la leche de la ubre caliente/de una gran vaca amarilla./Y paso largas horas preguntándole a Dios,/ preguntándole por qué se pudre lentamente mi alma,/… así como Dámaso Alonso, Alfonso Velis insinúa: Y Dios no responde… “¡Santo Cielo! ¿Dios? ¿Por qué no haces nada? ( A lo Quijote)”, es la misma desesperación humana de la guerra y ahora en los años de estabilidad democrática, aún existe violencia, desigualdad, injusticia en la nación y en el mundo.
El exilio interno continúa en el poeta, las noches de frío, la indiferencia metálica, la nostalgia de la tierra tropical en medio de otra nación glacial, “Todo es blanco con la nieve/ la tormenta cubrió las ventanas/ Prados aceras en London/ Mientras en mi país todo es verde/ (A alta hora de la noche),” es un ajuste de cuentas entre las realidades: interna, externa, social e histórica, pero acepta su destino combatiente: “Y uno quisiera que nadie sufriera/aquí se aprende a vivir por nada/o se aprende a morir por algo…(Estoy poblado de gritos).