MSc. Tito Alfredo Jacinto Montoya.
(Catedrático de la Universidad de El Salvador).
El concepto de salario justo presupone un absurdo capitalista: la finalización del régimen del capital mismo. Como sabemos, sovaldi los medios de producción que son objetivación de un trabajo anterior, here implican la inclusión de un valor que les ha transferido dicho trabajo vivo que se ha ejercido en su producción. Pero dicho valor, presente como sustancia en el medio de producción, únicamente se transfiere, en el proceso productivo capitalista, a la mercancía. Nos encontramos en la presencia de un proceso permanente de transferencia de valor, pero no de producción de valor. Los medios de producción no pueden transferir a la mercancía más valor del que ya poseen como sustancia suya. Por lo tanto los medios de producción no son el elemento de la composición orgánica de capital que crea plus valor. Por otra parte la fuerza de trabajo, en el proceso productivo capitalista, valoriza la mercancía producida en un doble sentido: por una parte transfiere el valor que posee como cualquier mercancía en el mercado capitalista; pero además produce un nuevo valor que va más allá del valor socialmente necesario para su reproducción como fuerza de trabajo, no como ser humano. Por lo tanto, el plus valor que produce la fuerza de trabajo en el proceso de producción es valor no pagado; el capitalista únicamente paga el valor socialmente necesario para la reproducción de la fuerza de trabajo como fuerza de trabajo, esto está matemáticamente calculado: es el concepto de salario mínimo. De ahí que el concepto de “salario justo” implicaría que el capitalista le pagara a la fuerza de trabajo todo el valor producido: tanto el valor socialmente necesario para su reproducción, como el plus-valor. Pero entonces ya no habría producción de plus valor, como valor no pagado para poder desarrollar el proceso de “reproducción ampliada de capital”, sencillamente ya no sería posible la producción de valores como capital. Y entonces el capitalismo como régimen de producción habría llegado a su fin.
Todo ello significa que no puede haber producción ni reproducción de capital y salario “justo”. Esto implica que cuando los trabajadores, sin saberlo, piden al patrono un “salario justo” en el fondo lo que están solicitando es la finalización del régimen de producción capitalista, y por tanto la destrucción del Modo de Producción Capitalista. De la misma forma, cuando los trabajadores solicitan a los patronos la actualización de sus salarios bajo el criterio técnico de que dicho salario se corresponda con el Índice de Precios al Consumidor (IPC), según la canasta ampliada de las mercancías que son necesarias para su reproducción como fuerza de trabajo, no hacen más que caer en el espejismo burgués de que es posible una solución a la problemática salarial dentro de los marcos del régimen de dominación y explotación capitalista. Los conceptos de “salario mínimo” e “índice de precios al consumidor” no son científicos, sino ideológicos, porque buscan fijar el mínimo necesarios para la reproducción de la fuerza de trabajo, no como seres humanos con dignidad, sino como factores que entran en el proceso de producción y reproducción de capital, es decir como mercancías, como mano de obra, como fuerza de trabajo. Hay aquí claramente un elemento de deshumanización de las personas en la manera cómo la ideología burguesa conceptualiza el carácter de justicia de la reproducción de las personas en el régimen capitalista. El trabajador no es visto como persona humana, sino únicamente como mercancía, que se compra y se venden en el “mercado laboral”.
Esta forma de ver las cosas indica: a) la falta de conciencia de clase por parte de la clase trabajadora, que pierde de vista el objetivo estratégico al que estructuralmente están obligados: la destrucción revolucionaria del modo de producción capitalista y la construcción de una sociedad sin clases sociales; b) indica además, un tipo de praxis reivindicativa de parte de los trabajadores que, en el fondo, no hace otra cosa más que garantizar la reproducción ampliada de su enemigo de clase, la clase capitalista; c) la reivindicación de un “salario justo” supone, en buena lógica, que es posible encontrar justicia al interior de la lógica del capital, del derecho burgués, ello los arrastra a una postura totalmente reformista y al abandono del cuestionamiento revolucionario.