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ALGUNAS APROXIMACIONES A LAS EVOCACIONES ESPIRITUALES DE JUAN COTTO EN SU LIBRO “CANTOS DE LA TIERRA PROMETIDA”

Luis Alfredo Castellanos,

Escritor

A manera de introducción.

Juan Cotto es un escritor  nacido en  Suchitoto el  8 de enero de 1900, pero su mayor actividad la realizó en México, considerado como poeta y periodista en la nación azteca.  Esto de por sí ya es una curiosidad que lo vuelve singular, que un salvadoreño, para más señas, suchitotense, obtenga el reconocimiento y el aprecio de intelectuales de la época en el país del norte, es algo que debería formar parte de una categoría especial en el listado de autores nacionales. Y si a esto agregamos que su único libro en mención lo publicó inicialmente la Universidad Autónoma de México (UNAM); y  prologado por José Vasconcelos, filósofo, político y escritor, el asunto ya reviste de una singularidad sobrada.

Pero eso no es todo. Cotto, con su único libro forma parte del grupo exclusivo de autores que conocieron el éxito a través una obra, tal y como la historia lo registra con escritores como: Juan Arcipreste de Hita (“El libro de Buen Amor”), Margaret Mitchell (“Lo que el viento se llevó”), Emily Bronte (“Cumbres Borrascosas”),  entre otros. Éxito que puede evidenciarse en que el texto de Cotto fue editado en 1940, luego otra,  quince años después,  y finalmente en 1997, el Consejo Nacional para la Cultura y el Arte, lo publica como el volumen 13 de la Biblioteca Básica de la Literatura Salvadoreña (BB), una colección que se hizo bajo los auspicios de la Dirección de Publicaciones e Impresos (Dpi) en Costa Rica. Para sumar más datos  a  la importancia del trabajo de este poeta, el siguiente hecho. Cañas Dinarte (2002) presentó el Diccionario de autoras y autores de El Salvador, en el que se incluyen las biografías de  ochenta y seis escritores, pero de ese universo vario pinto, solamente treinta tienen el privilegio de formar parte de la BB de la Dpi.

Sobre el libro.

“Cantos de la tierra prometida” es un texto que reúne treinta y cuatro poemas y todos comparten la característica de estar dedicados a sus amistades mexicanas: escritores, académicos, políticos y diplomáticos. La temática es variada, desde  el paisaje, la amistad hasta los temas de corte espiritual que son los de interés para este estudio. La relevancia de este enfoque es que de la totalidad de los escritos, cerca del 20 % tienen rasgos del reconocimiento de una fuerza sobrenatural y superior. El tema tiene una presencia significativa en el imaginario del cuscatleco que no debería pasar desapercibido.

Sin embargo, a pesar que ha sido reseñado por Escobar  Galindo (1994) y Gallegos Valdés (1989), ambos sostienen  en sus comentarios las apreciaciones que Vasconcelos externó para la edición príncipe del libro y vale agregar  que,  el mexicano tampoco reparó en esta veta del compatriota. No obstante, aparte de las palabras de Vasconcelos, la publicación de la UNAM incluyó la participación del poeta Antonio Caso, quien en una “Nota Crítica” externa su aprecio y deseo por considerarlo “mexicano”, aunque reconoce su nacionalidad y pueblo de origen y le distingue una serie de influencias en sus composiciones como las de Juan Ramón Jiménez y Gutiérrez Nájera. Pero tampoco vio lo religioso que Cotto podía contener en sus poemas.

Y la edición de su trabajo en 1997 no abona a la exploración de su obra, debido a que la Dpi incluye como presentaciones,  las páginas de Vasconcelos y Caso de la impresión de 1940.

Sobre los poemas.

La orientación espiritual  de Cotto en sus escritos puede estar motivada  en una de sus actividades,   posiblemente en  su colaboración con el diario católico El Tiempo, entre 1928 a 1933 (Cañas Dinarte, 2002). Y aunque el tema se puede prestar para redimensionar la poesía de Cotto bajo una arista mística, prefiero, al escribir de De Santiago (1998) utilizar una categoría que él utilizó como un apartado de la introducción de su antología, “el siglo XX, una poesía cargada de inquietud religiosa”, esta es la idea que mejor puede expresar los impulsos artísticos del poeta al abordar aspectos espirituales como ejes en la descripción de la naturaleza, la humanidad y los sentimientos, desde un plano terrenal que tiene presente lo celestial, como las dos caras de una moneda que no pueden divorciarse.  Veamos a continuación,  los ejemplos que prueban esta preocupación religiosa de Cotto.

En el poeta hay un aprecio por  el paisaje que lo lleva a singularizar uno de los elementos y a mostrar en tono suplicante al Creador la oportunidad de metamorfosearse en ese objeto descrito:

“Hazme como él, Señor,

¡todo fragancia!

de la raíz ansiosa a la alta rama

por donde da su corazón al viento”

(Como el pino, p. 18)

El reconocimiento tácito de un obrador en la naturaleza es lo que lleva al bardo a solicitar su intercesión a cambiarse en el pino, debido a que:

“…en él cantan los pájaros

la exaltada canción de tu alabanza.

Hazme como él, Señor…”

(Ídem)

Más adelante, Cotto nos conduce a un texto en el que manifiesta su gratitud y en este caso no solicita o pide, como en el ejemplo anterior. Hoy el poeta da las gracias y no a la vida o a la naturaleza como un ser independiente, sino relacionado y dependiendo de un ser superior:

“Porque hay un canto en los más altos árboles

Porque está la creación abriendo rosas

Porque yo soy un juego de tus manos

¡Gracias te doy, Señor!”

(Acción de Gracias, p. 21)

Las celebraciones más significativas para el cristianismo, como es la natividad y su personaje central, también ocupan un espacio de meditación en el poeta y ello es mostrado en el siguiente texto:

“Finos bucles tiene el niño,

¡lirio es su mano en la luz!

En la rosa de los vientos

Se ha de oír su dulce voz”

(Villancico de Navidad, p. 22)

Es muy conocido que hablar de mística es referirse también a un período de la literatura española de finales del siglo XVI que tiene entre sus finalidades forjar una comunicación con Dios. Fray Luis de León plantea sobre el comunicar o comunicarse con el creador lo siguiente:

“¿Quién puede hablar, como es justo, de Ti? Luce, pues, oh solo verdadero sol, en mi alma, y luce con tan gran abundancia de luz, que con el rayo de ella juntamente, mi voluntad encendida te ame,  y mi entendimiento esclarecido te vea, y enriquecida mi boca te hable y pregone, si no como eres del todo, por lo menos como puedes de nosotros ser entendido” (De Santiago, 1998).

Cotto comparte la experiencia que se ha comunicado con Dios, y aunque no adjetivase elegantemente la expresión, no está demás enfatizar en lo franco y directo que resulta esa comunicación:

“Dios no me lo ha prohibido.

Ni siquiera

La serpiente de circo me ha mirado…

Dios, que amparó mi gula a mis diez años

¡Me ha dicho que me coma las manzanas!”

(La manzana, p. 42)

Casi en la parte final del libro, la nostalgia se apodera del poeta, con un poema dedicado a su pueblo natal, pero este tampoco escapa al sentimiento espiritual que se ha venido cultivando en las páginas anteriores:

“En una suavidad en que se ha roto

el encendido trópico, levanta

su gracia de paloma Suchitoto.

De dos cosas eternas la osadía

de este pueblo feliz toma divisa:

del mar azul y el manto de María.

La torre de la iglesia, en las mañanas

de la Pascua Florida, llega al cielo…

¡Cualquier ángel repica las campanas!”

(Tercetos de Cuscatlán, pp. 50-51)

La despedida  también se adiciona a estos poemas con rasgos  espirituales y con un sentido muy marcado en el santoral católico:

“¿Quién llorará mi partida,

dulce niña, en Teziutlán,

cortando peras maduras

en el día de San Juan?…

Tarde de amor en la vida

que ya nueva volverá”

(Día de San Juan, pp. 52-53)

Cotto nos obsequia una visión de Dios, relacionado con la naturaleza,  manifestada en la alabanza a su creación, y la emplea para llevarnos de la mano a sentarnos frente a la campiña y recordarnos la belleza del sentimiento del amor:

“Margarita de los campos

-silvestre gracia de Dios-,

abre bien tu gola blanca

que va a pasar el amor”

(Romance San Lorenzo, p. 56)

A manera de conclusión.

Juan Cotto, mencionan sus biógrafos, amante de la música clásica: Beethoven,  Bach,  Mozart  y Chopin;  hablaba francés, inglés e italiano; tocaba el piano; viajó  por Guatemala,  Kingston, Panamá, La Habana, Nueva York y por supuesto, México; trabajó en la Secretaría de Instrucción Pública de ese país y también como vendedor de enciclopedias. Salió muy joven de su país natal y  regresó como representante de la UNAM ante la Universidad de El Salvador, donde fue recibido de forma grosera y salvaje por sus estudiantes. Volvió a  la región de los aztecas que le acogió con tanto entusiasmo y calidez, muriendo el 24 de enero de 1938, afectado por una tuberculosis.

Pero en Cotto, lo singular no se agota con lo presentado al inicio de este trabajo,  hay un par de coincidencias dignas de resaltar, nació el mismo día que  Alfredo Espino y aunque el ahuachapaneco  murió en 1928 y el suchitotense diez años más tarde, ninguno de ellos vio publicado su libro, sino que estos surgieron de forma póstuma, los cuáles fueron sus únicas producciones (para recordar los de un solo éxito literario).

Y para no romper la costumbre  de citar el prólogo de Vasconcelos, concluyo con una opinión de Rafael  Arévalo Martínez sobre el poeta: “es fresco y delicioso como una mañana de abril. Su mano parece la de la primavera, de tal modo florece todo lo que toca. Él y su poesía son vegetales”. Y agregaría que su aprecio por la naturaleza le permite  escribir algunos poemas con  su visión espiritual de la vida, quizás hasta su religiosidad vaciada en el catolicismo, con el que se identificó  de diversas maneras en sus creaciones y que, sin ser un ascético pretendió el misticismo por el amor al arte, la literatura y el mundo.

San Salvador,  noviembre de 2017.

Juan Cotto: el gran poeta desconocido de Suchitoto.

Bibliografía

https://es.wikipedia.org/wiki/Juan_Cotto

https://es.wikipedia.org/wiki/Jos%C3%A9_Vasconcelos

http://www.libropatas.com/listas/10-escritores-que-tuvieron-un-unico-pero-gran-exito/

Cañas  Dinarte, Carlos. (2002). Diccionario de autoras y autores  de El Salvador. Dirección de Publicaciones e Impresos, San Salvador.

Cotto, Juan. (1997). Cantos de la tierra prometida. Dirección de Publicaciones e Impresos, San Salvador.

Gallegos Valdés, Luis. (1989). Panorama de la literatura salvadoreña. Del período precolombino a 1980. UCA Editores, San Salvador.

Escobar Galindo, David. (1994). Índice antológico de la poesía salvadoreña. UCA Editores, San Salvador.

De Santiago, Miguel. (1998). Antología de poesía mística española. VERÓN Editores, España.

Hernández R. , Rafael. (1988). Historia de la literatura universal. Editorial  Esfinge,  México.

 

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