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Algunos elementos para la reflexión del fenómeno Nayib Bukele – Nuevas Ideas

MSc. Tito Alfredo Jacinto Montoya

(Catedrático de la Universidad de El Salvador).

1. La configuración del fenómeno del CAUDILLISMO.

1.1. Ciertamente en la historia de nuestro país el suceso del caudillismo es algo que se ha dado de forma recurrente: ahí está para considerar lo ocurrido con Duarte a finales de los 60 y principio de los 70, el Martinato (con Maximiliano Hernández Martínez) a finales de los 30 y los 40. En este mismo orden de ideas, Rafael Guidos Véjar, en su investigación sobre “El Ascenso del Militarismo en El Salvador” señala que “durante el período de Pío Romero Bosque (1927-1931) se realizaron las primeras elecciones presidenciales relativamente libres, de toda la historia republicana de El Salvador. Se da una gran participación política de las distintas clases y fracciones de clases, proliferan los partidos políticos (…) Existe gran entusiasmo en los sectores populares que apoyan al Ing. Arturo Araujo, miembro de la clase propietaria, que recogía en su programa viejas aspiraciones del pueblo. (Pero) No puede decirse, ciertamente, que exista en las elecciones presidenciales de 1931 un partido propiamente proletario en la contienda”.

1.2. Los elementos fundamentales que configuran el fenómeno del caudillismo en el país también suelen ser recurrentes:

1.2.1. Dicho fenómeno siempre se da en el contexto de un alto nivel de descontento, desencanto, hastío popular respecto de las formas vigentes del poder y de las estructuras legalmente establecidas para el ejercicio de dicho poder;

1.2.2. la confluencia de dicho descontento en un conjunto de ideas-fuerza que llegan a formar parte de una especie de “sentido común ciudadano”.

1.2.3. El traslado de la responsabilidad de las acciones y decisiones de todos los desencantados para la “solución” de la problemática a un sujeto particular que logra personificar y sintetizar, desde el punto de vista de los oprimidos, tanto la posibilidad como la esperanza de una vida mejor;

1.2.4. La sensación psicológica de participación, de estar “en algo”, de “formar parte-de” una fuerza transformadora.

1.2.5. La falta total de conciencia científica de clase, de la clara identificación de las causas esenciales, estructurales, y de clase de la situación opresiva que se padece; lo cual se corresponde con una visión ideologizada de las causas que hace que los esfuerzos por la solución del descontento y el desencanto se dirijan hacia los aspectos aparienciales de la opresión sin tocar los aspectos esenciales.

1.2.6. A ese total desconocimiento de las leyes científicas del sistema económico, social, y político, que en realidad son las causas reales de la situación opresiva se añade esto otro: la casi total ausencia de la organización de los oprimidos, y la falta del involucramiento combativo y directo en la lucha contra las cuestiones que se supone que deben ser cambiadas; esto es así porque se considera que el líder, el caudillo, “el hombre”, el elegido, o bien el candidato lo puede y debe hacer por ellos. No hay la visualización de que “solo el pueblo salva al pueblo”, sino más bien la idea-fuerza de “el pueblo debe ser salvado por el caudillo”.

1.2.7. También es parte del fenómeno del caudillismo la creencia de que el fundamento del poder liberador descansa en las cualidades singulares y extraordinarias del caudillo, del elegido, del candidato, etc. No se necesita construir un poder popular que se fundamente en el pueblo mismo, sino solo “acuerpar-acompañar” al caudillo-candidato.

2. El caudillo, en el cual se objetivan tanto el descontento como la esperanza de los auspiciadores de su condición de caudillo, es sujeto pero también objeto:

2.1. Desde el punto de vista de los oprimidos que ven en él la posibilidad de liberarse el caudillo es Sujeto; un sujeto casi todo-poderoso-bondadoso capaz de realizar el trabajo de la liberación contando casi solamente con “las buenas vibras” que dimanan metafísicamente de sus auspiciadores. Pero no se advierte que dicho caudillo es Objeto condicionado y determinado por la fuerza de imposición del sistema socio-económico imperante, por el tipo y la forma de Estado vigente, por el sistema de intereses reales tanto de la clase dominante salvadoreña como también de la clase dominante imperialista y del Estado Imperialista de los Estados Unidos. El caudillo es Objeto cuyas imaginables “buenas intenciones” habrán de estrellarse con la camisa de fuerza propias del sistema capitalista que también es un poder listo para aplastar o bien para corromper, o también para limitar, o también para trastornar, retardar, desnaturalizar, utilizar, adulterar tanto los buenos propósitos del “salvador” como de su ética praxis.

2.2. Lo que estamos diciendo es que hay una dialéctica propia del fenómeno del caudillismo: la co-relación dialéctica que se desarrolla entre la pureza del proyecto y la nobleza de la acción del caudillo, y la fuerza conservadora y corruptora de las lógicas del poder propias del sistema capitalista dependiente y subdesarrollado de la sociedad salvadoreña.

3. Después de todo, el fenómeno del caudillismo es un buen indicador de los niveles de contradicción que son propios de una coyuntura, es decir, de una situación muy especial, en la cual la clase dominante-gobernante (los capitalistas tradicionales) ha entrado en una irreversible crisis sistemática por la cual le es casi imposible continuar manteniendo la funcionalidad del sistema imperante; pero también el aparecimiento histórico de dicho fenómeno caudillista refleja altos niveles de descontento y de rebeldía por parte de la clase trabajadora (con conciencia de clase o con instinto de clase) respecto de sus opresores (a los cuales señala por su nombre), de los sirvientes políticos de sus opresores (a los cuales identifica con nombre y apellido), de sus instrumentos partidarios para la opresión (a los cuales también llama por su nombre e identifica sus emblemas y colores), y el carácter corrupto y antidemocrático de las instituciones del Estado que favorecen a los opresores.

4. Para poner en la evidencia el núcleo esencial del fenómeno que estamos examinando, cito las palabras de V.I. Lenin:

“A diferencia de los anarquistas, los marxistas admiten la lucha por reformas, es decir, por medios que mejoran la situación de los trabajadores sin destruir el poder de la clase dominante. Pero al mismo tiempo, los marxistas combaten con la mayor energía a los reformistas quienes, directa o indirectamente, limitan los anhelos y la actividad a la conquista de esas reformas. El reformismo es un mecanismo de la burguesía para engañar a los trabajadores, que pese a algunas mejoras aisladas, seguirán siendo esclavos asalariados mientras subsista el dominio del capital. Cuando la burguesía liberal concede reformas con una mano, siempre las retira con la otra, las reduce a la nada o las utiliza para subyugar a los trabajadores, para dividirlos y para eternizar la esclavitud asalariada. POR ESO EL REFORMISMO, INCLUSO CUANDO ES TOTALMENTE SINCERO, SE TRANSFORMA DE HECHO EN UN INSTRUMENTO DE LA BURGUESÍA PARA CORROMPER A LOS TRABAJADORES Y REDUCIRLOS A LA IMPOTENCIA”.

5. Es el momento en el cual los revolucionarios con conciencia y praxis de clase tenemos que preguntarnos serenamente, ¿CUÁLES SON LAS TAREAS ESPECÍFICAS DE LA REVOLUCIÓN EN EL MOMENTO ACTUAL? ¿CÓMO ORIENTAR Y DIRIGIR LOS NIVELES DE CONTRADICCIÓN Y LA CRISIS ESTRUCTURAL ACTUAL DEL SISTEMA DE OPRESIÓN? Una vez más nos vemos en la imperiosa necesidad de responder a la siempre oportuna y urgente pregunta que lanzaba Lenin es su tiempo: ¿QUÉ HACER?

A) ARRECIAR LA LUCHA IDEOLÓGICA.

B) AGILIZAR LA ORGANIZACIÓN SUPERANDO LA DISPERSIÓN.

C) PROFUNDIZAR LA CRÍTICA Y LA AUTO-CRÍTICA AL MISMO TIEMPO QUE NOS FORMAMOS EN EL CONOCIMIENTO DE LA CIENCIA DE LA REVOLUCIÓN DE LA MANO DE LOS FUNDADORES DEL SOCIALISMO CIENTÍFICO, Y A LA LUZ DEL PENSAMIENTO Y TESTIMONIO DE NUESTROS HÉROES Y MÁRTIRES.

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