Francisco Elías Valencia
@fe_valencia
En El Salvador, los economistas vinculados a ARENA tienen años repitiendo mitos que la prensa de derecha difunde para confundir a la población. Conversamos con el economista César Villalona sobre este tema. Ente otras acepciones, la RAE define el mito como: “Historia ficticia o personaje literario o artístico que encarna algún aspecto universal de la condición humana”.
César, ¿qué opinión te merece la idea que el déficit fiscal no se debe a que el gobierno recauda poco sino a que gasta mucho?
El gobierno no puede gastar mucho porque no tiene mucho dinero, ya que apenas capta el 15% del ingreso nacional, o sea, la parte del ingreso nacional que capta el gobierno mediante los tributos se llama carga tributaria. Los gobiernos de América Latina tienen una carga tributaria promedio de 25%. Los gobiernos de Argentina, Brasil y Uruguay tienen cargas tributarias mayores del 30%, los de Costa Rica y Nicaragua la tienen en más del 20%. Eso son algunos ejemplos de América Latina. Algunos gobiernos europeos captan hasta el 50% del ingreso nacional.
El Salvador es uno de los países con menor carga tributaria. De manera que si no se dispone de mucho dinero no se puede gastar ni invertir mucho. Cuando se haga el nuevo cálculo del PIB, es probable que la carga tributaria de El Salvador suba a 18% o 19%, pero seguiría siendo pequeña y una de las más bajas de Latinoamérica.
Otra cosa es que el gobierno pueda reorientar recursos hacia las áreas y rubros que más impacten en la población y la economía nacional. Pero, decir, que se gasta mucho es equivocado. Por ejemplo, se podría hacer esfuerzos por reducir algunos gastos de las instituciones públicas, como el de telefonía, gasolina, etc., pero no para que las instituciones reciban menos dinero, sino para que inviertan más en rubros prioritarios. En fin, lo que necesitamos es un gobierno con más dinero y que invierta más en salud, educación, seguridad, infraestructura y otras áreas.
Los mismos empresarios dicen que hay que apostarle a la educación. Bueno, si es así, hay que darle más dinero al Ministerio de Educación. Ojalá que ese Ministerio tenga un presupuesto equivalente al 7% del PIB, como el de Costa Rica. Para eso hay que duplicarle los recursos, que andan por los 900 millones. Algunos sectores de oposición dicen que faltan medicinas en los hospitales. Cuando ARENA terminó su último gobierno el déficit de medicinas era de 50% y hoy es de 20%. Ha habido un notable avance. Pero si queremos bajarlo a 10% hay que dale más dinero al Ministerio de Salud. Pongo solo esos ejemplos.
La CEPAL y OXFAM proponen que el gobierno salvadoreño capte el 20% del ingreso nacional. Eso quiere decir que aumente sus ingresos y que, por lo tanto, gaste e invierta más. Y todavía un 20% sería insuficiente para atender las necesidades de salud, educación y vivienda de la población de menos recursos, para seguir mejorando la infraestructura, reactivando el agro y mejorando la seguridad pública.
Hay un gasto que sí se debería reducir bastante, que es el de pago de pensiones de la gente jubilada del sistema público, que representa la mitad del déficit fiscal. El gobierno las está pagando porque con la privatización del sistema que hizo ARENA, el ISSS y el INPEP perdieron el 98% de sus cotizantes y el Gobierno Central tuvo que asumir el pago de pensiones de la mayoría de sus jubilados. Durante el gobierno de Francisco Flores y durante la mitad del gobierno de Antonio Saca las pensiones se pagaron con recursos provenientes de la venta de bonos; desde 2006 se pagan con préstamos de las AFP que aumentan la deuda del gobierno. Si se aprobara la reforma de pensiones que propone el gobierno, éste comenzaría a frenar su endeudamiento y a reducir su déficit.
La verdadera causa del déficit fiscal no es el exceso de gastos en general, sino la falta de ingresos. Y ello tiene que ver con la evasión de impuestos por 1,800 millones de dólares (dato de 2014), la elución fiscal, sobre la que no tengo datos pero que debe ser muy elevada, la mora por 471 millones que tienen muchas empresas, sobre todo las grandes, y muchos contribuyentes individuales, el gasto fiscal de 706 millones que supone la existencia de 26 leyes de incentivos a las empresas, la estructura tributaria regresiva, o sea, basada en impuestos al consumo (60%) y a los salarios (20%) y que solo se nutre en un 20% de las ganancias de las empresas; y la corrupción por miles de millones de dólares durante los gobiernos de ARENA. También influye en el déficit el peso que tiene el pago de la deuda (850 millones este año) en el presupuesto del gobierno.
César, los economistas de derecha y de los dirigentes de la ANEP, FUSADES y ARENA, sostienen que el déficit fiscal se puede eliminar si la economía crece más.
Al decir eso, ellos admiten que el gobierno debe recaudar más, porque si creen que al aumentar el PIB los ingresos públicos se elevan hasta el punto de suprimir el déficit, entonces, están diciendo que dicho déficit se suprime aumentando ingresos, no bajando gastos. El juicio es contradictorio, pero pretende hacer creer que el gobierno no debe ponerle impuestos a los ricos, ni combatir la evasión y la elusión, sino esperar que el dinero le llegue por arte de magia si la economía crece. Y resulta que esa es una verdad a medias, por tres razones: Primera, en una economía donde el 80% de los ingresos del gobierno provienen de impuestos al consumo y a los salarios, el aumento del PIB no le da tantos recursos al gobierno, pues la mayor parte del PIB (alrededor del 60%) se compone de la ganancia empresarial, y las empresas son las que menos impuestos pagan. Segunda, porque en medio de una evasión de impuestos tan grande, el crecimiento del PIB puede generar más evasión que ingresos públicos. Y tercera, porque depende de los sectores de la economía que registren crecimiento, pues si son los beneficiados de las leyes de incentivo, la recaudación del gobierno no aumenta mucho.
Por esas razones es que hay períodos donde el PIB crece mucho y el déficit empeora. Por ejemplo, en los años 1992-95 la economía creció en un promedio de 7% y para 1995 había una crisis fiscal que obligó al gobierno de Calderón Sol a pactar con diputados del Partido Demócrata para subir el IVA de 10% a 13%. En los años 1996-2000, el PIB creció 3% promedio y el déficit fiscal cerró en 2000 en 3% del PIB, mientras que en los años 2001-2005 el PIB creció menos, en un promedio de 2.1%, y déficit fiscal disminuyó, pues cerró en 2005 en 1.1% del PIB. Y que conste, que en 2001 hubo dos terremotos que obligaron a elevar la inversión pública y que a partir de ese año el Gobierno Central comenzó a pagar pensiones del ISSS y del INPEP, instituciones afectadas por el traslado de cotizantes a las AFP.
Sin embargo, no podemos negar que a un mayor crecimiento de la economía le puede corresponder un aumento relativo de los ingresos fiscales. Lo que no aceptamos es que en una economía como la salvadoreña, un mayor aumento del PIB le proporcione grandes ingresos al gobierno y mucho menos que esos ingresos sean suficientes para eliminar el déficit fiscal. Eso no es cierto. La historia y la teoría económica demuestran que no es cierto.
¿Y qué tan malo es el déficit fiscal? A menudo se habla de este tema con un enfoque que escandaliza.
Bueno, eso depende de su tamaño y de cómo impacte en determinadas variables económicas. En general no es bueno tener menos ingresos que gastos, ni para el gobierno ni para una familia o una persona. Lo mejor es tener las finanzas equilibradas o con superávit. Pero al analizar el déficit fiscal hay que tomar en cuenta que si el mismo se debe a una elevada inversión social o en infraestructura, puede ser positivo, porque se estaría mejorando las condiciones de vida del pueblo y elevando la capacidad productiva de la economía. Todo dependería del tamaño del déficit y de cuán prolongado sea en el tiempo, pues si es demasiado grande puede provocar un endeudamiento muy fuerte, que luego se convierte en un problema porque el gobierno tiene que destinar mucho dinero a su pago y su calificación crediticia se deteriora.
Si la causa del déficit es un excesivo gasto improductivo, podría ser dañino, dependiendo también de su tamaño y de cómo se financia, si es con donaciones, endeudamiento o venta de activo (privatización). Un déficit pequeño no es problemático para el gobierno ni para una persona; las donaciones no se pagan, aunque algunos gobiernos poderosos las entregan a cambios de decisiones onerosas para el país; los préstamos pueden ser blandos (buenas condiciones de pago) o muy duros y la privatización no es buena, porque supone una pérdida de activos del Estado.
De manera que al momento de valorar el déficit fiscal hay que tomar en cuenta esas y otras variables. Un déficit manejable, bien financiado y ocasionado por una fuerte inversión pública, es positivo, pues tiene un buen impacto en la economía y en las condiciones de vida del pueblo.
Pero también hay que decir que cuando el gobierno tiene déficit, muchas empresas reciben beneficios, pues al ser proveedoras del Estado elevan sus niveles de venta. En el caso de los bancos el beneficio es mayor, pues le prestan más al gobierno y ganan más dinero. Y si las empresas ganan más, amplían sus inversiones y generan más empleo. Lo negativo sería que un gobierno no pudiera financiar su déficit y tuviera que recortar gastos y despedir personal, pues en ese caso empeora la vida de la gente despedida, se reduce la demanda interna y bajan las ventas de las empresas. Y si se recortan los subsidios que recibe la población de bajos recursos, el daño social es todavía peor.
Los economistas de derecha también dicen que el gobierno actual es el que más dinero ha recibido y lo ha derrochado. ¿Qué te parece esa opinión?
Decir eso no es decir nada importante. Es como si se dijera que la gente tiene un mayor salario hoy que hace 20 años. Claro que sí. Pero quien recibía un salario de 1,000 dólares hace 20 años compraba más que quien gana hoy 2,000 dólares, pues los precios actuales en la economía no son los de hace 20 años.
El gobierno de hoy no puede tener el mismo ingreso del gobierno de hace cinco, diez o treinta años, porque la economía siempre es más grande que en años anteriores, salvo cuando se desploma por una crisis, como sucedió en 2009, bajo el gobierno de ARENA.
El comentario de los economistas de derecha es extremadamente ligero y procura justificar la idea de que el gobierno actual tiene mucho dinero y no debe conseguir más, sino reducir sus gastos. Por eso, ellos mismos también dicen que el gobierno gasta mal y derrocha mucho, aunque nunca lo han demostrado.
Los gobiernos del FMLN son lo que más aumentaron la inversión social y en infraestructura. Por eso la pobreza se redujo y el país tiene una las mejores infraestructuras viales de América Latina. Es una barbaridad calificar de derroche la creación de hospitales, unidades de salud, sedes de Ciudad Mujer y otras obras sociales. Es asombroso que alguien condene la entrega gratis de uniformes y útiles escolares a quienes estudian en escuelas públicas. Y mejor ni sigo dando ejemplos.
Pero esos “analistas” son algo listos, pues nunca se les ha ocurrido comparar el incremento de los ingresos corrientes durante los gobiernos de ARENA y del FMLN. Y si alguno lo ha hecho, no se atreve a dar los datos, porque si los revela tendría que admitir que los gobiernos que aumentaron más sus ingresos fueron los de ARENA, salvo el que presidió Antonio Saca. Te doy estos datos, que son de fuentes oficiales.
Durante el gobierno de Alfredo Cristiani los ingresos corrientes pasaron de 2,663 millones de colones en 1989 a 8,367 millones en 1994, es decir, crecieron 214%; durante el de Calderón Sol los ingresos pasaron de 8,367 millones de colones en 1994 a 12,194 millones en 1999, o sea, crecieron 46%; en el gobierno de Francisco Flores aumentaron de 1,393 millones de dólares en 1999 (12,194 millones de colones) a 2,048 millones en 2004, es decir, crecieron en 47%; en la gestión de Antonio Saca aumentaron de 2,048 millones a 2,774 millones en 2009, o sea, crecieron 35%. Y el aumento no fue mayor porque la crisis económica de 2009 hizo bajar los ingresos. En el primer gobierno del FMLN, bajo la presidencia de Mauricio Funes, los ingresos pasaron de 2,774 millones en 2009 a 3,935 millones en el 2014, o sea, crecieron 42%, y en el gobierno de Salvador Sánchez Cerén pasaron de 3,935 millones en 2014 a 4,093 millones en 2015, o sea, crecieron 3.5%. El aumento entre enero y junio de 2016 fue de apenas 7%
¿Qué nos dicen esos datos? Que los gobiernos que más aumentaron los ingresos fueron los de Cristiani, Flores y Calderón Sol. En el gobierno de Cristiani el aumento fue tan grande que los ingresos se triplicaron. La diferencia con respecto a los gobiernos del FMLN es enorme.
Pero de eso nunca hablarán los economistas de derecha. A ellos no les dicen nada esos datos. Ellos seguirán repitiendo sus ideas políticas hasta el fin de sus días. Y digo ideas políticas porque el economista que emite un juicio sobre la variación de un indicador económico y no lo respalda con cifras ni fuentes, no habla de economía, sino que procura vender una idea política, la que él entiende que le conviene a su partido o a su gobierno o que daña al partido o al gobierno rival. Por eso es muy difícil, sino imposible, debatir en serio con un economista de derecha. Hay excepciones, desde luego, pero muy pocas. La mayoría de ellos hablan entre ellos mismos o con periodistas cómplices de sus opiniones. Y dicen cualquier barbaridad, sin importar que la misma dañe su imagen ante la gente que entiende de estos asuntos y que analiza con seriedad. Esa es la verdad, con la cual tenemos que convivir.
Alrededor del tema económico, los economistas de derecha, sobre todo los de ARENA, vienen librado una feroz batalla política desde hace muchos años. Antes la libraban contra el pueblo para que éste se confundiera y apoyara las medidas antipopulares de los gobiernos de ARENA. Por eso exaltaron las privatizaciones, la dolarización, los TLC y otros proyectos de la oligarquía. Y desde junio de 2009, la batalla la libran contra los gobierno del FMLN. Pero no les ha ido bien, ya que su partido perdió el Ejecutivo y la mayoría del pueblo respalda al gobierno y al FMLN.
¿Y por el lado del gasto corriente, cómo ha sido la evolución desde el gobierno de Cristiani?
Pues igual. Si aquellos gobiernos aumentaron mucho más sus ingresos, también aumentaron más sus gastos corrientes. En el gobierno de Cristiani aumentó 139%, en el de Calderón Sol creció 49%, en el Flores 25%, en el de Saca 47%, en el de Funes 18% y en de Sánchez Cerén 2% en 2014 y 1% entre enero y junio de 2016.
Desde que el FMLN gobierna, los economistas de derecha no se cansan de criticar el gasto corriente, que incluye los salarios en el gobierno, los subsidios, la compra de bienes y servicios de las instituciones del gobierno y el pago de interese de la deuda.
¿Qué tienen de malo los salarios? ¿Pueden los hospitales funcionar sin gente? ¿Qué institución puede funcionar sin personal? Claro, si alguien que trabaja mal gana mucho dinero, pues eso es negativo. Pero eso puede ocurrir en cualquier institución y durante cualquier gobierno. Es casi inevitable que se den casos como ese. Lo malo sería que fuesen casos generalizados. También es muy negativo que haya funcionarios corruptos que acumulen millones a costa de los ingresos públicos, como los que tuvimos durante los gobiernos de ARENA, algunos de los cuales hasta se apropiaron de recursos de préstamos que todavía se están pagando.
Los subsidios ayudan a las personas de menos recursos. Algunos podrían focalizarse más, pero ya el gobierno de Sánchez Cerén los has disminuido porque se los quitó a muchos hogares que no los necesitaban.
La compra de bienes y servicios es necesaria para que funcionen las instituciones públicas, las cuales deben gastar en papelería, gasolina, energía, agua y otros bienes y servicios. Ese gasto es necesario aunque se podría recortar un poco para reorientar recursos hacia otros rubros. El actual gobierno lo disminuyó en -5% en 2015 y en -4% entre enero y junio de 2016.
Finalmente, los intereses de la deuda, que también son gastos corrientes, hay que pagarlos, a no ser que renegocie la deuda. El 76% de la deuda del Gobierno Central viene de la gestión de ARENA, que la dejó en 8,975 millones de dólares y actualmente (junio de 2016) está en 11,501.5 millones.
Aprovecho para desmentir al señor Edwin Zamora, del partido ARENA, quien en una entrevista en el Canal 12, del viernes 12 de agosto, aseguró que el último gobierno de ARENA dejó la deuda pública (no la del Gobierno Central, que es menor) en un 32% del PIB. Para mayo de 2009, último mes del gobierno de ARENA, la deuda estaba en 10,355 millones, que representaban el 48% del PIB de 2008, que era de 21,431 millones. Para junio de 2009 el PIB era menor, pues la economía estaba en una profunda crisis. O sea, que la relación deuda PIB podría andar por el 50%. Manipulaciones como la de Zamora son habituales en la gente de ARENA.
Por el pago de intereses, los gobiernos del FMLN han gastado 4,180 millones de dólares. Y si sumamos el pago de amortización (2,291 millones), el monto total (servicio de la deuda) es de 6,471 millones, una cifra verdaderamente alarmante para la capacidad de las finanzas públicas. Y ahora resulta que los economistas de ARENA se “alarman” por los gastos corrientes y la deuda del gobierno, como si durante la gestión de su partido, en la cual muchos de ellos participaron, no se hubiera acumulado una deuda por la que ha habido que pagar, en los gobiernos del FMLN, una enorme cantidad de recursos. Lo que hay que destacar es que a pesar de haber pagado tanto dinero por una deuda heredada, los gobiernos del FMLN han realizado una amplia inversión social en beneficio de la gente más necesitada.
También debemos decir que los gastos corrientes dinamizan la economía, pues la gente que recibe salarios en el gobierno compra bienes y servicios en empresas privadas y públicas, las cuales venden e invierten más; la compra de bienes y servicios que realiza el gobierno también beneficia a las empresas proveedoras; y los subsidios le dan más capacidad de consumo a la gente pobre. De manera que si los gastos corrientes crecen, no es malo, salvo que sean gastos muy improductivos. Y si dichos gastos se desploman, saldrían afectadas las personas que pierdan sus empleos en el gobierno, en un país donde el empleo permanente es tan pequeño.
Pero también se quejarían los empresarios, porque le venderían menos al gobierno y habría menos personas comprándoles sus bienes y servicios. Sobre todo, sería muy perjudicial para las empresas medianas y pequeñas, que tienen menos fortaleza económica.
Los empresarios que dirigen la ANEP no quieren que sus ventas bajen, pero como pertenecen a ARENA tienen un discurso político contra el gobierno, al que acusan de mantener un elevado gasto corriente.
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