Luis Arnoldo Colato Hernández
Es un acuerdo entre quienes tienen metas comunes, sean políticas, sociales, económicas o religiosas, acordando la unidad formal para conquistar tales metas.
Tal medida reconoce implícitamente la superioridad del adversario común.
Estas son naturales como el tiempo, pero demandan algún examen.
Para el caso, cuando revisamos la historia de nuestro país encontramos que siempre se han impuesto las élites, utilizando los medios que fueran y sirviéndose del Estado como herramienta para asegurar tales fines, gestionando los bienes públicos para sí; en tal sentido el secuestro del Estado es un fenómeno sin paralelo que explica los conflictos sociales que periódicamente asolan a nuestra sociedad (con periodicidad de 25 a 40 años entre conflictos), generados siempre por las mismas causales: inequidad, desigualdad, injusticia social y económica.
También explica por qué un alto porcentaje de las clases más humildes validan a la derecha, ya que la carencia de memoria histórica así como la alienación religiosa es consecuente con la negación de educación, salud o seguridad jurídica, por la baja inversión que en tales áreas siempre se hizo.
Hay entonces que recordar cómo el actual presidente del legislativo calificó los programas sociales de “despilfarro”, opinión que cambió en apenas unas horas por la reacción pública, pero que el proceso privatizador del agua evidencia no dejará de promover, incluso a pesar de las declaraciones del actual presidenciable derechista, demandando explicaciones, por ejemplo, al diputado Reyes por viajes al extranjero, para aclarar si usó o no privilegios legislativos y recursos públicos para realizar tal excursión de ocio; o al resto para que evite cualquier proceso privatizador, evidenciando la falta de sintonía, autoridad o liderazgo que tiene como tal.
Se explica al considerar el balance electoral, pues su partido no crece en relación al proceso previo, y de hecho se contrajo en un volumen mayor a los 31,000 votos -en 2015 su partido recibió 885,374 votos válidos, representando el 38,9% del volumen total, contra 854,257 del evento reciente, según el TSE-, agravado ello con las internas de su partido, que Javier Simán denunció como fraudulentas, resultando en una fractura interna pues se marchó con sus seguidores (38% de los asistentes), desconociendo públicamente los resultados.
Ello deriva en la urgida unidad de la derecha electoral en torno a Carlos Callejas, que entraña dificultades, pues Gana, escisión de Arena, demanda la vicepresidencia, lo que es rechazado por los principales inversores partidarios.
Lo cierto es que se encuentra la derecha en una cancha desconocida, la de la negociación, donde los intereses elitistas procuran imponerse sin miramientos para los acompañantes electoreros, que procuran evitarlo negociando cuotas de poder.
Hay entonces un escenario interesante, el de una derecha fragmentada y sin liderazgo, débil y sin oferta real, que no logra el arrastre para imponer su agenda, enfrentando una creciente resistencia social, que cuajará eventualmente en un poder electoral objetivo con el que no quiere negociar, como no lo hizo antes, los temas de relevancia nacional, constituyéndose en el desafío real de la unidad de derechas que procuran realizar.
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