Fotos y texto Guillermo Martínez
Cuando la fuerza del corazón y la mente son más fuertes que la física, no hay nada que no se pueda alcanzar. Este es el caso de Alisandro Ramos, que con determinación y amor por la naturaleza logró alcanzar la cima del cerro Quezalapa, en La Paz, con muletas.
El recorrido duró aproximadamente tres horas entre una frondoza y verde vegetación, profundos barrancos y caminos perdidos entre una naturaleza que en muchos puntos se ha vuelto salvaje.
“Amo la naturaleza, y quiero enseñarle a mi hijo también a amarla y cuidar de ella”, comenta.
Por su parte, el hijo de Alisandro Rodrigo Ramos, de 12 años, conoce la ruta perfectamente y se mueve en la montaña como en su casa, en todo el camino apoyando a su padre. A pesar de su corta edad es un gran guía.
Alisandro, además de sentir pasión por la montaña y el aire libre, también en su persona está hacer trabajo comunitario a través de la ayuda recibida por compatriotas que viven en el extranjero: “En mi comunidad me encargo de dar a conocer las necesidades que hay, y ellos han confiado en mi para canalizar esa ayuda” dice.
Luego de haber alcanzado la cima del cerro Quezalapa, Alisandro mira los valles que están a cientos de metros abajo y confiesa: “Quiero conocer más lugares como este, siempre acompañado de mi hijo, y amigos por su puesto, mientras se apoya en sus muletas que le ayudan a alcanzar sus metas.
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