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Almagro sigue desprestigiando a la OEA

Luis Almagro, quien desde el 26 de mayo de 2015 es el secretario general de la Organización de Estados Americanos (OEA), sigue no solo siendo un diplomático incondicional al imperio de los Estados Unidos, sino, desprestigiando al organismo regional con sus iniciativas antidemocráticas e intervencionistas.

A raíz de unas protestas en cinco lugares en Cuba el 11 de Julio, que fueron magnificadas por la prensa occidental, y sobre todo por los organismos contrarrevolucionarios asentados en Miami, Estados Unidos, con tentáculos en varios países de América Latina y Europa, pronto saltó Almagro, pidiendo no solo la destitución del gobierno de Cuba que encabeza Miguel Díaz-Canel, sino que ha pedido prácticamente la invasión a Cuba.

La verdad es que el papel de Almagro al servicio de los gobiernos de turno de la Casa Blanca, no solo ha sido contra Cuba, sino contra todos los gobiernos progresistas de América Latina, léase Venezuela, Bolivia en tiempos de Evo, Ecuador en tiempos de Correa, Argentina en tiempos de los Kirchner, Brasil en tiempos de Lula, y Nicaragua contra Daniel Ortega, y más.

Ahora, tras la campaña imperial y de los contrarrevolucionarios contra Cuba,  a raíz de los incidentes del 11 de julio –que fueron sofocados tras la intervención dialogante del propia presidente cubano-, Almagro busca abanderar la intervención en Cuba.

La OEA no es un foro regional creado para hacer cumplir los deseos de los gobiernos de Estados Unidos, ni de los contra o la oposición de cada país Americano, sino coadyuvar a su desarrollo en los términos más generales y plenos, respetando la soberanía de cada país.

Almagro no tiene ninguna legitimidad para condenar a Cuba, mucho menos pedir la intervención para la defensa de los Derechos Humanos de los cubanos, pues son un pueblo soberano y se la garantizan solos.

Almagro y la OEA, lo mejor que podrían hacer es exigirle a los Estados Unidos que levante el boicot contra Cuba, pues esa acción unilateral, condenada mundialmente, si afecta al pueblo cubano.

El boicot económico, financiero y comercial de Estados Unidos ha ocasionado más de un millón de millones de dólares en pérdidas al erario cubano, que afecta al pueblo en la compra de alimentos, medicinas, y en estos momentos de pandemia hasta en la adquisición de vacunas.

Si por Almagro fuera, a estas alturas el mundo, en general, y América Latina, en particular, habría condenado a Cuba, pero los pueblos del mundo y la mayoría de América Latina actúan con raciocinio y respeto a la soberanía, de ahí que los intentos de Almagro quedan en eso, simplemente intentos, pues ha predominado la no intromisión en los asuntos internos.

Los gobiernos democráticos de América, sobre todo los gobiernos progresistas como los de Perú, recientemente elegido, el de Bolivia, Argentina, Venezuela y Nicaragua, así como las naciones del caribe, entre otros, deben elevar la voz para que la OEA no se subordine a los intereses de Washington, más allá que Almagro quiera ser su títere.

En este año que se celebran los 200 años de independencia de la mayoría de países de América Latina, es menester que se enarbole la bandera de Simón Bolívar de una gran hermandad de naciones libre de todo yugo imperial, libre del yugo imperialista de los Estados Unidos, y eso pasa por rechazar la actitud servil de Almagro y la vergonzosa utilización de la OEA para esos intereses.

América Latina y el mundo deben no solo exigirle a Estados Unidos el respeto a la soberanía cubana, sino también levantar el bloqueo e impedir cualquier intervención directa contra Cuba.

Los cubanos, pese al bloqueo han demostrado ser un pueblo luchador, que ha sobresalido en la actual pandemia, poniendo al servicio de la humanidad vacunas hechas por sus propios científicos, en los últimos 20 años ha sido solidaria con los países de América Latina enviando a un “ejército” de médicos y salubristas para mitigar los males endémicos que provocan las enfermedades tropicales de los países subdesarrollados.

Cuba también, hace un par de décadas se propuso formar médicos de diferentes países de América Latina, en el marco de la gran solidaridad, pese a sus limitaciones económicas, de la revolución cubana.

Cuba no se merece ni las amenazas de Almagro ni la de los Estados Unidos de América. Cuba lo que necesita es que se le tienda la mano, como lo ha hecho antes ese honorable pueblo de revolucionarios.

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