Por: Licenciada Norma Guevara de Ramirios
Cómo extraño a la cancillería de 2009-2019, que estaría uniendo su voz en nombre del pueblo salvadoreño para exigir alto al genocidio que comete el gobierno de Israel contra el pueblo palestino.
Pero las voces del pueblo, pocas aún, se han expresado ya en esa dirección, y a ellas uno esta vez la mía, con el vehemente deseo de que lo hagamos más visible, como lo han hecho otros pueblos a lo largo del planeta; aún en países en los que los gobiernos han prohibido manifestaciones en favor de Palestina.
Decía el presidente de Cuba, Miguel Díaz Canel, que guardar silencio es cómplice del genocidio y estoy segura que aquí en tierra cuscatleca, somos miles y miles los que rechazamos esa brutal matanza contra niños y contra el pueblo, se realice en hospitales, en escuelas, en edificios de vivienda, en campos de refugiados o en la campiña del suelo palestino.
La prensa internacional informa que ya van más de 9 mil personas asesinadas, mientras los organismos internacionales como la ONU se muestran ineficientes para detener semejante crimen.
Pero las calles de países europeos, en el Medio Oriente, África y en ciudades de Estados Unidos, dan muestra de que la conducta de quienes apoyan la guerra es ajena a la voluntad de paz de los pueblos.
Los llamados enérgicos, como los hechos por el presidente de Brasil, Ignacio Lula Da Silva, exigen cese de fuego para parar la matanza, corredor humanitario para facilitar que se brinden alimentos, agua y medicamentos para la población palestina en la Franja de Gaza, y dialogo para establecer el Estado de Palestina que hace décadas fue acordado como solución real por Naciones Unidas.
Los análisis que abundan sobre los verdaderos propósitos de Israel y Estados Unidos, que le apoya, son un llamado a la conciencia de todos los pueblos, pues demuestran que donde existan recursos naturales utilizables para las empresas capitalistas, los agresores pueden repetir la misma estrategia de exterminio, para hacerse de los recursos que apetece su voraz ambición de enriquecerse.
La voz más clara de condena ha salido del sur de nuestra América, del gobierno boliviano que rompió relaciones con Israel, y da esperanza que los llamados a embajadores hechos por los gobiernos de Chile, Honduras y Colombia sigan el mismo camino, para mostrar que desde este continente se condena el genocidio con algo más que palabras.
El binomio Israel Estados Unidos, también se hizo evidente en la votación de Naciones Unidas contra el bloqueo criminal a Cuba, fueron los únicos votos en contra, unidos en esa guerra económica como lo están en el genocidio que se comete contra el pueblo palestino.
En el país nuestro existen familias de origen palestino, pero sin necesidad de ello, basta un mínimo de sensibilidad humana para indignarse al conocer esas imágenes de niños, de mujeres, de médicos, de periodistas, esas imágenes de destrucción de edificios, esas declaraciones amenazantes de quienes justifican la agresión como derecho de defensa cuando el pueblo palestino viene enfrentando esa política por mas de siete décadas, para elevar la voz.
A mi mente vienen los recuerdos de Schafik en el Auditórium de Derecho, explicado la situación del Medio Oriente, o a John Nasser, abogando por construir una estatua del Presidente Arafat en la Avenida Jerusalén, o al Comité de Amistad con Palestina esforzado por mostrar el mapa de este sacrificado pueblo.
Por ellos y por los que han perecido en este holocausto, elevemos la voz y exijamos un alto al genocidio que comete Israel, apoyado por EEUU contra ese pueblo hermano.