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En la foto se puede ver a los amigos de José Carlos Mariátegui (sentado en su silla de ruedas). La persona que está justo al medio detrás de su cabeza es José Lerner.

Amanecer Amauta

Isaac Bigio Lerner

Este 7 de octubre se han cumplido 93 años de la fundación del Partido Socialista de José Carlos Mariátegui en la Lima de 1928. Se trata de una celebración muy especial, pues por primera vez en la historia peruana los discípulos de Mariátegui han sido electos popularmente  para iniciar un Gobierno constitucional.

Amauta

Amauta es una palabra en la lengua general de los incas que significa “profesor” o “erudito”. Hoy, cuando el Perú cumple su bicentenario de independencia republicana por primera vez en su historia este país va a tener a un presidente que es un humilde maestro rural. Este es su tocayo y también “amauta” José Pedro Castillo Terrones, líder de la última huelga magisterial, quien se convierte, además, en el primer mandatario constitucional electo en reivindicar al “amauta” José Carlos Mariátegui.

Mariátegui ha sido el principal pensador social peruano en el último siglo. Fue uno de los gestores del socialismo andino y de la Confederación General de Trabajadores del Perú (CGTP). Fue uno de los grandes educadores del movimiento obrero y campesino. “Amauta” fue, también, el nombre de esa gran revista de ideas que él dirigió en los años 1920s y que sirvió como faro de la intelectualidad laborista y de los trabajadores  intelectualizados.

Mariátegui era un genio con muchos problemas de salud quien se desplazaba en silla de ruedas y murió prematuramente cuando aún tenía 35 años de edad.  Su partida final se dio 91 abriles antes de la primera vuelta peruana del 2021 en la cual, por primera vez en la historia nacional, un discípulo quedó primero (y luego ganó la vuelta final de junio).

Después de casi un siglo desde que en 1926 apareció la revista Amauta es que un amauta mariateguista llega a palacio. Hago un homenaje a los cientos de miles de personas que durante 3 a 5 generaciones han seguido dichos ideales.

José Amauta

Aprovecho la ocasión para reivindicar a mi abuelo José Lerner y sus connacionales de habla yiddish que escaparon del imperio zarista y que se convirtieron en la minoría étnica que proporcionalmente tuvo mayor representación en el círculo de Mariátegui.

Por una extraña coincidencia mi abuelo también tenía el mismo primer nombre de Mariátegui y que de Castillo. Su apellido en yiddish puede ser un equivalente de “amauta” en quechua. Para mi él fue uno de mis grandes profesores y desde chico me encantaba oír sus historias.

José Lerner había llegado como muchos judíos de Europa oriental escapando al racismo antisemita y a los pogromos impulsados por el imperio zarista y otros sátrapas anticomunistas. Los dos primeros pogromos se dieron en su natal Besarabia cuando él era apenas un bebé y las hordas zaristas atacaban los barrios yiddish donde saquean, incendian, violan y asesinan. Esa región sigue siendo la más pobre de Europa y hoy está dividida entre Ucrania, Moldavia y Rumania, en tanto que el pequeño pueblo de mi abuelo (tan chico, pobre y carente de asfalta como lo es Puña, la aldea de donde viene el actual presidente peruano electo) fue repartido numerosas veces entre Rusia, Rumania, la Unión Soviética, la Alemania nazi y Moldavia durante el siglo XX.

José Lerner murió 60 años después que su tocayo y coetáneo José Carlos Mariátegui. Siempre se mantuvo fiel a su “amauta” y hasta su último día reivindicaba su figura y herencia. Él esperó en lecho moribundo para conocer a mi primogénito, el cual sería el primero de sus dos nietos mayores en llevar su nombre. Apenas lo vio y se despidió de él se dejó llevar fuera de esta mundo.

Por haber impulsado la revista Amauta José Lener sufrió cárcel, persecución, destierro, deportación y hasta haber sido condenado a vivir en una cárcel donde parte de su cuerpo debía estar siempre debajo del mar. Él siempre me contaba que era el tesorero del equipo de Mariátegui y en los documentos de fundación del Partido Socialista del Amauta del 7 de octubre de 1928 veo que el cargo de tesorero es asignado a un judío rumano que aparece con seudónimo. Creo que es él pues al Perú no llegaron judíos de Rumania sino de Besarabia (la zona de habla rumana del imperio ruso de la que provienen los Lerner de Lima). Debido a la persecución que había hacia los rusos por “bolcheviques” mi abuelo, que de por sí llamaba la atención por ser un poco “gringo”, prefería aparecer con un nombre de pila y como rumano. Él también fue uno de los coordinadores de una huelga de hambre hecha por comunistas y apristas (en ese tiempo enemigos acérrimos) contra la tiranía de Sánchez Cerro, el único presidente electo del país que reivindicaba al Duce fascista Benito Mussolini.

Incluso cuando lo desterraron a Quito él siguió siendo un educador (“amauta”) de las ideas de la revista Amauta. Nunca jamás dejó él de identificarse con el mariateguismo.

Como la mayor parte de los judíos que llegaron al Perú él se dedicó al comercio ambulatorio y luego tuvo su propia tienda de ropa. La última de ellas, La Flor, en la calle de atrás del Congreso, fue la única que se salvó de las turbas que saquearon Lima el 5 de febrero de 1975. Se dice que cuando las muchedumbres estaban rompiendo las puertas de todos los establecimientos decidieron respetar La Flor debido a la naturaleza bondadosa de su propietario.

Sé que ahora muchos escribirán una serie de reconocimientos a Mariátegui y a varios de sus colaboradores, pero me corresponde a mí, como su nieto reivindicar la obra y herencia de José Lerner. Ese homenaje lo hago también extensivo a otras 4 personas que no compartieron todos sus ideales (pero sí muchos de sus ejemplos) y que han partido no hace mucho: a su hija mayor Sonia Lener (quien nació en su exilio en Quito), a su hijo político Nissim Eskenazi (ex médico de cabecera del Presidente Juan Velasco Alvarado) y a sus dos nietos mayores Harold y Geoffrey Alan Rosenffeld Lerner, los cuales por haber fallecido en la flor de su vida me dejaron a mí el puesto de ser el nieto vivo mayor de don José.

Homenajes

Quiero reivindicar también a las decenas de inmigrantes judíos que trabajaron con mi abuelo y con Mariátegui. Casi todos ellos venían de Besarabia y hablaban fluidamente no solo su natal yiddish si no también ruso, rumano, español, alemán, polaco, ucraniano, francés, inglés o búlgaro. Dentro de los que me acuerdo estaban Waldo Frank, Samuel Glusberg, Miguel Benzavi Adler y su novia Noemí Millstein, Jacobo Hurwitz, Moisés Helfgoff y su hijo Salomón. Recuerdo cuando solía visitar a los Helfgoff en su casa de Pueblo Libre y me hacían leer literatura donde defendían el primer país yiddish del mundo (Birobidján, creado a inicios de los 1920s dentro de la Unión Soviética, el mismo que se distingue de Israel en que no promueve el hebreo ni quiere un estado independiente uni-étnico).

La primera etnia que proporcionalmente más se identificó con Mariátegui , paradójicamente, no fueron la de los quechuas, aymaras u otras amerindias, a quienes más tarde les iría llegando su mensaje, sino la de los inmigrantes yiddish quienes en su propia carne habían experimentado la discriminación y los pogroms racistas y la revolución soviética.

El 19 de julio del 2021 el Jurado Nacional de Elecciones (JNE) resolvió comunicar oficialmente que el amauta Castillo había ganado las presidenciales. Nunca antes los resultados de un balotaje peruano habían demorado más de 6 semanas para ser declarados y a solo 7 días hábiles de la fecha oficial de la juramentación.

Castillo había vencido a Keiko, la primera dama de su padre Alberto Fujimori quien fuera mandatario peruano en 1990-2000. Fujimori ha sido el último dictador civil reeleccionista después de Augusto Leguía bajo cuyo oncenio autocrático (1919-1930) Mariátegui  lideró “Amauta”.

La proclamación oficial del JNE se dio exactamente el día en el cual se recordaba el 44 aniversario del gran paro nacional de la CGTP y de otros sindicatos mariateguistas, lo que dio la estocada final a la última junta militar que tuvo el Perú, la misma que fue comandada por el general Francisco Morales Bermúdez, uno de los militares retirados firmantes de una carta llamando al Comando Conjunto de las Fuerzas Armadas para desconocer los comicios que le dieron la victoria al partido Perú Libre de Castillo.

Precisamente, dicha paralización total, obligó a la dictadura castrense a convocar a una asamblea constituyente cuya carta magna rigió hasta que la última dictadura (la del fujimorismo) la reemplazó por una impuesta con fraude y represión en 1993. Una de las primeras tareas que propone Castillo es ir a una nueva asamblea nacional para elaborar una nueva constitución que reemplace a la de la última autocracia.

Cuando aún era menor de edad participé en dicho paro y en dicha época tuve el primero de una serie de arrestos por defender mis convicciones. Mi abuelo conversaba siempre conmigo acerca de nuestras ideas, las cuales tenían muchos elementos en común, aunque no en todo concordamos. A pesar de su origen euro-oriental mi abuelo hablaba un español perfecto y era un apasionado de la comida peruana y de los chifas (este “ruso” me enseñó a comer con palitos) y aprovechamos nuestras cenas y almuerzos para hablar de política. Siempre me aconsejó de que lo que mejor que podía hacer por mi pueblo era educarse en las mejores instituciones que pudiese, razón por la cual, a poco de morir decidí obtener grados y postgrados en la London School of Economics.

Me ha llamado mucho la atención de que una de las personas que más brilló en torno al debate presidencial ha sido la hija de un asesinado anterior secretario general de la CGTP fundada por Mariátegui. Es hermoso ver como los hijos y los nietos de discípulos del amauta transmiten la antorcha. Generaciones de Ledesma, Huillca y Calla seguirán la obra de sus progenitores que nunca sabrán callarse.

Al margen de lo que haga o no el nuevo gobierno, de que éste sea o no consecuente con las ideas de Mariátegui, o de que se le pueda apoyar o no; es todo un hito histórico que un maestro rural haya llegado por primera vez en la bicentenaria historia peruana a la presidencia enfrentándose a una tremenda maquinaria y mafia.  En nombre de José con el nombre yiddish de amauta celebró el triunfo electoral del amauta Castillo quien reivindica al amauta Mariátegui.

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