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Amenaza Trump: tristeza en la industria automotriz mexicana

Por David Santa Cruz

Villa de Reyes/AFP

Sobre el desierto pedregoso de San Luis Potosí descansan dos esqueletos blancos, gigantes. Son las estructuras de los edificios de la planta armadora que Ford canceló sorpresivamente.

La noticia cayó como agua fría.

La planta de Ford, con una inversión de 1.600 millones de dólares, pretendía consolidar el sector de la industria automotriz como uno de los principales motores económicos del país y de América del norte.

Pero Donald Trump, «nos quitó Ford para llevárselo», dice Concepción Segura, de 54 años, uno de los humildes pobladores más perjudicados por la decisión. El, su esposa y cuatro de sus seis hijos trabajaban en la construcción de la planta.

«El de allá de Estados Unidos (Trump) es el que está apretándonos las tuercas», dice Segura. El teme que si cierran más plantas habrá «mucha carestía y poco trabajo».

Ford Motor Company había dicho en varias ocasiones que no cancelaría sus planes, pese a las amenazas de Trump. Pero no cumplió.

Al costado de la fallida planta de Ford está Providencia, un poblado de 30 casas. Allí vive Teresa Contreras, una mujer de 34 años, que tenía mucha ilusión de estar trabajando en la compañía en el sector limpieza.

«Me dijeron que iba a durar como cuatro años y sólo fueron cuatro meses», se lamenta. No tiene idea dónde puede trabajar ahora.

San Luis Potosí revivió gracias a cientos de empresas transnacionales y la vida allí gira en torno a la industria automotriz. Las universidades cambiaron su enfoque para proveer de mano de obra calificada, ingenieros y administradores.

Sobre la carretera adonde están las armadoras, proliferan los hoteles ejecutivos y se construyen largas zonas habitacionales cercanas a los clusters industriales, pensadas para la clase media que crece desde que llegó General Motors en 2008.

Futuro incierto

«Veníamos creciendo muy bien pero con Ford iba a haber una aceleración de este crecimiento», explica Gustavo Puente, secretario de Desarrollo Económico de San Luis Potosí, al lamentar la cancelación del proyecto que aportaría al estado 2.800 empleos directos y 10.000 indirectos.

Pocos días antes de que el presidente electo estadounidense inicie su mandato, crece la preocupación sobre si Trump cumplirá las promesas de su campaña electoral, entre ellas que Estados Unidos se retire del Tratado de Libre Comercio de América del Norte (TLCAN), que permite al país latinoamericano exportar autos con arancel cero, o que imponga un 35% de impuestos a los autos producidos en México.

Y también la decisión de Ford podría provocar un efecto contagio entre otras empresas del ramo, golpeando al pujante sector que representa el 3% del PIB nacional.

En 1994, año en que entro en vigor el TLCAN, se produjeron en México 1.097.381 autos de los cuales se exportó el 52%. Al cerrar el 2016 la cifra de producción fue tres veces mayor con 3.768.268 unidades de las cuales se exportó 79,87%.

Piden calma

Sin embargo, no todos los proveedores de autopartes están preocupados.

Gunter Daut, vicepresidente en México de la alemana Bosch, cree que «es muy temprano» para hacer pronósticos sobre el futuro de la industria bajo Trump.

Luis Caballero, jefe de planta en TI Automotive, una marca global de capital estadounidense, se muestra optimista, no sólo porque su principal cliente es la alemana BMW, que inicia operaciones en 2019.

«No tenemos que tomarlo muy alarmante. Hay que confiar en los negocios que ya tenemos y en los planes de expansión», dice Luis Caballero.

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