Luis Arnoldo Colato Hernández
Educador
Los agrotóxicos son un recurso de uso común en la agricultura, familiar o industrial, por lo que su alcance no solo es local, trasciende en todo sentido, por lo que esta sola implicación debe ya llamar la atención por los efectos que tenga entre usuarios y consumidores.
Hay que subrayar que la evidencia arqueológica demuestra que en sus orígenes la agricultura sufrió por malezas e insectos, lo que llevara en el período tardío de la “Revolución Agrícola”, entre 12 y 10, 000 años atrás, al desarrollo de técnicas de cultivo que incluyo el uso de las llamadas “plantas amigas”, útiles para repeler de modo natural a las plagas, práctica de uso generalizado hasta muy recientemente, cuando la industrialización, hace 150 años impuso otro enfoque al desarrollo de la industria en general, basado en el expolio infinito de los bienes naturales, impuesto a un mundo finito y que evidencia crudamente como la codicia procura imponer su agenda también a la naturaleza, en las relaciones de producción.
Las tensiones políticas que derivaran en la gran guerra trajeron consigo el uso de una nueva arma de grado industrial: los gases venenosos, que barrieran sin miramientos con columnas completas de combatientes desprevenidos y desprotegidos, y que constituyen la base de los actuales agrotóxicos, nacidos de la guerra para sembrar la muerte desde la industria.
El agente naranja, sarín, cianógeno y mostaza son algunas de las variedades utilizadas en el presente, el primero por los EU en su guerra contra Vietnam y que aún ahora sigue provocando malformaciones y taras entre la población civil, pasados 40 años de finalizado el conflicto, lo que subraya sus efectos a largo plazo; o el caso del utilizado en Halabja contra la población kurda, por Sadam Hussein con apoyo estadounidense, en la década de los 80’s, y con la peculiaridad de no causar daños a la propiedad ni heridas a las víctimas, lo que explicaran los oficiales norteamericanos que razonaron entonces ante la prensa, describiéndolos más bien como ventajas.
Ahora bien y en el concreto uso de los agrotóxicos, debemos acotar como estos son responsables comprobados de cáncer, abortos, afecciones respiratorias, alteraciones genéticas, mutaciones, etcétera (OMS/OPS), que diversas organizaciones han comprobado sin dejo de duda y a pesar de las medidas preventivas que practiquen sus usuarios, campesinos en general y sus familias en particular, derivando además generacionalmente sus efectos.
Entonces los antecedentes nos dicen sin ninguna duda que el uso de estas sustancias debe regularse estrictamente, con la participación ciudadana como principal beneficiaria, reduciendo su uso y sustituyéndolo por otros recursos que respondan a las necesidades agrícolas salvadoreñas, observando a la salud como el centro de esta regulación y sin menoscabo de la calidad de los productos.
Otros ya dan ejemplo en este sentido [UE], y los beneficios no solo son para la salud de los consumidores, también para su economía, por lo que acá la discusión debe girar en torno a si debemos seguir beneficiando solo a los agroexportadores, o si beneficiamos en su totalidad a los salvadoreños.