Luis Arnoldo Colato Hernández.
Educador
La de nuestra región es una historia curiosa, pues compartimos cultura, idiosincrasia, identidad, etcétera; sin embargo la defensa del interés común es un tema completamente diferente: la agresión recibida por México durante el proceso electoral estadounidense y posterior al mismo, es por extensión una agresión al resto de naciones latinoamericanas; sin embargo y pese a ello llama la atención el que no haya una respuesta coordinada. ¿Porque?. Bien la respuesta se halla en la misma historia del bloque, al cual las grandes potencias han impedido siempre la unidad, promoviendo la disensión y hasta la confrontación para favorecer los intereses de aquellas, negando alguna incidencia en el devenir global.
El ejemplo que evidencia ello es el esfuerzo por constituir la Unasur, la CELAC, etcétera, organismos cuya labor es la edificación de la unidad latinoamericana; sin embargo ése esfuerzo ha sido torpedeado por la denominada “Alianza del Pacífico”, con pocos beneficios para los pueblos que desde nuestra región se le han sumado, México entre ellos, y sí para su promotor, Estados Unidos, y cuyo propósito primordial es el romper la unidad latinoamericana. Ello constituye un crudo ejemplo de nuestra afirmación.
¿Cómo a sido posible esto?
Comprando las voluntades de las élites financistas de la región, únicas beneficiadas de los procesos de ajuste económicos adelantados en los años 90, que deprimió y empobreció a los pueblos de todo el bloque, sin recuperarse a la fecha del shock que implico el fracaso de tales medidas en la región.
Solo el esfuerzo de los más visionarios y progresistas a permitido la construcción de una senda consecuente con las aspiraciones e intereses latinoamericanos, que tiene que afrontar de modo permanente el cerco ideológico, militar y económico que nos asedia, y que son los únicos que puntualmente señalaron desde su condición de Estados la agresión, no así quienes se alinean con el norte, y son por ello poco dignos de confianza.
¿Que sucede entre tanto con el estado mexicano?
No representando legítimamente a su pueblo le quedan dos probables vías:
Explotar el nacionalismo patriotero vacío de su folclore, o en su defecto, construir la institucionalidad representativa de la que carece, que se traduciría a su vez en la edificación de un estado moderno y viable.
Quizás sin proponérselo y si acaso lo último se concretara, el señor Trump aportaría significativamente y de modo positivo a la construcción de nuestra historia latinoamericana.