Por Jim Wastson/Nova Safo
Cannon Ball/Chicago/AFP
Los amerindios celebraban el lunes el rechazo del trazado de un polémico oleoducto en Dakota del Norte (norte de Estados Unidos), aunque la alegría podría verse empañada por los temores a que Donald Trump revierta la decisión cuando asuma la presidencia.
Miles de integrantes de tribus amerindias, además de militantes ecologistas y defensores de los derechos de los pueblos nativos, se reunieron el lunes en el nevado Cannon Ball en el norte de Estados Unidos, donde instalaron sus tiendas de campaña para protestar contra el proyecto de la empresa Energy Transfer Partners.
Desde abril, la tribu sioux de Standing Rock acusa a la empresa de querer hacer pasar el oleoducto, bautizado Dakota Acces Pipeline, por lugares sagrados donde están enterrados sus ancestros, amenazando al mismo tiempo sus fuentes de agua potable.
«Todavía hay cuestiones pendientes», relativizó Dallas Goldtooth, uno de los líderes de la protesta, tras la victoria obtenida el domingo cuando fue rechazado el trazado a través de ese estado.
Estaba previsto que el oleoducto atravesara cuatro estados a lo largo de 1.886 kilómetros y transportara el petróleo desde la frontera con Canadá hasta Illinois, más al sur.
«La gran pregunta es saber qué va a hacer la administración Trump», dice Goldtooth a la AFP, asegurando que los indígenas y sus partidarios son «muy, muy prudentes» en cuanto al desenlace de los acontecimientos.
El presidente electo, Donald Trump, que asumirá su cargo el 20 de enero, está más inclinado que su predecesor a aprobar este proyecto.
«Apoyamos la construcción» del oleoducto, dijo el lunes su director de comunicaciones, Jason Miller. «Vamos a evaluar toda la situación al llegar a la Casa Blanca y tomaremos decisiones en función de eso».
El futuro gobierno de Trump podría, potencialmente, revertir la decisión actual y otorgar el permiso de construcción.
La lucha sigue
El futuro presidente, quien según varios medios estadounidenses es propietario de parte de la sociedad Energy Transfer Partners, tenía previsto reunirse el lunes con Kevin Cramer, representante de Dakota del Norte en la Cámara de Representantes.
Éste último criticó una «desafortunada decisión que envía una señal espantosa» a aquellos que desean emprender trabajos de infraestructura en Estados Unidos.
El equipo de transición del presidente electo también se reunió con el senador de Dakota del Norte, John Hoeven, quien también apoyó el proyecto del oleoducto.
«La mejor manera de proceder de manera responsable y rápida es explorar las rutas alternativas por las que puede pasar el oleoducto», declaró el domingo Jo-Ellen Darc, subsecretaria de obras públicas del Ejército de Estados Unidos.
Energy Transfer Partners denunció por su parte una decisión «puramente política» de parte de la administración del presidente Barack Obama.
«No estamos opuestos a la independencia energética, al desarrollo económico o las cuestiones de seguridad nacional, pero debemos asegurarnos que esas decisiones sean tomadas con el aval de los pueblos indígenas», explicó el presidente de los sioux de Standing Rock, Dave Archambault.
La administración de Trump debería «respetar esta decisión y comprender el complejo proceso que nos condujo hasta este punto», agregó.
En esta lucha, convertida en un símbolo de la resistencia en Estados Unidos, la tribu recibió el apoyo de simpatizantes de diferentes ámbitos, como el político, el artístico y de unos 2.000 excombatientes que engrosaron la protesta durante el fin de semana, antes de un ultimátum de evacuar este lunes la zona ocupada.
En las últimas semanas, las fuerzas de seguridad reprimieron duramente las manifestaciones para bloquear la obra, que a veces se tornaron violentas.
La celebración de la victoria de la víspera daba paso este domingo a la movilización, según Goldtooth, quien aseguró: «Todo el mundo es consciente de que la lucha está lejos de haber terminado».