Página de inicio » Suplemento Tres Mil | 3000 » Analco DE PUEBLO LEGENDARIO A BARRIO EMBLEMÁTICO

Analco DE PUEBLO LEGENDARIO A BARRIO EMBLEMÁTICO

Wilfredo Mármol Amaya

Psicólogo y escritor viroleño

El historiador salvadoreño, viagra Jorge  Larde y Larín, treat presenta el testimonio del año 1740 del General Manuel de Gálvez Corral, here quien al hacer descripción geográfica sobre Zacatecoluca, también ubica a Analco de la manera siguiente: “A distancia de diez y seis leguas de la capital, San Salvador, por el mismo rumbo sur-este, se halla el pueblo de Santa Lucia de Zacatecoluca, y en un barrio de éste, que llaman San Sebastián Analco, tiene 12 vecinos españoles, 410 indios y 450 mulatos y mestizos, que son soldados de dos compañías que sirven para la guarda y custodia de aquella. Los pocos  españoles ya dichos, son los oficiales militares de las dos compañías que son vecinos moradores de este pueblo y dueños de las haciendas que se hallan inmediatas; tiene el referido pueblo por frutos: maíz, gallinas, ganado, cerdos, algodón; el terreno es de barro colorado, muy caliente y dañoso”. (Jorge Lardé y Larín. 31 de diciembre de 1920-8 de mayo de 2001)

Las raíces toponímicas de Analco son A, at, agua –Río; nal, en la otra orilla y co, sufijo locativo que significa: Lugar al otro lado del río, nombre que aplicaban los navegante a la posición más pequeña de una población, dividida únicamente por un pequeño río o una quebrada. En 1770, el Obispo y Doctor Petro Cortez y Larraz, manifiesta que “el añejo pueblo de Analco, esta contiguo a la cabecera de la parroquia de Santa Lucia Zacatecoluca. En 1807, el corregidor intendente de San Salvador, Don Antonio Gutiérrez y Ulloa en su descripción, manifiesta: “Analco”, pueblo accesorio al de Zacatecoluca.

Analco, es un pueblo de origen Yaqui o Pipil. No se sabe a ciencia cierta, cuando fue fundado; pero ya en 1740, como he señalado al inicio del presente escrito, se mencionaba en los reportes del General Manuel Gálvez Corral, donde manifiesta que “El pueblo de Zacatecoluca tiene como vecino al tal pueblo que los indígenas y ladinos llaman San Sebastián Analco”.

Un escrito de Pedro Novoa,  contenido en el librito en mimeo Homenaje a Santa Lucia Zacatecoluca, editado por José Roberto Monterrosa, en conmemoración del 160 aniversario de fundación de Zacatecoluca, fechado 11 de mayo de 2004, nos presenta bajo el título Analcuapa, en el cual hace un recorrido de su iniciativa investigativa: “Analco y Zacatecoluca fueron pueblos gemelos que vinieron al mundo geográfico e histórico y consecuentemente nada les diferenciaba en usos y costumbres. “¿Quiénes fueron los primeros habitantes que tomaron posesión de aquellas comarcas vírgenes?  ¿De dónde procedían y cuando llegaron?  ¿Serían tribus nómadas que tramontaron lejanos continentes hasta pisar aquellas tierras?

Cacateycoluca fue primitivo nombre de la hoy floreciente ciudad de Zacatecoluca que en la antigüedad pagana debió ser la capital de la belicosa Tribu de los Nonualcos y que posteriormente tuvo como jefe al intrépido indio Anastasio Aquino.

Pues bien, Analcuapa se llamó un pequeño río que corría de norte a sur, sirviendo de límite territorial a los municipios de Analco y Zacatecoluca (en la actualidad es la 4ta. Avenida que hace intersección con el Pasaje Angulo; el agregado es mío) y en las postrimerías del siglo pasado (1900), solo quedaba su cauce en cuya intersección al lado sur estaba construido un puente de gruesos tablones, colocados sobre bases de calicanto, favoreciendo el paso de peatones en período invernal; por el mundo descrito pasaba la carretera nacional de oriente a poniente o sea del río Zapuyo a la barranca de Guacachala  atravesando el centro de ambas poblaciones, así lo conocimos cuando ya entrábamos al uso de la razón. Analco con sus Barrios de San Sebastián y El Carmen fue anexado al Municipio de Zacatecoluca el 8 de mayo de 1900 (Por lo tanto su estatus político-administrativo, fue modificado por la Ley del 8 de mayo de 1900, la que decretó: “Anexase, como Barrio, el pueblo de San Sebastián Analco a la ciudad de Zacatecoluca.”) Dicen que recordar es volver a vivir y nosotros gozamos al rememorar los años felices de niñez y adolescencia pasados en nuestra querida Virolandia”, enfatiza el escritor Pedro Novoa.

Como puede observarse y así lo relata la historia,  San Sebastián Analco era un pueblo independiente de Zacatecoluca, que tenía su propia iglesia y su propia industria; es probable que la siembra de la vara de castilla y el bambú y la elaboración del canasto hayan sido parte de esta cultura autóctona, por algo Zacatecoluca fue también conocida como la ciudad del canasto.

En los años 60 del siglo pasado, era común encontrar en el Barrio de Analco talleres de canastos en las casa de los vecinos dedicados a su elaboración; particularmente los que tuvimos la oportunidad de ser niños en esos años, nos  preguntábamos porqué les decían artesanos, si estas personas eran verdaderos artistas, hacían maravillas con sus manos; Recuerdo a Don Andrés Colocho, quien murió en el año  1986, elaboraba sombreros, tumbillas, lámparas, prendas para la cabeza unas especies de cachuchas a partir de vara de castillas, Don Andrés Colocho también fue el productor de las famosas VIROLAS, un especie de gran canasto, mucho más grandes que las llamadas tumbillas. Otros artesanos fueron    Manuel Naranjo  y mi gran amigo Don Miguel “Chipe” quien asegura, tener  115 años de edad, (murió el 4 de enero de 2014), él también hacía canastos; mis vecinos Don Víctor Gómez “La vaca”  y todos sus hijos Ovidio, Víctor, Chungo y Neto participaban de dicho proceso;  Don Benjamín, a quien le decían Don Mincho  fue el comerciante que compraba la producción, forman parte de esta ancestral industria que en manos de los viroleños hacían magia.

El proceso de elaboración del canasto llevaba  más o menos  el proceso siguiente:

1. La vara de Castilla era traída al pueblo desde los pantanos de Ichanmichen, en manojos de 25 y 50.

2. Luego era puesta al sol para que se secara adecuadamente, no totalmente seca.

3. Era machacada con un mazo de madera de forma irregular,   el obrero se sentaba en un taburete  pequeño y hacia pasar la vara  sobre un trozo de madera que se ponía en el suelo.

4. Cuando estaba suficientemente golpeada, la vara era puesta, nuevamente  a secar.

5. Posteriormente era raspada en la superficie por todos sus lados, n utilizando unos “cutos” o también llamada técnicamente “La hoz” especialmente construidos  para tal fin, una especie de corvo recortado como de una cuarta de largo, y con una cachita o agarradero de redondo que era de un palo escogido por su durabilidad.

6.Cuando estaba debidamente raspado tomaba un color blanquecina la vara de castilla hasta dejar prácticamente el corazón de la vara; el artesano se sentaba sobre el taburete, se colocaba un pedazo de lona, o cualquier tela, nada más que gruesa sobre la pierda, agarraba la punta de la vara y comenzaba a jalarla hacia delante, por en medio de sus dedos del pie derecho, usando el dedo gordo para ello; y en forma habilidosa separaba con sus manos las vara en venas, de la misma medida, las cuales serían utilizadas posteriormente para la hechura del canasto.

7. La vena era puesta nuevamente al sol y luego con La Hoz era raspada, de tal manera que quedara de la misma medida y muy fina; a estas alturas la vena es completamente blanca.

8.Una vez el sol daba la consistencia adecuada, el artesano cortaba las cinchas que eran de la misma vara, (aplicando el dicho popular “que del mismo cuero salen las correllas”);  éstas se hacían machacando con mazo de madera, especialmente elaborado para tal fin, y luego raspándolo con La Hoz, hasta quedar las cinchas lisas, se colocaban a sol.

9. Sobre un banco alto de tres patas,  armaba el esqueleto del canasto, con la ayuda de su pie sobre las venas y empezaba la armazón con la vena de castilla, la cual era denominada “la armazón”, del centro a la periferia haciendo un especie de tejido de red de araña; cuando  estaba el centro ya terminado,  empezaba a doblar las cinchas hacia arriba y seguía tejiendo hasta concluir con la parte superior.

10. La parte superior del canasto, era concluida con las cinchas especiales, anteriormente elaboradas,  era tejida todo el alrededor, quedando el canasto prácticamente terminado;

11. El canasto es puesto al sol nuevamente; y al final el artesano lo pasaba por el control de calidad; quitándole aquellos hilos que estaban de más o pedacitos de venas que estaban sobre el canasto, con el propósito de que la gente no se hiriera cuando lo manipulara;

12. Los canastos eran puestos al sol en plena calle, adornando los barrios con la belleza de este trabajo;

13. La esposa del artesano los lleva al mercado para su venta.

Es importante señalar que muchas casas de Analco, se distinguían por la viruta de la vara de castillas en sus patios, señal inequívoca, que allí se hacían canastos; allá en la final de la 8ª calle poniente, mejor conocida como la “Bolsa” del Barrio Analco, lugar donde pasé mi infancia, era común encontrar  familias dedicadas a hechura de canastos; Don Carlos Ramos, quien vive el esperanza, al otro lado de la barranca Guacachala, al final del barrio La Bolsa, es uno de los pocos viroleños que se dedican en la actualidad a la elaboración del canasto,  esta actividad artesanal fue prácticamente extinguida  por la era inmisericorde del plástico.

ORIGEN DEL NOMBRE ANALCO

Sobre el origen  de Analco, no  se desconoce a ciencia cierta la fecha de su  fundación, sí hay seguridad que es ancestral de los mayas, pero que al ser absorbidos por los inmigrantes del norte, provenientes de México fueron formalmente incorporados por pueblo de origen Yaqui o Pipil; incluso su conversión  posterior al nombre de San Sebastián Analco, viene a confirmar la tesis de su origen del norte; de su potonimio “al otro lado del río” existe el antecedente del Barrio San José Analco en el Estado de Guadalajara, México, a cargo de los Padres franciscanos, quienes al fundarse Guadalajara cambiaron su convento a la otra banda del río, que después sería el Baño de las Delicias y la Plazuela de San Fernando. Con los padres se vinieron, prácticamente toda población indígena de Tetlán, compuesta por cocas y tecuexes. María Graciela Castillo Ramírez del Centro INAH Jalisco, 2003, en el trabajo de investigación, De la periferia urbana al centro citadino,  el barrio de Analco en la ciudad de Guadalajara durante el siglo XX, señala “Originalmente Analco fue un pueblo indígena situado “al otro lado del río” de San Juan de Dios, al oriente de la ciudad de Guadalajara, se fundó en los años cuarenta del siglo XVI, con naturales que acompañaron a los frailes franciscanos en el traslado de su convento de Tetlán a la ciudad española”; por lo tanto Analco, es un pueblo de origen Yaqui o Pipil.  Prosigue castillo Ramírez, “Sobre el primitivo pueblo de Analco no existen referencias históricas. La población indígena de este pueblo ayudo a edificar buena parte de la primitiva Guadalajara, faenas y trabajo; preferían los trabajos de habilidades artísticas y artesanales, pues Francisco Mafra nos dice que: “ Si saber leer y escribir fue causa de que muchos pueblos de Maxicaltzingo y Analco saliesen excelentes lectores, escribanos, músicos….”.  “También recibieron los perores tratos  y abusos de los españoles, Mota Padilla narra que: “Teniéndolos sino por esclavos, a lo mejor esclavizados, porque como los indios son ignorantes y en materia fiárseles o suplírseles no reparan, los dueños de haciendas los cargaban de crecidas cantidades, con lo les imposibilitaba desempeño: por lo que hizo se practicasen las leyes que prohíben el que a los indios se les fíen arriba de cinco pesos, que es lo que pueden pagar económicamente”. Ya para el año 1550, Analco tenía 500 habitantes; por su rápido crecimiento, y para principios del siglo XVII aumento a 3,000 por lo que Analco cobro importancia. Es importante señalar que de 1542 a 1543 se comenzó a construir una pequeña ermita de adobe y zacate en la parte sur de San José Analco, aquí se colocó una imagen de San Sebastián Mártir, que rápidamente cobra fama de muy milagroso en el pueblo indígena, sentencia María Graciela Castillo Ramírez, el estudio mexicano citado.

Una correspondencia al Analco de Zacatecoluca es que la Iglesia de San Sebastián de Analco, ha sido un  sitio de adoración para la gente de este pueblo  y no es casual que el patrono de la colonial Iglesia de Analco, sea precisamente San Sebastián, y es notable el hecho que cuando llegaron los españoles por estas tierras de Zacatecoluca, narran la presencia de indígenas en un lugar llamado Analco, que posteriormente, no se sabe exactamente cuándo, pero si, ya con la presencia de los españoles, fue llamado San Sebastián Analco.

A mediados de los años sesenta del siglo pasado,  todavía era “patrimonio” de los padres Franciscanos toda la jurisdicción de Zacatecoluca, incluyendo la Iglesia de Analco; se recuerda con estimación a los padres Rufino Bugitti, Alejandro, Cosme  Espezoto; y la madre Margarita Tejada, todos perecientes a la orden de los Franciscanos.

Un templo necesitado de ayuda

Es el título que el periodista José Osmin Monge con fotografías de Julio Cesar Avilés, en el Diario de Hoy del 19 de abril de 2001 que recogen la situación de la Iglesia de Analco, luego de los terremotos del 13 de enero y 13 de febrero de ese año. A Septiembre del 2005, la reliquia viroleña sigue en espera de la decisión gubernamental para salvaguardar su expresión histórica.

El documental recogía la devastadora acción de los movimientos telúricos: “La Iglesia San Sebastián Analco, en Zacatecoluca, La Paz, resultó dañada por el terremoto de febrero. Hasta el momento ha sido poca la ayuda recibida para levantar el templo. Más de doscientos años de historia se vinieron abajo en el barrio Analco de Zacatecoluca. La iglesia San Sebastián no soportó la fuerte sacudida de febrero. Las gruesas paredes, construidas de calicanto y adobes, resultaron afectadas, al igual que las antiguas columnas de madera, que se hallan a lo largo de la nave central, que sufrieron un considerable desnivel. Su blanca fachada tampoco escapó de la fuerza del terremoto; la parte superior y uno de los costados fueron desprendidos, dejando a la vista los pedazos de ladrillos y de tierra que conformaban la mezcla de albañilería con la que estaba hecha.  Hoy en día, la iglesia permanece vacía, esperando ser restaurada o demolida. El sacristán es la única persona que cuida de esta casa de Dios, que guarda las bancas de madera y los retablos donde se exhibían las imágenes de los santos y de las vírgenes. Según el párroco Sarbelio de Jesús Alfaro, se desconoce cuál será el futuro de lo que queda del templo, ya que no se sabe el dictamen del Consejo Nacional para la Cultura y el Arte (Concultura), que realizó algunos estudios en el inmueble.  “La Iglesia católica también contrató ingenieros para que llevaran a cabo estudios, una de las sugerencias de estos estudios es que la demuelan en su totalidad. Pero nosotros no podemos hacer nada. Todavía estamos esperando respuesta de Concultura”, expresa el padre Sarbelio. El Arzobispado construirá un templo provisional a un costado del dañado. Esta galera será construida con fondos de la iglesia y con la ayuda de entidades y personas altruistas. Cáritas de Zacatecoluca ha donado parte del material de construcción”, expresa el sacerdote. Para la demolición y la reconstrucción del templo se estima un monto aproximado de cinco millones de colones. El padre Sarbelio agradece a los feligreses y a las empresas que ayudarán a levantar la iglesia de San Sebastián.”

En agosto de 2005, se conoció una información que indicaba que en el  Barrio Analco habitan alrededor de unas 30,000 personas en un promedio de unas 15,000 unidades habitacionales; con los  terremotos de enero y febrero del 2001 fue destruida la iglesia colonial de Analco, sin que a la fecha se visualice su restauración, dejando en peligro, la posibilidad  de privar a las futuras generaciones de apreciar sus antecedentes históricos, inmediatos.

Sin embargo El Comité Pro Rescate del barrio Analco logró culminar la reconstrucción de la Iglesia colonial de Analco, con su color blanco esplendoroso, gracias a las gestiones de su presidente, el Lic. Alberto Estupinián. El Alcalde de la época Medardo Alfaro, no llegó a la inauguración, pues también estuvo ausente del proceso de reconstrucción de la legendaria Iglesia colonial del barrio Analco; por cierto este Alcalde Alfaro cubrió de asfalto las bellas calles empedradas del barrio Analco, otrora insignia de los viroleños. Error histórico de Medardo Alfaro, Alcalde en el periodo del 1 Mayo 2006 al 30 Abril 2009.

Ojala y en el futuro Alcaldes y Alcaldesas conocedoras de la historia rescaten las pocas calles empedradas que hablan de las raíces culturales y del  orgullo de ser viroleño. Al parecer se ha iniciado con las calles aledañas al campanario de la Iglesia Analquense,  que fuera construido en 1936 por don Gregorio Mendoza y Pablo Catedral Aparicio.

A lo mejor y futuros Alcaldes sorprenden, a manera de reivindicación histórica, con la colocación de nombres de calles y avenidas de aquellos jóvenes Analquense que ofrendaron de manera generosa su sangre para las trasformaciones  de la patria nuestra, loor a las Familias: Menchú, Surio, Ramos, Nóchez y Caminos, no les hemos olvidado y son partes de nuestros ejemplos en el ahora.

Ya sea ha dicho que “para entender al ser humano, es preciso conocer sus recuerdos. Lo mismo puede decirse de una nación.”

No hay dudas,  la sociedad viroleña tiene al barrio Analco para la eternidad de nuestras memorias y la 4ta. Avenida por la división de lo que fueran en antaño la línea fronteriza entre los pueblos Zacatecoluca y Analco.

 

Ver también

Nacimiento. Fotografía de Rob Escobar. Portada Suplemento Cultural Tres Mil, sábado 21 de diciembre de 2024