Ana Gloria Carranza
Carmen Eugenia Pinto *
“…Amad a vuestra patria, online estudiad vuestra historia, cheap conoced vuestra idiosincrasia, viagra sed salvadoreños profundamente” (Monseñor Romero, 1,1,78)
Admiramos la salvadoreñidad del presente gobierno. Observamos un cambio trascendental en su cultura política. El esfuerzo de llevarnos a través de la educación a trabajar en nuestra identidad cultural es trascendental. Estar en armonía con la gente y la naturaleza nos lleva a nuestras raíces a través de actitudes solidarias manifestadas en sus programas de gobierno, ya que la solidaridad y la vida en comunidad fueron dos de las características fundamentales de nuestros pueblos originarios.
Los gobiernos anteriores practicaban esquemas con características cerradas, exigiendo sin compartir, callando las críticas, minimizando el valor del servicio a las mayorías.
La solidaridad es básica para la democracia, por ejemplo, si el empresario no piensa en los obreros y se preocupa sólo en sus ingresos, no hay democracia.
Ahora, tenemos un gobierno incluyente, respetando a la ciudadanía, aceptando como una colaboración las críticas al sistema, manifestando así la libertad de expresión, administrando los bienes de nuestro pueblo con rigor para dar oportuna respuesta a las demandas.
Sin desatender a la niñez y adolescencia al proporcionarles tecnología de punta con el merecido programa: “Un niño, una niña, una computadora” que con gobiernos anteriores era beneficio de unos pocos y ahora un servicio para las mayorías, reteniendo así para un futuro a nuestros jóvenes, preparándolos para su incorporación al sistema económico y laboral de nuestro amado país.
Asimismo, admiramos el replanteamiento del presente gobierno a nuevos esquemas de producción en favor del colectivismo y el trabajo cooperativo, que incluyen los programas agrícolas, los cuales desaparecieron a fines de los 80´s con el inicio de la gestión gubernamental de la derecha política en 1989, que coincidió con los replanteamientos de la economía neoliberal que envolvió a nuestro país.
Reflexionemos para que la salvadoreñidad se extienda a los sectores empresariales, generadores de empleo. Para que no se vuelvan expulsadores de mano de obra salvadoreña.
Saltando barreras ideológicas y políticas nos daremos cuenta que tenemos más similitudes entre nosotros, hermanos, que diferencias, para solventar.
No polaricemos. Somos hermanos salvadoreños. Tenemos el privilegio de vivir en un bellísimo país. Donde podemos todos vivir con paz, seguridad y dignidad. Sólo así podremos continuar con la esperanza del Buen Vivir.
*Amigas CAPI