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Anotaciones a actualizar y revisar

Francisco Javier Bautista Lara

Al finalizar cada año existe un momento propicio para volver sobre las anotaciones escritas y no escritas de personas y organizaciones. Son de distinta categoría e importancia, cialis confidenciales y públicas, look con diferente propósito, absurdas o relevantes, sobre lo pasado o pendiente, llevadas por obligación y sin ningún provecho, por simple necedad, vicio o afición.

Los contadores registran las operaciones del negocio; los cronistas los resultados de los deportistas en diferentes disciplinas; los estadígrafos los datos de cualquier tipo según su ámbito; los maestros las calificaciones de sus estudiantes; la policía los delitos, las víctimas y los detenidos; los presos marcan en las paredes de la celdas o en el calendario los días que llevan encerrados; los enfermos cuentan el tiempo postrados, los estudiantes lo que falta para finalizar el curso; los empleados, policías y militares –sin puestos relevantes-, cuentan los años y meses pendientes para jubilarse.

El polémico escritor Fernando Vallejo, según reitera en sus novelas, ensayos o “peroratas”, dice llevar en orden alfabético los nombres de las personas muertas que conoce o se entera, es “una contabilidad escrupulosa. Ochocientos cincuenta y seis en el momento que hablo” (2013), dice que “uno no llora por los muertos: llora por uno mismo. Los muertos no están. Yo soy el que sigo aquí, anotando, inventariándolos”. Su nombre, para evitar omisión, lo escribió al final de su “libreta de muertos”, después de varias hojas en blanco.

Quien escribe esta nota, lleva dos anotaciones. Una desde hace dos décadas, los títulos de los libros leídos con una breve referencia, es un registro cuyo propósito es evitar que la memoria traicione, dado que la lectura es una de sus principales aficiones y en ella aprovecha parte del tiempo. La otra anotación desde hace cinco años, para recordar los sueños que con frecuencia tiene en diversos escenarios y circunstancias, piensa que es material útil, no solo para no olvidar los oníricos mundos, sino como insumo para las ficciones que escribe.

Hay personas que dicen -he tenido referencia en lo que leo o escucho-, que anotan  nombres de pueblos, ciudades y países que visitan, películas que ven, juegos o conciertos a los que asisten, melodías que interpretan o cantan, personas que conocen. Esto último se ha “virtualizado” por las redes sociales que permiten elaborar “listas de amigos”, – sin conocerse-, entre quienes comparten desde ridículos comentarios o fotos, cotidianas circunstancias, hasta las más interesantes e ilustradas. Un viejo científico que Murakami menciona en su novela “El fin del mundo y un despiadado país de las maravillas”, colecciona y registra datos de cráneos para sus raros estudios. Algunos anotan nombres de hombres o mujeres con quienes se han acostado, registran la colección de estampillas, monedas, billetes, postales, fotos, videos, etc.

Otros, como el poeta José Cuadra Vega, cumplió (2014) un centenario de nacido y dos años de fallecido (Vallejo, por no conocerlo, no lo anotó en su listado), contó 97 años de vida, tantos tenía que, por el peso que implican dijo que podría “regalarlos en racimos”. Jerónimo Álvarez amenaza con alcanzar un siglo, lleva la cuenta de muchos años cumplidos y recuerdos guardados.

Al concluir este año repaso los dos listados que escribo y también las otras anotaciones no escritas que llevo en mi memoria, según la suma de años a la que se agrega el actual. Reviso para corregir, para identificar lo pendiente en el camino que recorro. ¿Cuáles anotaciones usted estimado lector o lectora  actualiza y revisa?

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