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Ante acciones guerristas, discursos de paz

La semana pasada, treatment el Gobierno de Honduras, en un verdadero acto de provocación, inauguró un helipuerto en la isla salvadoreña Conejo, en el Golfo de Fonseca, con lo que no solo desafiaba al Gobierno de El Salvador, sino que dejaba ante los ojos del mundo, su evidente inclinación por lo militar.

Si bien el islote tiene una ubicación estratégica, sobre todo, responde a la soberanía salvadoreña. El Presidente de El Salvador, Mauricio Funes, presentó una “enérgica protesta” ante su similar de Honduras, por la construcción de un helipuerto en la isla Conejo, y solicitó la desocupación inmediata, pero, ha privilegiado el diálogo y los mecanismos diplomáticos, contrario a las acciones guerreristas de Honduras, que, lastimosamente han hecho eco en el partido de oposición ARENA, que ha pedido del Gobierno “más agresividad” en la respuesta hacia Honduras.

El Salvador, al igual que Nicaragua y Guatemala han mantenido históricas guerras civiles, tras finalizadas se han comprometido a privilegiar el diálogo como único método para resolver diferencias de todo tipo.

El Salvador y Honduras, ya acudieron a tribunales internacionales para dirimir diferendos limítrofes, de ahí, en el caso de Conejo, la vecina Honduras debe descartar cualquier acto de provocación.

Las amenazas guerreristas de Honduras, que insistimos, no encontrarán eco en El Salvador, iniciaron en septiembre del año pasado, cuando el Gobierno de Honduras, izó su bandera nacional en ese minúsculo islote salvadoreño.

La isla Conejo, y así lo dicen hasta libros históricos catrachos, es propiedad de El Salvador, de ahí que, el reclamo salvadoreño a una violación de la soberanía es legítimo.

“Mi Gobierno le presenta su más enérgica protesta al Gobierno de la República de Honduras por la realización de tales hechos, así como por las declaraciones vertidas en dichas ocasiones”, expresó el Presidente Funes en la correspondencia oficial.

La nota de protesta del gobierno salvadoreño fue enviada también al secretario general de las Naciones Unidas, Ban Ki-Moon, para el conocimiento del problema.

Nos parece que meter a las Naciones Unidas en este asunto es correcto, en la lógica de dar respuestas diplomáticas y racionales a una acción irracional de Honduras.

Y es que ante acciones de guerra, los discursos de paz deben ser la respuesta. El Salvador está obligado, entonces, a profundizar más su accionar diplomático para que Honduras abandone Conejo, y regrese la tranquilidad total en el itsmo, y, sobre todo, para continuar las labores multinacionales que le permitan el desarrollo al Golfo de Fonseca.

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