Miguel Ángel Dueñas Góchez*
Me contaba un vigilante de una colonia, que venía de un lugar bastante remoto y sus creencias religiosas, siempre habían sido las relacionadas a la iglesia católica romana, asistía a la iglesia de su pueblo y contaba que nunca observó ningún problema de discriminación entre su vecindario dentro de la iglesia.
Ahora, al prestar sus servicios de vigilancia, conoció a una mujer con quien se acompañó y piensa casarse. Uno de estos días una sobrina solicitó que él y su esposa le sirvieran de “padrinos” para poder bautizar a su hijo en la parroquia de la colonia donde presta vigilancia. Me sigue contando, el domingo pasado fuimos a bautizar a mi ahijado, pero quienes asisten a la parroquia, son personas de la colonia, primero estaban dando la “la paz de Dios” entre ellas, pero donde nosotros (mi esposa y yo), no llegaron. Luego el párroco solicitó quedarse para el bautizo de su ahijado, pero solamente cuatro personas con cara de hipocresía se quedaron, aunque le conocía la mayoría.
El comentaba que ¿si ante Dios todas las personas somos iguales, por qué esa discriminación ante personas humildes o “de su clase”? En un estado de ánimo bastante bajo, decía: -¿por qué las personas actúan de esa manera?, si cuando abren el portón son muy amables y me saludan, pero en la iglesia frente al sacerdote sufrí la peor discriminación que puede haber sufrido un ser humano en esta tierra, concluyó diciendo en su comentario: ¿será que solo ellas gozan de moral o serán salvas?-.
Es en este contexto donde se vuelve necesaria la laicidad basándose en principios intrínsecos y democráticos, imperando los Derechos Humanos, tales como la libertad de conciencia, la igualdad de derechos sin privilegios ni discriminación y la universalidad de las políticas públicas. Además de garantizar la independencia efectiva del Estado con respecto a cualquier confesión religiosa, eliminar todo privilegio o discriminación en el trato económico, sean religiosas o no (igualdad de derechos ante la Ley y separación de los ámbitos público y privado), y garantizar una educación laica como derecho universal, igual e integrador, dentro de un proyecto común de ciudadanía.
* Lic. en Relaciones Internacionales