Carlos Girón S.
“Señores y señoras aquí presentes, healing los invito a soltar un atronador aplauso y una felicitación estruendosa para quienes han parido la genial idea de incrementar el impuesto del IVA para que todos nosotros, sovaldi sale todo el pueblo trabajador, tadalafil se sienta más feliz y tenga una vida de mayor abundancia”. Este burlón saludo matinal lo lanzó con euforia, en el Ágora Cuscatleca (antes Plaza Libertad), un mecánico sin trabajo que se identificó como Ruperto.
Julián, el vendedor de sorbetes de carretón, comentó: “Están bien los aplausos y las felicitaciones, pero digan ¡¿quién diablos ha propuesto tan idiota idea que me va a obligar a subir el precio de mis sorbetes¡?
“Y quiénes iban a ser sino los mismos que inventaron esa estupidez del IVA en nuestro país, como grandes copiones de babosadas de otras partes!”, refunfuñó el vendedor de hot dogs, Arcadio.
“Según las noticias, son diputados de la Asamblea Legislativa los que quieren mejorarnos nuestras condiciones de vida”, se asomó a decir la vendedora de café con pan que llega a diario al Ágora, para enterarse y comentar sobre los acontecimientos de nuestro país.
“¿Y no dicen que esos diputados son nuestros representantes, representantes del pueblo, para defender lo que más nos conviene a todos, no para echarnos a las espaldas cargas con las que ya no aguantamos, pues?”, dijo Pedro, el carpintero sin oficio, que llega a buscarlo todos los días al lugar.
“Pero, ¡qué barbaridad!, es una grosería que nos quieran robar con más IVA lo que el presidente Sánchez Cerén nos ahorra dándoles útiles escolares, uniformes y zapatos a nuestros hijos, que van a la escuela contentos y con deseos de estudiar mucho y donde reciben también su vasito de leche que los alimenta”, acotó la vendedora de pupusas con loroco y café de palo.
Junto a la acera estaba un señorón chapudo y cachetón, al timón de un carro Mercedes Benz bastante nuevo, que se había entretenido oyendo los comentarios de aquella gente del pueblo sobre la preocupación por la amenaza del mayor pago de IVA. Socarronamente les dijo: “Miren, lo que soy yo, no me aflige ni preocupa si le suben o bajan a ese impuesto. No es por nada, pero como tengo cuello, a mi no imponen ni ese IVA ni renta, ni nada. ¿Por qué? Tengo una mi empresa y todos los años declaro pérdidas y así, el Gobierno me compensa en vez de quitarme. ¿Verdad que es justo? ¡Ah! Y no sólo yo. Otros igual a mi reciben ese trato preferencial. Por eso somos un país ejemplar, nos admiran en otras partes. Pobrecitos ustedes, ai nos vemos, salú”, dijo y arrancó ruidosamente su merche benz.
“Ah, pero de seguro él si les aplica el IVA a los que trabajan con él, y se queda con el impuesto”, dijo Julián con cólera.
“¿Y por qué dianches estarán amenazando con subirnos el IVA?”, preguntó el fontanero Raúl quejándose que desde hace días no le salen trabajos y que sólo su mujer va a lavar y planchar ajeno para tener para los frijolitos en la casa.
Francisco, el electricista desocupado, dijo que aunque sea de vez en cuando hay que ojear los diarios, donde indicó que ha visto que se necesita más pisto para la lucha contra el crimen y la inseguridad que golpea a todo el país y que siempre se recurre a castigar más a los que no tienen ni para comer, y sacar de sus costillas los fondos que se requieren para esas necesidades.
“Una barbaridad, una sangronada”, dijo una señora del mercado que se había detenido un momento a oír los comentarios. Y agregó: “Ustedes han leído que los ricos le deben al Estado una millonada, más de 300 millones de impuestos que se niegan a pagarle, y ustedes saben que con ese pisto ni habría necesidad de prestar plata al extranjero, ni menos encaramarnos al lomo más impuestos como ese IVA”.
“¿Y qué más impuesto quieren que el que ya tenemos con la grosería que hizo ese ´negro del batey´ zampándonos la dolarización, para estrenarnos en el nuevo milenio, que nos ha encarecido terriblemente las condiciones de vida?”, protestó la vendedora del canasto con productos de belleza que se mantiene en la zona.
“¡Ahhh, ese negro consentido, niño bonito del fiscal general, que lo tiene “preso” en su residencia, viviendo a cuerpo de rey, esperando que nuestra “justicia” lo deje finalmente en libertad como un angelito inocente y puro, que no le ha hecho ni hace daño a nadie, sólo robarse el pisto taiwanés que venía para todos nosotros”!, dijo iracundo el vendedor de hot dogs.
Un vendedor de paletas llamado José, preguntó: “¿Y creen ustedes que los diputados tengan valor de aumentarnos, de castigar al pueblo con más IVA?”.
“Los arenosos sí, pues se dice que son ellos los que han parido y lanzado tan grosera propuesta en el que llaman salón azul”. Respondió el sorbetero.
Pedro, el carpintero que recién aparecía en el Ágora atinó a decir: “En cambio, miren lo que hacen los del Frente: el alcalde Nayib está librando del pago de tasas municipales a 7 mil familias sin recursos de esta área capitalina. No le está robando al pueblo sino dándole ayuda para que no pasen más aflicciones. Ven ustedes que eso va al ritmo de lo que hace este segundo gobierno del Frente, ayudando a los necesitados”.
Volvió a hablar el paletero: “Una paleta, dos paletas le regalaré a quien diga quién diablos, en qué gobierno se les impuso el IVA a los salvadoreños”.
En coro respondieron varias voces: “¡Cristiani!, ¡Cristiani! (´el del abono japonés desaparecido, el de los bancos bajo el brazo´, se oyó que rumoraban). Fue en ese primer gobierno arenoso que se decidió castigarnos a los salvadoreños con ese malvado impuesto que hoy pretenden incrementar, no contentos con todo el daño que nos hicieron por tantos años”.
¡Ah no, pero no, hoy no dejaremos que nos sigan golpeando de esa manera! Desde ya les pedimos a los otros diputados, del Frente y los otros patriotas, que levanten en el salón azul un muro impenetrable, infranqueable, que impida esa otra grosería arenosa contra nosotros, las grandes mayorías de ciudadanos luchadores por nuestra querida Patria.
La vendedora de café con pan dijo por último: “Ya ven, yo por eso decía la vez pasada, cuando la anterior elección de diputados y alcaldes, que votáramos masivamente por el Frente para ganar la mayoría absoluta en la Asamblea y así impedir que los arenudos pudieran ser un freno para las iniciativas de ley a favor de nosotros, las grandes mayorías del pueblo trabajador. Ahora no se tuvieran esas amenazas y temores de que sigan atentando contra nuestros intereses”.
“Todos dijeron: “Tiene razón, en las próximas elecciones así lo haremos. Es necesario”.
También en las elecciones presidenciales venideras para que no quiten la ayuda a los estudiantes de primaria y bachillerato”, alcanzó a decir el vendedor de lotería que llegó después.
“Lo prometemos como consigna”, volvieron a responder todos los circunstantes en el Ágora Cuscatleca, y fueron dispersándose cada quien por su lado.