APRENDER A COLABORAR CON LO INEVITABLE
Por Wilfredo Arriola
Las llaves perdidas, la comida acabada, la oferta sin comprar, la dieta sin cumplir, el mensaje sin contestar, el examen sin superar… esas pequeñas formas necesarias de aprender a tolerar la frustración. Llevarse bien con el fantasma que llevamos dentro no es tarea fácil. En la medida que nos develan esa otra parte de nosotros nos enteramos de muchos terrenos baldíos dentro de nosotros mismos. Nos llena la amargura como primera fase, como segunda el enojo y como tercera la frustración. Salirse, contemplarse desde fuera y vernos sería un estupendo ejercicio para entrenar la lástima o la consideración, aunque siempre he considerado que la lástima es una forma sutil del desprecio. La lástima sin acción es solo prometer ser buena persona, pero sin cumplir lo que sentimos.
El verbo frustrar (privar del resultado esperado) viene del latín frustrare (frustrar, equivocar, estar engañado, también tergiversar), derivado de frustra (en vano, inútilmente); también se dice que estaría presente en la palabra fraus, fraudis, de donde sacamos fraude. Volver a las etimologías siempre nos da pistas de lo que sucede cuando usamos las palabras para expresar nuestras emociones. Hay quienes distan de manera abismal de quienes son, a la hora que presentan estas formas de frustración se convierten en unos desconocidos, o ¿nos mostraran su verdadera esencia? Aunque la palabra tolerar signifique soportar, admitir, permitir algo que nosotros no avalemos del todo, es complicado mantener un equilibrio de armonía para domar así nuestras reacciones más salidas de tono. A todos nos ha pasado: en ese ataque de ira decimos más de la cuenta. Eso nos ha acarreado problemas de convivencia y si no, hemos dejado entrever un mal ánimo para quienes nos rodean. Lo que después queda es la conciencia girando como pez en una pecera, quedamos inquietos y con ganas de enmendar el pasado.
Conocerse y comprenderse es una sinónimo de maestría, las almas más trabajadas lo pueden practicar de una manera excelsa. Encaminarse se puede lograr conforme pasa el tiempo, pero habrá que tener unas gafas adicionales para entender lo acontecido, así como también a otros que nos hagan ver la manera en que nos comportamos en los limites que nos presenta el porvenir.
Hay que aprender a colaborar con lo inevitable, a cambiarle si es posible el guion al destino y modificar desde el autoconocimiento lo que se viene. La sabiduría tiene muchas aristas, pero siempre llegan al mismo puerto, ya lo dice Eclesiastés 10: 12: «Las palabras del sabio son placenteras, pero los labios del necio son su ruina». El silencio será entonces un lugar para meditar sobre el pasado, detenerse y mirar con otra perspectiva la frustración cuando suceda. El error es parte del engranaje del éxito, comprenderlo fomentará el avance en el mapa de nuestra vida.