*Martí Boada Juncá
Tomado de Agenda Latinoamericana
Mi compromiso en el estudio y defensa del territorio y del medio ambiente, no es el resultado de una vivencia intelectual de base esencialmente académica del mal llamado primer mundo, es una posición que parte desde una base modesta y proletaria, en el sentido más pre industrial del término. En mi ambiente familiar y social aprendí el respeto a la Madre Tierra, la Pachamama, como aprendí más adelante en las culturas indígenas.
Empecé mi camino de denuncia y lucha trabajando en campañas colectivas para frenar el urbanismo especulativo que azotaba nuestro territorio, de crítica al modelo productivo industrial, que operaba sin límites ni control en los vertidos y emisiones industriales tóxicas. Ante tantos impactos orienté mis acciones hacia lo que sugería el ecólogo Margalef, una línea de actuación que ayudará a la superación de la intensa crisis ambiental que se nos venía encima, basada en el principio de capacitar para comprender. Continué trabajando desde la educación ambiental, para la motivación y sensibilización de la población escolar desde una perspectiva interdisciplinar y holística, los paisajes entendidos como una expresión de historia natural y de historia social.
En 1995 Nelson Mandela, en la concesión del Premio Global 500 otorgado por el PNUMA, ya expuso un mensaje decisivo diciendo que no olvidáramos jamás que la gran causa de lucha social de futuro de la humanidad sería la lucha por el medio ambiente. De aquí emana el compromiso en la lucha para subvertir las formas de relación de los humanos con el Planeta, hacia la búsqueda de fórmulas basadas en la equidad y la sostenibilidad.
Desarrollo sustentable y cambio global
Con estos ambages iniciamos unas líneas de trabajo al entorno del concepto de desarrollo sostenible, que según la Comisión Mundial sobre el Medio Ambiente y el Desarrollo (WCED), es aquel desarrollo que satisface las necesidades del presente sin comprometer la capacidad de las generaciones futuras para satisfacer las suyas propias. Si una actividad es sostenible, virtualmente se puede mantener por tiempo indefinido. El fundamento de la vida sostenible está en el establecimiento de una ética basada en el respeto y la consideración para todos y cada uno de nosotros y para con la Tierra. El desarrollo no puede conseguirse con cargo a otros grupos o generaciones futuras, ni debe constituir una dificultad para la supervivencia de las otras especies. El principio de sostenibilidad tiene numerosos detractores y una enorme dificultad de implantación sincera. Se propone frenar el aspecto más insignificante y arriesgado de nuestro sistema de pensamiento económico moderno: el dogma de la necesidad del crecimiento continuo.
Durante veinticinco años hemos orientado parte de nuestro trabajo académico de investigación en Latinoamérica, realizando tareas de cooperación e intercambio científico en materia de medio ambiente, etnoecologia y sostenibilidad. Con todo probabilidad lo más notorio de nuestra experiencia ha sido que hemos ido a aprender, es decir, en la dirección contraria a la habitual, nuestros trabajos han bebido de una actitud de aprendizaje, es decir, unos estudiosos procedentes del Primer Mundo, deseosos de aprender de las aportaciones innovadoras de unos países que se debaten en una lucha desigual, en la que los planteamientos de un desarrollo sostenible, suponen una esperanza real.
Iniciamos nuestro periplo el año 1997, con un grupo de ocho estudiantes de grado empezamos nuestros trabajos de investigación-cooperación en México, inicialmente fuimos recibidos por la Universidad Autónoma de Zacatecas, las primeras tareas de acercamiento a las problemáticas ambientales, empezaron en la diagnosis del impacto de la salud de la población del entorno de la laguna Guadalupana.
En territorio del pueblo huichol en la zona de Mezquitíc, vivimos las primeras elecciones municipales con participación de la comunidad indígena, no sin tensiones políticas por parte de los poderes fácticos. Trabajamos las problemáticas forestales de la zona de Monte Escobedo, tensiones entre “talamontes” y especuladores con la población campesina, participación en el proceso electoral, la población local apreció nuestro trabajo en los debates informativos.
Una zona forestal de notable interés, el cañón de Juchipila, con bosques excepcionales de un endemismo único: el pino Azul, despliegue con el campesinado local de un programa de puesta en valor para el desarrollo de una estrategia de turismo sostenible.
Otra línea de trabajo participativo local lo desplegamos en materia de minería de explotación de plata, plomo y oro a cargo de multinacionales canadienses y norteamericanas. La lista sería realmente muy larga, hemos enfatizado Zacatecas por el carácter pionero en cuanto a nuestra acción. Lo más notorio sin duda fue que éramos verdaderos aprendices del conocimiento popular, realmente nos ayudó a permear en lo que seguidamente fue nuestro aprendizaje más notorio. Simultáneamente con la estancia en Zacatecas, empezamos a desplegar trabajos en el estado de Michocán, principalmente con dos entidades académicas de la ciudad de Morelia, la Universidad “nicolaita” y el Instituto de ecología de la UNAM, campus Morelia.
Tuvimos la oportunidad de trabajar con diferentes estudiosos del medio, entre ellos Víctor Toledo, Madrigal, Vargas, etc. Aprendimos una nueva formulación: el “diálogo de saberes”, que ha sido clave para una nueva perspectiva metodológica, en la que sin renunciar del método científico, incorpora otras forma de conocimiento, campesino, indígena, de las mujeres, situándose lejos de cualquier paternalismo académico formal, dando el mismo rango de valor a cada una de las fuentes.
La región michoacana, tiene una importante población indígena purèpecha, con autoestima, lengua ordenada y usada. El conjunto de trabajos realizados en Michocan son realmente extensos. Algunos trabajos desplegados en estos territorios son de gran complejidad, caso Tierra Caliente, con mucha violencia o territorios impenetrables controlados por càrteles narcotraficantes.
A la vez dispone de unos paisajes forestales excepcionales, es una región de especiación de pinos y encinos, de gran interés social y científico.
La cooperación en México en la línea que hemos apuntado muy tímidamente con dos ejemplos, la hemos desplegado a lo largo de todo México, desde Chihuahua, hasta Chiapas, con decenas de proyectos, destacando en todos ellos, el alto grado de hospitalidad recibida y los aprendizajes adquiridos.
Lo sucedido en México es extrapolable a diferentes países latinoamericanos. Algunos ejemplos son: en Costa Rica, trabajos de turismo sostenible, gestión participativa de la conservación, conocimiento indígena de la bodiversidad, inventarios de conocimiento de fauna y flora realizados por la comunidad bri-bri. Con Nicaragua, se ha realizado cooperación en términos parecidos a México y Costa Rica, en el caso nicaragüense, especialmente en el Farem d’Esteli, destacamos, el Programa Universidad en el Campo, formación participativa facilitadora para el campesinado joven. En Perú, trabajos cooperativos cultura aymara, conocimiento y valores de la biodiversidad, perspectiva indígena. Cultura entorno a la quinua, campesinado quechua. Región de Oaxapampa, participación local en el manejo de la reserva de la biosfera, culturas yanesha y ashaninka.
Ecuador, conocimiento Huaroni sobre la selva, manifestaciones del cambio climático, propiedades curativas de las plantas. Chile, cultura mapuche gastronomia, propiedades del bosque de araucarias. Colombia trabajos en la Guajira sistema tradicional de pastos. Sierra Nevada, cosmovisión de los Mamos. Argentina, pampa Gaucha Tierra de Fuego. Brasil trabajos Caatinga, Mata Atlántica. Cuba manifestaciones Cambio Climático, Santa Clara.
Recapitulando con el objetivo de este escrito, destacar que nuestras experiencias transoceánicas, en nuestro retorno digamos europeo, ubicadas en nuestro medio social y académico, no han suscitado gran interés dada la perspectiva no paternalista como es el caso, de reconocer que los aprendizajes para caminar hacia modelos de relación y apropiación de recursos, tienen en el conocimiento indígena, campesino y de las mujeres, una fuente de conocimiento en muchos aspectos superior al conocimiento formal europeo, sin embargo, ambos combinados pueden generar un “diálogo de saberes” realmente importante en un momento de crisis civilizatoria como la actual.
*Director del grupo de Investigación para la Conservación, Biodiversidad y Cambio Global Cataluña, España