German Rosa, s.j.
La pregunta del por qué existe el bien no es la más frecuente, porque estamos condicionados por la realidad del mal y sus consecuencias. Lo más común es preguntarnos: ¿Por qué existe el mal? Y normalmente se concluye con razonamientos que niegan la existencia de Dios. Pero no ocurre habitualmente que cuando constatamos que hay cosas buenas, muy buenas o mucho bien, se argumente racionalmente que Dios está actuando en la historia. Sin embargo, Jesús de Nazaret nos plantea la pregunta práctica sobre por qué hacer el bien y lo confronta con el mal: “¿Es lícito en sábado hacer el bien en vez del mal, salvar una vida en vez de destruirla?” (Mc 3,4). Estas palabras las pronuncia Jesús antes de curar al hombre de la mano paralizada. Las curaciones de Jesús en día sábado provocaron reacciones hostiles de las autoridades judías según algunos de los relatos evangélicos (Mc 3,1-6).
Sin lugar a dudas, el auditorio y la población que no tenía intenciones hostiles contra Jesús compartía su propia opinión que salvar una vida en peligro o hacer el bien en día sábado es un tema de sentido común. La gente que escuchaba y acogía a Jesús lo hacía con mucho entusiasmo. El modo razonable cómo entiende la polémica jurídica sobre las restricciones del día sábado la gente común y sencilla del pueblo hebreo es de carácter práctico. Evidentemente, se debe hacer el bien y lo importante es hacerlo para el bienestar de las personas y de la sociedad. No es justificable una ley que impida hacer el bien a las personas cuando más lo necesitan y cuando se encuentran en situaciones en las que peligra la vida.
En pocas palabras, esta pregunta trata sobre el significado y el sentido de la ley en la Sagrada Escritura. ¿Por qué es importante la ley?, ¿cuál es el fundamento último y la finalidad de la ley? Preguntas que podríamos hacernos en nuestros días al estar bombardeados de tantas situaciones legales cotidianas que no son de carácter religioso o litúrgico, pero que apuntan a la misma pregunta que Jesús hizo en el Evangelio de Marcos. Sin olvidar que los milagros de Jesús en día sábado se encuentran en los cuatro Evangelios.
El sábado es un día bendecido y consagrado por Dios que recuerda que Él creó todo el universo y el séptimo día descansó. Ese día se debe dedicar a Dios (Gn 1 y 2). Pero también recuerda el día de la liberación de la esclavitud de Egipto y ese día en el Decálogo aparece como un día de fiesta consagrado a Dios (Dt 5,12-15). Al mismo tiempo, el sábado es un día de descanso del pueblo hebreo (Es 31,12-17) y todos deben abstenerse del trabajo. El sábado es un día de fiesta litúrgica para la reunión sagrada del pueblo hebreo (Lv 23,3). Y la prohibición del trabajo en sábado se refiere a actividades productivas agrícolas y urbanas, el libro del Éxodo lo expresa de esta manera: “Pero el día séptimo es día de descanso para Yahveh, tu Dios. No harás ningún trabajo, ni tú, ni tu hijo, ni tu hija, ni tu siervo, ni tu sierva, ni tu ganado, ni el forastero que habita en tu ciudad. Pues en seis días hizo Yahveh el cielo y la tierra, el mar y todo cuanto contienen, y el séptimo descansó; por eso bendijo Yahveh el día del sábado y lo hizo sagrado” (Ex 20, 10-11).
Las prohibiciones explícitas en la ley hebrea hacen alusión a las siguientes actividades: comprar y vender, encender el fuego, cocinar, casi todo tipo de labor agrícola, etc. No obstante, todas la prohibiciones establecidas, no incluye las acciones curativas de Jesús.
Las disputas y las acusaciones en contra de Jesús de violar la ley del sábado no tienen fundamento bíblico en el Antiguo Testamento. No hay ninguna prohibición de curar a los enfermos en día sábado. Según las normativas del Antiguo Testamento, Jesús resulta totalmente inocente e irreprensible.
Las curaciones de Jesús que aparecen estigmatizadas como violaciones a la ley del sábado como día consagrado a Dios están totalmente ausentes del elenco de textos de la ley judía y sus interpretaciones rabínicas. Es posible que algunas leyes podrían dar lugar a interpretar la prohibición de curar en día sábado, pero no es absoluta y generalizada, lo cual permite una opinión alternativa o disidente. En definitiva, no hay leyes que sean consideradas absolutas que prohíban curar una persona en día sábado durante la vida misionera y pública de Jesús de Nazaret. Incluso, una regla rabínica fundamental es que el riego de perder la vida debe prevalecer sobre la ley del día sábado.
Las curaciones de Jesús que provocaron disputas porque las realizó en día sábado fueron a personas que tenían distintas enfermedades: el hombre que tenía la mano paralizada (Mc 3,1-6); la mujer encorvada y que no podía enderezarse (Lc 13,10-17); el hombre hidrópico (Lc 14,1-6); el joven paralítico de la piscina de Betesdá (Jn 5,1-9); un hombre ciego de nacimiento (Jn 9,1-16), etc. En todos estos textos que narran las curaciones de Jesús, lo que él hace y dice no contradice la ley hebraica.
El dicho de Jesús: “El sábado ha sido instituido para el hombre y no el hombre para el sábado. De suerte que el Hijo del hombre también es señor del sábado” (Mc 2,27-28), declara no solamente que Jesús tiene autoridad de interpretar la ley sobre el sábado y que él tiene autoridad sobre el sábado, sino que además es Señor del sábado (Cfr. Meier, J. P. 2009. Un Ebreo Marginale. Ripensare il Gesù storico. 4 Legge e amore. Brescia, Italia/UE: Editrice Queriniana, p. 334). El texto identifica a Jesús como el dueño, el amo y el fiscalizador del sábado. Jesús es la norma viva que guía a los creyentes sobre la correcta interpretación de la ley del sábado. De este modo Jesús defiende un modo humano de la observancia de la Ley del Sábado. Jesús expresó de esta manera la plenitud del sentido de la ley y de los profetas (Mt 5,17).
Algunos grupos celosos de la Ley quisieron ampliar el elenco de actividades prohibidas en el día sábado más allá de lo que estaba establecido religiosamente. Este tipo de innovaciones rabínicas no tuvo una aceptación universal. Y Jesús también aparece en los relatos evangélicos mostrando así un sano sentido común con un modo más humano de la observancia de la ley del sábado. Jesús nos enseña obviamente que curar un enfermo, hacer el bien y sobre todo salvar una vida en peligro en día sábado no constituye una violación de la ley religiosa. Por esta razón Jesús nos enseña que el sábado ha sido hecho para el hombre, y no el hombre para el sábado (Mc 2,27). Esta afirmación indica que el sábado es un día importante y que no se debe ignorar, pero que este día también está subordinado al bien de la humanidad y la creación entera. Jesús no niega la importancia de la ley del sábado sino que le da su justo sentido y su justa interpretación entroncándola en la tradición de los libros históricos y proféticos de la Sagrada Escritura.
En la tradición profética la ley no solamente se comprende como expresión del derecho o con matices jurídicos (mishpat), sino también como expresión de lo que es valioso, lo justo, lo correcto en la comunidad (sedeq). Además, se entiende que la ley asume el significado del acto de bondad (sedaqah). Y también que la ley tiene una relación intrínseca con el amor (hesed) y la compasión (rahamin). Estas son las raíces proféticas de la ley en la Sagrada Escritura (Cfr. Brackley, D. 2014. Ética Social Cristiana. San Salvador, El Salvador: UCA Editores, pp. 276-277).
Cuando Jesús cura en sábado está expresando no solamente lo que es óptimo jurídicamente, sino que manifiesta el amor y la compasión de Dios por los enfermos, aquellos que eran considerados insignificantes y a quienes se juzgaba en su cultura que Dios los estaba castigando con sus enfermedades. En cambio, Jesús nos enseña que el amor de Dios salva y cura a los enfermos. Hoy este amor no solo debe ser un acto de compasión sino que urge expresarse en acciones reales con tantas personas víctimas de la pandemia en todos los ámbitos y no solamente en el sanitario. En nuestra fe cristiana, el sábado se ha convertido en el domingo de la resurrección de Jesucristo. Y por esta razón celebramos nuestra fe con una mayor importancia el día domingo que en los otros días de la semana. Esperemos que las enseñanzas de Jesús nos ayuden a celebrar con un verdadero sentido fraterno la cuaresma, haciendo el bien en este tiempo litúrgico tan importante para nuestro pueblo.