Lissette Santamaría
@lissantamariaa
Docencia, construcción, costura, aeróbicos, cosmetología y cocina, son algunos de los trabajos penitenciarios que las reclusas del Centro de Rehabilitación de Ilopango (cárcel de mujeres), desarrollan gracias al programa “Yo Cambio”, con el fin de evitar el ocio carcelario manteniendo su productividad y creatividad.
Jennifer, Claudia, Clara y Nathalie, reclusas de distintos talleres, utilizan el método en multiplicación de enseñanza para aumentar la productividad en sus compañeras. “En este lugar hemos aprendido, para enseñar a poner metas y a saber que todo lo que nos proponemos podemos lograrlo”, destacaron las reclusas.
Para ellas, aprender y enseñar es un tiempo educativo: “cosas que nunca hice estando afuera las estoy haciendo aquí. Yo no podía poner un botón, acá aprendí a leer, practicar un idioma nuevo, es un motor para saber que todos los seres humanos podemos superarnos”, dijo una de ellas.
Nathalie, quien forma parte del monitoreo del programa, comentó que al principio cuestionaban la efectividad de esto, sin embargo, con el pasar del tiempo descubrieron el beneficio que esto traería”. Yo, por ejemplo descubrí mi habilidad y es enseñar por eso al salir de acá quiero enseñar con fundamentos y no solo empíricamente”, argumentó Nathalie.
Con distintas metas y propósitos, las reclusas saben que todo lo aprendido adentro les serviría de motor para conseguir sus sueños, ya sea estudiar o impulsar un negocio y taller.