Las raíces de los mangles blancos, cialis istatenes y botoncillos apuntan hacia el cielo. La tierra está reventada y seca, treatment lo Que hace más sensible los 37º centígrados del ambiente; es un Área Nacional Protegida (ANP) que perdió 120 manzanas de su bosque salado natural, sildenafil por el cultivo de la caña de azúcar.
“Esta es un área protegida y ahora solo nos ha quedado un bosque talado, un bosque destruido”, dijo Manuel de Jesús Trigueros, residente en Ahuachapán Sur.
La gravedad de la situación aumenta, porque existe una Ordenanza
Municipal, del gobierno local del Alcalde Narciso Ramírez, de San Francisco Menéndez, Ahuachapán, expedida el 26 de noviembre de 2002, que da prioridad a la zona.
La medida tiene por objeto proteger, conservar y recuperar el medio ambiente por su interés social, que protege los recursos naturales y diversidad biológica del sitio.
La ordenanza coordina junto a las autoridades del Ministerio de Medio Ambiente y Recursos Naturales (MARN) acciones como las vedas totales o parciales de pesca, caza o tala en las áreas naturales a fin de dar protección, entre ellas: Santa Rita, Laguna Gamboa, Zanjón El Chino, Garita Palmera, El Zapote y Bola de Monte, todas ellas, forman parte del “Complejo Barra de Santiago”.
“Es preocupante que sea el mismo alcalde (Narciso Ramírez) quien mandara a talar este bosque, por los intereses económicos de la caña de azúcar y en contra de la necesidad de la gente. Estamos muy contentos que todos los pobladores nos unamos para hacer esta denuncia en contra de esta injusticia contra la vida de las personas y el medio ambiente”, agregó Sagrera.
Los pobladores que llegaron desde: Jujutla, Guaymango, Bola de Monte, Garita Palmera, El Palmarcito, La Hachadura, El Guayabo, y el Tamarindo; exigieron al actual Alcalde Ramírez no continuar con esta deforestación que pone en riesgo la subsistencia de las comunidades en la zona baja de Ahuachapán.
Ante esta situación la Red de Ambientalistas en Acción Ahuachapán Sur, en coordinación con el Foro del Agua de El Salvador y la Unidad Ecológica Salvadoreña (UNES), se ecuentra trabajando para evitar que los bosques salados o manglares continúen siendo usurpadas y destruidas por ingenios azucareros y grandes agricultores.
Gregorio Villanueva, de la UNES, señaló que las 120 manzanas agredidas y desforestadas de manglar blanco está generando y profundizando situaciones de riesgo y vulnerabilidad para las comunidades.
“Es importante no hacer cambio en el uso de suelo; al afectar un manglar que son barreras vivas que manejan las aguas del mar, al retenerlas o hacerlas fluir; controlando las llenas, esto preserva la riqueza del subsuelo, y al destruir esta masa vegetal, estamos provocando situaciones de riesgo y desastre a la comunidad”, acotó.
Asimismo, detalló que el cultivo de caña de azúcar es demandante del recurso agua, por cada manzana, a la semana se gastan 650 mil litros de agua; para un mes, sumaría 2 millones 600 mil litros de agua por manzana, que eleva el riesgo de provocar la escasez para consumo humano.
“Esta situación violenta el derecho del uso del agua para la población, que es derecho fundamental para la vida y para los cultivos de subsistencia de los pequeños agricultores de las comunidades. La caña de azúcar es un cultivo que solo genera ganancias para los empresarios y no servirá para obras sociales, para ampliar calles o edificar una casa comunal, sino para enriquecer a unos pocos”, reafirmó.
La denuncia que acompañan las organizaciones sociales junto a los pobladores de la zona baja de Ahuachapán, exige medidas desde un enfoque de protección del ecosistema y la capacidad de garantizar el agua de las comunidades.
“Esta es una zona importante y protegida, considerada sitio Ramsar,
porque es un territorio que sirve para que aves migratorias aniden en su camino a otros países por el cambio de estaciones; al realizar estas depredaciones estamos afectando la biodiversidad y ecosistemas.
Y a esto se le une que no contamos con una Ley General del Agua, que proteja este recurso imprescindible para la vida de la población y la biodiversidad de todo el país”, aseguró.
Villanueva señaló que cada año un centenar de manzanas de manglares de otras áreas protegidas son usurpadas, taladas y cultivadas ilegalmente con el cultivo de caña de azúcar por parte de ingenios azucareros o propietarios de grandes terrenos.
La técnica utilizada, agregó Villanueva, es “identificar un área y promover la deforestación paulatina, algunos extienden la tala de grandes árboles en un ritmo de 2 a 3 años, y al no existir ya un bosque en la zona, pues proceden a cultivarlas con caña de azúcar”.
Información de la UNES registra que el impacto del cultivo de la caña de azúcar es altamente agresiva por el uso intensivo y abusivo del agua, ya que requiere 650 mil litros de agua, para regar una manzana un día a la semana; que se realiza durante la época seca, hasta llegar a utilizar 10 mil metros cúbicos de agua por cada manzana de caña de azúcar al año.
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