Carta Económica
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Para algunos teóricos la implementación de la dolarización como política monetaria en un país trae consigo “beneficios” para mejorar el desempeño económico, viagra entre estos se encuentran: mejoras en la balanza comercial y principalmente con el país dueño de la moneda (USA); estabilización de precios, site tasas de interés bajas y con ello mayor acceso a los capitales; credibilidad en el esquema monetario y en consecuencia atracción de capitales extranjeros (IED), troche entre otros “beneficios”.
Pero también, aplicar esta política tiene sus desventajas como una mayor volatilidad del producto (por ausencia del tipo de cambio como estabilizador de los ciclos económicos y los shocks reales), un menor margen fiscal (por la imposibilidad de disolver cíclicamente la deuda y el gasto mediante un aumento de la inflación), y un menor crecimiento real. Mientras que buscar la salida a esta medida implica para un país que los beneficios de aplicar la dolarización se vuelvan costos económicos muy altos.
Pero qué sucede si luego de aplicada esta medida el país decide revertir la dolarización, para muchos se generarían desequilibrios macroeconómicos, lo cual significa que todos los beneficios que trae consigo la dolarización se vuelven en costos para el país, ahora bien revisemos tres variables como lo son el Producto Interno Bruto (PIB), la Balanza Comercial y la Inversión Extranjera Directa (IED), para refutar o considerar lo erróneo de los mitos y miedos que le ponen a un país cuando quiere desdolarizarse. Veremos brevemente en este primer artículo (“Argentina: dolarización y desdolarización”), los efectos de implementar la medida de dolarización (caja de convertibilidad) y la de desdolarización, en una economía como la de Argentina que en la década de los 90´s decidió dolarizarse y una década después revirtió dicha medida.
El PIB per cápita y el PIB a precios constantes
Durante el período 1990-2002 en el que perduró el modelo de la caja de convertibilidad en Argentina, el PIB per cápita no superó los 10 mil dólares anuales y para el año 2002 en el cual se abandonó dicho modelo este sufrió una caída de 966 dólares con respecto al año anterior, lo que se tradujo en una reducción porcentual del 11.9%, esto producto de una crisis económica y política que no pudo sostener más a la nación al estar dolarizados, es así, que para 2003 y hasta 2014 y al entrar al gobierno los esposos Néstor y Cristina de Kirchner, período en el cual se abandonó la caja de convertibilidad, el PIB per cápita anual registró una tendencia a la alza, así del año 2002 al 2015 el PIB per cápita en términos absolutos creció en $5,690.58, lo que ha significado un incremento porcentual de 79%, llegando a un PIB per cápita de $12,873 en el año 2015, esto se puede constatar en el Gráfico N° 1.
Este comportamiento de PIB per cápita es el resultado de la expansión de la economía en el nuevo modelo económico argentino, esta expansión se puede apreciar en el Gráfico N°2, donde podemos constatar cómo evolucionó el PIB de Argentina (a precios constantes) durante los años 2003-2015, período de la reforma económica con la recuperación de la política monetaria y el desmontaje de políticas neoliberales. El resultado fue un crecimiento constante durante todo el período, con una caída en el año 2009 como reflejo de la crisis económica-financiera mundial, así el PIB real se incrementó en un 63% en términos reales, pasando de 256,023 mil millones en 2003 a 417,136 mil millones en 2015, según la estimación econométrica del Proyecto Arklems+LAND; esta expansión económica, como ya mencionamos, fue producto del desmontaje del neoliberalismo que incluyó el abandono de la convertibilidad monetaria.
Argentina venía de sufrir una de las peores crisis económicas consecuencia de un modelo neoliberal que llegó al extremo de quitarle su soberanía monetaria, con la dolarización de la economía en el marco de un esquema de convertibilidad, esto terminó llevando al país al establecimiento del Corralito . Uno de los resultados al superar el esquema económico mencionado, hizo que el país registrara un período de crecimiento económico con tasas que fluctuaron en torno al 9%, debido en buena medida al establecimiento de una política cambiaria de dólar alto, destinada a favorecer la sustitución de importaciones, lo que aumentó la competitividad de la industria nacional. Para 2009 la crisis mundial más grande de la historia desde 1929, la economía de Argentina sufrió un fuerte impacto, que provocó la caída del PIB en dos trimestres consecutivos, así en el segundo trimestre del año 2009 el PIB cayó un (-0,8%) y en tercer trimestre en (-0,3%). No obstante la solides de la economía argentina y su capacidad de contención de los impactos externos, por medio del instrumental monetario y cambiario, logró terminar el año con un crecimiento positivo de un 0,9%. El crecimiento económico se sostuvo a partir de evitar la caída en el consumo del mercado interno, a la par de la caída que se dio en el sector externo, producto de la disminución en las exportaciones e importaciones, por efecto de la crisis internacional, la producción local sufrió una contracción.
La apertura de la economía
Durante la implementación de las medidas de corte neoliberal, Argentina fue incrementando su grado de apertura con la economía mundial, así de una apertura del 16.0% en el año 1994, pasó a un 41.8% de apertura en el año 2002; posterior a la crisis la apertura se ha mantenido en promedio en un 42.44%. Esto se ha traducido en un incremento acelerado de las importaciones con la característica positiva que estas en su mayoría son bienes intermedios y bienes de capital.
Entre 1992 y 2000 la balanza comercial argentina fue regularmente deficitaria, a excepción del año 1995 que registró un superávit de 841 millones; para los años 1994 y 1998 se presentan los picos del déficit de esa década, habiéndose dado un déficit de 5,751 millones de dólares en el año 1994 y de 4,944 millones de dólares en el año 1998. Esta situación se revirtió para los años 2000 y 2002, por la disminución drástica en las importaciones producto de la recesión que se vivió al final del período de la caja de convertibilidad.
En el 2003, habiendo dejado atrás la crisis de la transición neoliberal y de la caja de convertibilidad con la recuperación de la soberanía monetaria, inicia la marcha ascendente de las exportaciones, manteniendo un superávit promedio entre los años 2003 a 2014 de 11,795 millones de dólares, incluso en el 2009 en la crisis financiera y económica mundial, se registró un superávit mayor al del año 2002. Este comportamiento de la Balanza Comercial fue uno de los resultados de la recuperación de la soberanía monetaria que eliminó la pérdida de competitividad de la caja de convertibilidad, la política monetaria y crediticia y el desmontaje de otras políticas neoliberales.
Lo anterior significó, como ya se mencionó, la disminución de la vulnerabilidad ante choques externos, al tener más margen de maniobra con la política monetaria y cambiaria, lo que acompañado de la recuperación de la política industrial, de la mejora de la competitividad-precio, producto de la fuerte depreciación de la moneda en términos reales y de la implementación de nuevo de los incentivos fiscales a la exportación, que el neoliberalismo a su extremo había eliminado, permitió al nuevo modelo económico poner a la economía argentina en la ruta del crecimiento y la reincorporación del bienestar de la población como un objetivo de la política económica.
LA IED.
El mito del neoliberalismo y la atracción de la inversión económica a partir de regalar los bienes del Estado implementando esquemas de privatización y la desregulación total de precios, así como de la cuenta de capital, se desvirtúa en Argentina. En el marco de la caja de convertibilidad la Inversión Extranjera Directa se incentiva, es así que a principios de los años noventa más de 90,000 millones de dólares de IED contribuyeron a generar tasas de crecimiento anuales del 4%. Es importante señalar que muchos de esos recursos respondían a las numerosas privatizaciones y a las reformas laborales y de jubilación que se llevaron a cabo con las medidas de apertura y estabilización, es decir, eran inversiones de carácter rentista, no de desarrollo de las fuerzas productivas de Argentina.
Durante toda la década de los noventa se recibieron significativos flujos en concepto de IED, los cuales mostraron una tendencia creciente, pasando de un promedio de 4.000 millones (1992-1995), a una media de 8.000 (1996-1998), hasta alcanzar el pico de 23,988 millones en 1999, monto obtenido como consecuencia de la compra de YPF (empresa argentina dedicada a la exploración, explotación, destilación, distribución y venta de petróleo y sus productos derivados). A partir de ese momento, se produce un profundo cambio en la tendencia, cerrando el año 2003 con un flujo de 1,652 millones de dólares.
Los componentes más importantes de los flujos de IED para el período 1992-2002 fueron las transferencias accionarias, es decir, que eran inversiones rentistas, como ya se mencionó, que no llegaron a desarrollar fuerzas productivas nuevas en Argentina, como un comportamiento típico de estas inversiones cuando los países adoptan estos esquemas neoliberales de venta de los países, la compra accionaria se concentró principalmente en el sector privado un 45% y privatizaciones 14% del total. La IED orientada a los aportes de capital constituyó un 32% del total de la IED del período mencionado, siendo este componente más estable. Crecientemente estas últimas inversiones se orientaron a sostener la estructura patrimonial de las empresas, financiándose de los aportes dirigidos a costear nuevos proyectos. Le siguió en importancia la IED orientada a la deuda con empresas vinculadas (8%), inversión que se torna negativa en el 2002. Por último, la reinversión de utilidades, presentó una relevancia marginal 1% del total de la IED, del total del período. Esta cuenta acumuló durante la década del noventa un saldo positivo, el cual se redujo notoriamente debido a los flujos fuertemente negativos de los años 2001 y 2002.
En el año 1999 se produce la operación más significativa: la venta de YPF. Dicha transferencia accionaria modifica por sí sola los flujos financieros, el stock y la renta de la IED. A partir de ese momento se verifica una profunda caída en la cantidad y el monto de las operaciones. Esta disminución de la compra de empresas de capital nacional por parte de inversores directos tiene varias explicaciones: el agotamiento de la inversión en ciertos sectores (incluidas las privatizaciones), la recesión y el cambio en la tendencia mundial. Dentro de este contexto de pocas operaciones, la mayor que se realiza en los años 2001 y 2002 es la compra de las petroleras Pérez Companc y Pecom Energía por parte de la empresa Petrobras.
En conclusión al analizar estas tres variables económicas podemos decir que era cierto el costo negativo de la dolarización en el crecimiento de la economía Argentina, ya que durante todo el período del modelo de caja de convertibilidad, el PIB per cápita no superó los 10 mil dólares anuales y luego de salir del modelo de convertibilidad su crecimiento fue constante hasta alcanzar los $12,873 dólares anuales por habitante en 2015, reflejo de la mejora en el PIB con un crecimiento promedio del 9% de 2003 a 2015.
En cuanto a la balanza comercial no fue cierto que con la entrada en vigencia de la caja de convertibilidad se mejoraran las relaciones comerciales del país, pues durante el período el saldo comercial fue deficitario y es hasta 2003 con la salida del modelo que Argentina presentó un superávit comercial, incluso hasta en el año 2009 que fue que se vivió la crisis económica mundial.
Posterior a la crisis se demostró que no era necesario mantener un tipo de cambio anclado para la atracción de IED, ya que Argentina (como se vio en el Gráfico N°4) ha mantenido y hasta ha incrementado los flujos de IED para el período 2003-2014. Además que la IED se ha diversificado en más sectores, por ejemplo, en el primer trimestre del 2005 los sectores que presentaron flujos mayores a los 170 millones en IED fueron el sector petrolero; la industria química, caucho y plástico; las comunicaciones; las oleaginosas y cereales; y la minería, mientras que para el último trimestre del 2011 encontramos más sectores con flujos en el mismo rango, como por ejemplo el sector privado financiero; la minería; el sector de maquinarias y equipo; el sector comunicaciones; los alimentos, bebidas y tabaco; el comercio; la industria automotriz; la industria química; y el petróleo.