Carta Económica
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La crisis de sobreproducción que trae el capitalismo, no se supera y algunos consideran que ese sistema ya tiene problemas tan estructurales que ha llegado a su tope, y solo falta un proceso de desarticulación poco a poco de sus diferentes estructuras, lo cual, sin duda, tomará mucho tiempo, pero sus efectos crecientemente los iremos viviendo, así como las transformaciones que tomará la economía y la geopolítica mundial.
En este contexto, los pronósticos de organismos financieros internacionales, como el FMI y el BIS, en sus informes anuales prevén constantemente una crisis mayor en el cuarto quinquenio del presente siglo, como producto del sobreendeudamiento de los agentes fundamentales de la economía (hogares, empresas y Estado), como lo destacamos en un artículo anterior (que se puede ver en http://cartaeconomica.com/las-burbujas-financieras-no-se-detienen-dando-perspectivas-inciertas-a-la-economia-mundial-del-2017/), esto con el desarrollo de una burbuja especulativa de valores financieros, donde solo los principales 25 holdings de Estados Unidos han acumulado valores equivalentes al producto mundial de 4 años y todo el sistema financiero de las cuatro economías dominantes tienen una emisión de valores equivalentes a casi 10 veces el PIB de la economía mundial.
En este sentido, según la actualización de las proyecciones del World Economic Outlook del FMI, las economías avanzadas muestran tendencias a tasas de crecimiento bajas; la tasa de crecimiento promedio de Estados Unidos, previo a la caída de 2009, era de 2.25%, mientras que en el período 2011-2015 fue de 2.03%, tasas de crecimiento por debajo de las expectativas. La Zona Euro, por su parte, mantenía un promedio pre-recesión de 2.14%, dato que contrasta con el 0.58% que muestra como promedio de crecimiento a partir de 2011. Japón, con una economía que recibe la crisis con problemas de crecimiento, ha visto agudizado el estancamiento; si el crecimiento exiguo de 1.3% antes de 2009 levantaba preocupaciones, el promedio a partir de entonces, de 0.61%, muestra un estancamiento de la economía asiática. El informe WEO del FMI estima que el crecimiento de estas economías para 2016 habría sido de 2.4%, 1.5% y 0.48%, respectivamente, es decir, un virtual estancamiento en estos países, de acuerdo a sus comportamientos en los últimos 15 años.
Esta tendencia se prolongaría por el quinquenio 2017-2021. El promedio de crecimiento estimado para Estados Unidos es de 2.19% anual, con perspectivas a bajar la estimación por las señales de la débil recuperación en los últimos informes. La estimación de la Zona Euro de crecimiento promedio de 1.55% en este período, se ve afectada por la inestabilidad económica y política de muchas naciones europeas, como lo demuestra la decisión del Reino Unido de abandonar la Unión Europea y el ascenso de expresiones políticas bajo el mismo matiz en otros países europeos de evitar lidiar en bloque con crisis de otras economías de ese continente, como Portugal, Italia, Grecia, España o Chipre.
Japón, con problemas crónicos de crecimiento y que no ha logrado recuperar tasas sustantivas desde la década de los 1990, muestra un promedio de crecimiento de 0.47% en el último quinquenio, es decir, seguirá sin provocar un fuerte dinamismo económico, a pesar de las fuertes expansiones monetarias que el Banco de Japón ha inyectado en la economía. Estos fenómenos provocan una demanda estancada que ya no puede ser complementada por la demanda de los países no desarrollados, que ya fueron copados por las grandes transnacionales y, por lo tanto, la refuncionalización por este mecanismo no funciona; dinamizar masivamente el consumo no es posible, la inversión es baja (tanto pública como privada) por sus altos niveles de endeudamiento, y el marco de la especulación se agota.
En economías emergentes, como América Latina y China, el FMI proyecta tendencias hacia un menor dinamismo. En China, el FMI valora que se marca una ralentización de la dinámica de su economía, principalmente por la contracción de las exportaciones hacia el mercado europeo y estadounidense, que no logran desplegar el consumo, a pesar de la expansión del crédito. De modo que las vigorosas tasas del 11.58% antes de la recesión, se han reducido a 7.81% como promedio en el periodo posterior, para el 2016 el FMI proyecta una tasa del 6.49% y 6.2%. El promedio de crecimiento entre 2017 y 2021 será de 6.04%.
Cabe mencionar que China ha logrado un avance importante en el desarrollo de sus fuerzas productivas, factor que condiciona que las tasas históricas cercanas al 10% sean cada vez más difíciles de alcanzar, como resultado de los requerimientos crecientes de inversión para poder seguir manteniendo esos niveles de crecimiento. Esta nación ha llegado a tener niveles de inversión de entre el 40% y el 50%, junto a una expansión de su demanda interna, acompañada de una demanda dinámica de Europa y Estados Unidos. Crecer 1% cada vez le exige más niveles de inversión, como es el caso de las economías más subdesarrolladas. Desde años recientes, China busca imprimir mayor dinamismo a su demanda interna y, por lo tanto, está en un proceso complicado de transformación de su estrategia, que se desarrolla paralelamente con la crisis de los mercados centrales del capitalismo y las presiones de las dinámicas financieras especulativas del mismo.
La reactivación de la demanda de China es uno de los pocos refugios que quedan en la economía mundial, dado que en el resto de economías no desarrolladas, las concentraciones de la riqueza y los altos endeudamiento de los Estados no permiten ampliar la demanda, y menos la inversión; además que a estos países los convirtieron en exportadores de capitales, por medio de la transnacioanliación de su producción, controlada por transnacionales en un modelo de emsamble, un desarrollo de importaciones para consumo, de bienes intermedios y de capital, una trampa de la deuda con servicios crecientes y una salida masiva de capitales por parte de las trasnacionales, con la repatriación de estos y envío creciente de remesas por su altas ganancias y no pago de impuestos, además de la fuga de capitales de las burguesías oligárquicas locales.
Por su parte, para el FMI existe un pronunciado aumento de los riesgos que hacen prever una disminución de las proyecciones de crecimiento. En el corto plazo, estos riesgos están relacionados con una retirada volátil de los flujos de capital, los crecientes riesgos para la estabilidad financiera en las economías de mercados emergentes, la ramificación internacional de la transición económica en China, las crecientes tensiones en los países que dependen fuertemente de las exportaciones de petróleo, la persistencia del posible impacto de condiciones financieras más restrictivas, manifestaciones de volatilidad del mercado financiero en la confianza y el crecimiento, recesiones más prolongadas en las economías emergentes que están experimentando problemas, riesgos de las tensiones geopolíticas y los impactos que pueda desarrollar la salida del Reino Unido de la Unión Europea. A estas consideraciones del FMI, es necesario agregar que el tratamiento europeo a las crisis de países como Grecia, Italia o Chipre han sido medidas de corto plazo que buscan proteger el sistema financiero europeo y han resultado en altos costos sociales y económicos para esos países.
En el mediano plazo, los riesgos identificados están vinculados a un bajo crecimiento potencial de las economías, producida por una ralentización de la productividad total de los factores, lo cual estaría a la base de la baja inversión y demanda de trabajo. La incapacidad de transmisión de la política monetaria, de inyección de liquidez hacia el crédito y el consumo privado, genera estancamiento en las economías avanzadas; estas condiciones producen presiones hacia la disminución del crecimiento de las economías emergentes y su potencial como motor de la recuperación del crecimiento mundial.
Más allá de la coyuntura, existe el peligro de un estancamiento y la continuación de una inflación excesivamente baja en economías avanzadas, además, un crecimiento potencial global por debajo de lo anticipado se encuentra como la perspectiva más probable. La crisis de sobreproducción que sufre la economía mundial, como ya dijimos, no ha sido superada y las políticas monetarias y crediticias aplicadas han perdido capacidad de accionar la economía, lo que ha generado la ampliación de un proceso especulativo a niveles históricos. La transnacionalización de los circuitos globales de acumulación, que implica una transnacionalización de mercados, de procesos de producción y de sistemas financieros, ha viralizado el contagio de la crisis a través del sistema financiero, los mercados de divisas y el comercio.
Luego del estallido de la crisis financiera internacional en el tercer trimestre de 2007, la respuesta de las instituciones centrales de control monetario, fue una expansión monetaria; esto, en la medida que se buscaba lograr metas de inflación superiores y reducir el desempleo. De modo que dichos indicadores se han convertido en las señales que marcan el rumbo de la política monetaria y su efectividad, en cuanto una tasa de interés administrada, que se mantiene en términos nominales cercanas al 0% y negativa en términos reales.
La Reserva Federal (FED) lanzó el primer programa de expansión cuantitativa (QE1) en septiembre de 2008, inyectando cerca de 1.3 billones de dólares, el segundo (QE2), que se lanzó entre octubre de 2010 y septiembre 2011, consistió en 568.1 miles de millones de dólares. La insensibilidad de la economía que se mantuvo a tasas bajas, hizo considerar una nueva emisión monetaria todavía más profunda (QE3) en octubre de 2012, por la suma de 1.6 billones de dólares; es decir, desde la decisión de aplicar los programas de expansión cuantitativa en 2008, la FED ha inyectado más 3.5 billones de dólares, siendo el total de sus activos cerca de 4.5 billones de dólares, y eso no ha dado los resultados esperados, por lo que, repetimos, la política monetaria y sus lógicas automáticas de relación con el sector real de la economía se han debilitado, o sea, ya no funcionan, desechando un instrumento fundamental para el pensamiento económica contemporáneo capitalista.
Esta política de expansión monetaria ha estado acompañada por tasas de interés históricamente bajas, la tasa de interés de corto plazo en Estados Unidos se mantuvo por debajo del 0.5% hasta diciembre de 2015, cuando se decide hacer un aumento de esta. La FED incrementó los tipos de interés de 0.25% a 0.5%, lo que provocó una subida en las tasas de referencia financiera de hasta el 0.77% en el primer trimestre de 2016. De mantener la tendencia, las proyecciones de la OCDE prevén aumentos hasta del 1.58% en 2017. Para el largo plazo, el cambio de política de la FED generó una disminución de las tasas sobre bonos del Gobierno, de 2.19% al finalizar 2015, a 1.92% para el primer trimestre de 2016.
A mediados de diciembre de 2016, la FED volvió a realizar un alza de la tasa de referencia y estableció un rango de 0.50% a 0.75% desde el actual; además, los gobernadores de la Reserva Federal anunciaron que los incrementos de tasas de interés serán más frecuentes a partir de 2017, luego de este anuncio, los principales bancos también informaron que los aumentos de la tasa de referencia de las deudas subiría de 3.50% a 3.75%. Lo anterior implica un agravamiento del servicio de la deuda de los Estados capitalistas dominantes y de los países, como el nuestro, fuertemente endeudados, que hará que las tasas del 10% que ya se anuncian para próximas deudas, sigan subiendo más, ya no solo por la calificación de las Calificadoras de Riesgos, sino como resultado de la política monetaria de los Estados Unidos de América, lo cual para nosotros es más grave por estar dolarizados.
En el contexto del quantitative easing, en marzo de 2014 el Banco Central Europeo (BCE) llevó sus principales tasas de referencia a cero, y poco después estableció una tasa negativa para los depósitos de los bancos, además, en octubre de ese año comenzó a comprar bonos respaldados por pools de préstamos, tales como hipotecas, a lo que agregó luego títulos gubernamentales, y otros activos; en los años que siguieron continuó inyectando liquidez, desde marzo de 2015 a un promedio de 60.000 millones de euros por mes y en marzo de este año subió la inyección a 80.000 millones; como resultado, los bonos soberanos de Alemania a 10 años rinden 0.024%, y hasta hace poco estaban en negativo, los de Italia rinden 1.4% y los de España 1.1%; además, la tasa que cobra el BCE a los bancos por sus depósitos es 0.4% negativa, y provee de fondos baratos a todo banco que lo solicite para sus operaciones de préstamos; sin embargo, la economía de la zona del euro continúa semiestancada, en 2016 creció 1.7%, la proyección para 2017 es 1.5%, y el desempleo es del 12.1%, según el FMI. La inversión, que es la clave del crecimiento, no se recupera, a pesar de las bajas tasas de interés, rompiéndose aquí otro instrumento básica del funcionamiento de la economía, la elasticidad de la inversión con relación a la tasa de interés no funciona, o sea que se viene abajo otra parte importante del marco teórico del capitalismo; aquí se confirma lo mismo que en EEUU., el instrumental monetario se agotó y esto va acompañado de una especulación, que afecta directamente al sector real de la economía.
Este manejo de la política monetaria y la sensibilidad de las economías globales frente a una lenta recuperación estadounidense, han tenido impacto en el posicionamiento global del dólar como divisa. Para 2016, menos del 40% de las reservas internacionales en el mundo se encontraban en dólares, y las denominadas en euros representaban el 12%.
En el mercado financiero, los activos denominados en dólares presentan una tendencia hacia la disminución desde 2012, cuando cayeron cerca de 700 mil millones de dólares; para el último trimestre de 2015, el total de activos transnacionales ascendía a 26.4 billones de dólares, de esos los denominados en dicha moneda representaban el 49.1%.
Sin embargo, de los 12.9 billones de dólares en activos designados en dólares, menos de 3 billones son manejados por bancos radicados en Estados Unidos, es decir que más del 76.8% de los activos transnacionales denominados en dólares, son manejados por bancos del resto del mundo; de ahí que las fluctuaciones que afectan al dólar están ancladas a volatilidades en los mercados financieros internacionales, más que a las decisiones de política monetaria que realiza la Reserva Federal o el Departamento del Tesoro, dichas volatilidades son marcadas por políticas de países que acumulan los activos financieros denominados en dólares, en una tendencia de sustituirlos por activos emitidos en otras economías fuertes, como China, esto aumenta los riesgos de volatilidad en cuanto a la confianza en el dólar a nivel mundial como reserva de valor y unidad de cambio en el mediano y largo plazo.
Así, en tanto la circulación del dólar no corresponde a producción de bienes y servicios, y pierde sus funciones, se gestan las condiciones para que, desde alianzas regionales o potencias emergentes como China, los BRICS o el Banco Asiático de Inversiones en Infraestructura (BAII), comience la estructura de una nueva arquitectura financiera internacional; la economía en los costos de transacción ha llevado a que diferentes países establezcan mecanismos monetarios para el manejo de las relaciones económicas con China Popular a través del yuan, así, Gran Bretaña y Alemania han visto incrementados en más de cien por ciento sus pagos denominados en yuanes entre 2014 y 2015, y Francia y Luxemburgo en más de 40%, según los datos actualizados a agosto 2015 de la Sociedad para las Comunicaciones Interbancarias y Financieras Internacionales (SWIFT, por sus siglas en inglés).
Por otra parte, China Popular está desarrollando iniciativas propias para que su moneda se utilice en las transacciones económicas con los países en los que tiene influencia, así, a principios de octubre se concretó la firma de un swap cambiario bilateral con el Banco Central de Rusia por un monto equivalente a 25 mil millones de dólares, el segundo firmado con un país integrante del grupo BRICS, el primero fue con Brasil por un monto de 30 mil millones de dólares. Por ahora China es el principal socio comercial de ambos países.
El BAII se enmarca en este proceso de nuevas organizaciones financieras alternas al Banco Mundial y al FMI, este Banco es apoyado por China, la Asociación de Naciones del Sudeste Asiático (excepto Indonesia) y otros países de la región; el capital inicial para operar ha sido de 50,000 millones de dólares, siendo el yuan la moneda principal.
Según un estudio del HSBC, las empresas mundiales han aumentado bruscamente el uso del yuan en sus operaciones durante el año 2015. Los usuarios más activos de dicha moneda son Alemania, Francia, EE.UU. y Hong Kong; en total, según los cálculos del HSBC, el 22% de las empresas mundiales usan ahora el yuan en sus operaciones. Para 2016 se propusieron aumentar el volumen de las mismas usando la divisa de China para sus pagos, lo cual implica que cada vez más el imperialismo del dólar se debilita y la economía norteamericana pierde capacidad de seguirse financiando de gratis en el mercado financiero internacional a costa de los países no desarrollados y de algunos desarrollados.
Bajo este panorama, la tendencia del tipo cambiario del dólar con respecto a las principales divisas es hacia la apreciación de la moneda norteamericana. La apreciación cambiaria implica que las importaciones se abaratan relativamente y un encarecimiento relativo de sus bienes de exportación, esta tendencia se marca tanto para el yen japonés, como para la libra esterlina y el euro. El yuan (renminbi) chino, por su parte, veía una apreciación con respecto al dólar hasta 2013, cuando la tendencia parece volcarse hacia una depreciación de la moneda china, por lo menos hasta 2017, lo que puede parecer una fortaleza, o sea, la revalorización del dólar se vuelve una debilidad, por la pérdida de la capacidad de competitividad necesaria de la economía, que a la par de la pérdida creciente en el dólar, cada vez va pasar a ser un prestamista internacional sin capacidad de pago, ya que actualmente ya es incapaz de pagar la deuda del Estado y solucionar toda la deuda de los hogares, de las empresas y hasta de los estudiantes universitarios.
Esta tendencia de apreciación cambiaria, que favorece la importación, ha generado que la economía estadounidense mantenga su déficit general alrededor del 2% del PIB, sin embargo, al realizar la comparación por países, se pueden señalar ciertas diferencias, la mayor parte del déficit, que alcanzó los 505.9 mil millones de dólares para 2015, lo mantiene con los países miembros de la OCDE. La importancia global cobrada por China también se observa en la cuenta corriente de Estados Unidos, que posee un cuenta deficitaria de US$ 394.8 millones con ese país, cifra que ha crecido de manera acelerada en los últimos 15 años.
Estados Unidos presenta también déficit con respecto a la Unión Europea, América Latina y Japón, sumando US$ 368 mil millones para 2015; la región con la que presenta eventuales superávits de cuenta corriente es el Medio Oriente y Norte de África, que alcanzó los US$ 5.6 mil millones en 2015.
En cuanto la energía, el precio del petróleo, gas natural y carbón mantuvieron su tendencia en 2016, el precio del petróleo alcanzó sus picos máximos en 2012, con precios de 111.96 dólares por barril de crudo Brent y 97.93 dólares por barril de petróleo West Texas Intermediate (WTI); actualmente el precio por barril de petróleo en los mercados internacionales es de 56.25 dólares para el Brent y 53.24 dólares para el WTI. En su conjunto, los precios del petróleo han disminuido en casi el 50% en estos cuatro años.
Con respecto al mercado del petróleo es necesario tomar en cuenta que sigue la tendencia de las demás materias primas, la desaceleración produce contracción de la demanda e influye en que los precios controladamente altos se correspondan al valor real del petróleo, sin embargo, también el control por el monopolio energético es un enclave importante en la capacidad de imponer condiciones en la economía global; así, el petróleo ha sido un commodittie utilizado constantemente por los Estados para ampliar su dominio económico, político y social, y esto poco a poco lo va perdiendo en la medida que crecen las transacciones en monedas diferentes al dólar.
A manera de ejemplo, puede referirse la invasión estadounidense a los territorios del Medio Oriente (con la excusa del terrorismo), que le ha permitido controlar tierras ricas en petróleo, también la guerra económica impuesta por EE.UU. a Irán para obligarlo a abandonar su proyecto de desarrollo de capacidades atómicas propias; por otra parte, la organización autodenominada Estado Islámico, ha utilizado como estrategia para financiar su actuación la toma de explotaciones petroleras, lo cual deja también en evidencia la lógica de acumulación capitalista. Muchos han sido los líderes de occidente que han dado declaraciones y anunciado acciones condenando la actuación del Estado Islámico, sin embargo su funcionamiento depende de los negocios que hacen con las grandes corporaciones petroleras de estos mismos países. Podemos decir que las grandes corporaciones, en su accionar, cada vez han ido debilitando más la economía del imperialismo del dólar, proceso que no se detendrá, aunque el actual presidente norteamericano los amenace.
En los primeros días de diciembre, los países de la OPEP se reunieron en Viena y acordaron recortar el bombeo de crudo en conjunto y aliviar el exceso de oferta que ha mantenido bajos los precios del barril en los últimos 2 años, la organización petrolera acordó reducir la cuota de producción a 1.2 millones de barriles diarios (mbd), fijando un techo conjunto de 32.5 mbd, operación que entró en vigor a partir de enero de 2017 con una duración de seis meses para luego ser revisado y aplicar una renovación. Once productores que no forman parte de la OPEP aceptaron unirse al recorte de la producción. La política petrolera de EE.UU. y Arabia Saudita se agota en cuanto a poder manipular unilateralmente este mercado y, sin duda, es un factor más que ayudará a cambiar la economía y la geopolítica mundial (que antes dominaba el imperialismo norteamericano) por un proceso que desarrolle nuevos ejes de poder mundial, que además de ir armando su propia economía y geopolítica, tienen ya la capacidad militar para amenazar al imperialismo estadounidense y sus acólitos europeos; es así que ahora China Popular, Rusia e Irán, incursionan en un “territorio del imperialismo”, como es América Latina, al hacer una alianza y amenazar directamente al imperialismo de apoyar militarmente (hasta con armas atómicas) a Venezuela si esta es invadida por EE.UU. No olvidemos, para cerrar, que China Popular y Rusia han venido siendo, desde años, parte del funcionamiento de la economía latinoamericana, la cual esta empezando a dejar de ser el patio trasero de Estados Unidos.