Dra. Yanira Olmedo (Clínica Shaddai)
Uno de los principales deseos de un paciente con artrosis es volver a tener sanas las articulaciones, aunque en los últimos años los tratamientos para esta enfermedad han evolucionado mucho, todavía no podemos hablar de fármacos que puedan curar la artrosis. Sin embargo, lo que sí está a disposición de los pacientes son opciones que podrían frenar la degradación que ocurre a nivel articular, estabilizar la enfermedad y evitar una posible prótesis o retrasar el recambio quirúrgico.
Los principales objetivos de las terapias actuales son controlar los síntomas, especialmente el dolor, evitar la incapacidad funcional y en lo posible, el proceso de deterioro o articular. Además de mejorar la calidad de vida del paciente. De hecho, tal y como pone de manifiesto el estudio para evaluar la comorbilidad en pacientes afectos de artrosis sintomática de rodilla (Emartro), dirigido por Sergio Giménez, coordinador del grupo de Aparato Locomotor de la Sociedad Española de Médicos de Atención Primaria (Semergen) más del 50 % de los pacientes con artrosis no está controlado a nivel de dolor y hasta un 30 % de aquellos pacientes con artrosis de rodilla, presenta un estado de ánimo alterado junto a una pésima calidad de vida, en relación a aquellos pacientes que no tenían artrosis. “Es evidente que el control de los síntomas es crucial para que el paciente pueda realizar sus actividades cotidianas, disfrute, se encuentre emocionalmente bien y por tanto tenga una buena calidad de vida”, afirma Giménez.
¿Cómo han cambiado los tratamientos?
Giménez señala que en los últimos años se han producido dos factores importantes que han favorecidos las innovaciones en los tratamientos:
“por un lado se habla ya de medicina personalizada o individualizada, de tal manera que las terapias han de ir encaminadas a grupos de pacientes homogéneos o de las mismas características. Así podríamos hablar de grupos de pacientes con artrosis de tipo genético, de pacientes con artrosis degenerativa o senil, de artrosis del deportista o de artrosis postmenopáusica, por citar ejemplos” -señala y continúa-, “es lógico pensar que no es lo mismo tratar a un paciente de 80 años que a un paciente de 35 años, que se acaba de retirar de una práctica profesional como deportista activo”.
Por otra parte, el experto incide en el rol que desempeña cada paciente: deben ser responsables con su enfermedad, aprender todo sobre ella y tienen que darle prioridad al autocuidado. Es decir, deben convertirse en pacientes expertos y activos.
¿Y cuáles son los tratamientos actuales? Giménez distingue dos tipos:
Tratamientos clásicos sintomáticos de acción rápida: entre los que se encuentran los analgésicos y antiinflamatorios o lentos, como los condroprotectores (básicamente sulfato de glucosamina o condroitín sulfato).
Fármacos modificadores del curso de la enfermedad: los denominados condroprotectores, que podrían frenar el progresivo deterioro articular.
Sin embargo, el especialista insiste en que los fármacos que se utilizarán dependerán de las características individuales de cada paciente y de factores como la edad, el grado de dolor, la localización, la comorbilidad o la tolerabilidad de la medicación, entre otros.
“Básicamente el tratamiento inicial para una artrosis leve sería el uso de paracetamol (sin pasar jamás de 3gr diarios). En la mayoría de las ocasiones este tratamiento no sirve por lo que se podrían administrar antiinflamatorios, siempre adecuados a la comorbilidad y edad del paciente, a la menor dosis eficaz posible y durante un tiempo muy limitado”, explica. “En pacientes que requieren un tratamiento crónico se podrían establecer tratamientos con fármacos sintomáticos de acción lenta (solos o mejor combinados)”, afirma Giménez, quien señala que estos medicamentos no presentan ningún riesgo y en general son inocuos a nivel de toxicidad. De hecho, existen diversos estudios que avalan su uso para el control del dolor e incluso para la evolución de la artrosis.
Otras medidas que tiene que tener en cuenta el paciente
El tratamiento farmacológico es clave para mejorar la vida de una persona con artrosis, por eso Giménez hace hincapié en la importancia de no abandonarlo. Además, recomienda llevar un estilo de vida saludable simultáneamente.
Éste debe incluir la vigilancia y la actuación sobre los factores de riesgo, fundamentalmente el control del peso antes de que pueda desarrollar la enfermedad, y la práctica habitual de deporte. “Principalmente al aire libre o en piscinas, hacer ejercicios básicos de recuperación de movilidad, de flexo extensión, de fortalecimiento muscular y aeróbicos. Andar, como rutina diaria, es genial”.