Luis Colato
Educador
Las actuales condiciones a las que el régimen nos ha orillado nos imponen por la supervivencia de la República y la recuperación de la institucionalidad, la necesidad de conquistar por la vía electoral, la asamblea legislativa.
La rampante corrupción sin paralelos en nuestra historia ha alcanzado todos los niveles del estado, y la degradación de la institucionalidad hasta su cuasi disolución por el sobreengrasamiento estatal que supone los nombramientos de elementos partidarios sin cualificación, tiene un solo propósito: el de asegurar futuras privatizaciones justificadas en la incapacidad del estado para gestionarlas.
El aislamiento diplomático al que los comentarios excesivos que procuran denigrar a nuestros vecinos por intermedio de maliciosas comparativas de parte del ejecutivo nos han expuesto a tensas relaciones con la vecindad regional, hecho sin precedentes que tampoco los militares practicaron mientras gobernaron, y que evidencia el atávico complejo de inferioridad que es la fuente de tales conductas desde la presidencia y su entorno.
El derroche desmedido, insustancial y sin control, que nos ha llevado al impago de la deuda externa, que agotara en los primeros meses de la presente gestión las sanas reservas que la anterior administración dejará, fuente de elogios de la banca multilateral que ahora se niega a concertar nuevos empréstitos por la desconfianza al régimen por sus continuos yerros al negarse a escucharla, malogrando sus inversiones, ha derivado en que los bonos que procura vender sean rechazados al ser calificados como “bonos basura”, por ser ahora y por las razones referidas, la nación latinoamericana peor calificada en materia financiera de toda la región, cancelando así todas las opciones de financiamiento para el país.
La improvisación, el arrebato y la ausencia intencionada de todo control, sello distintivo del régimen, tampoco han contribuido a generar ninguna confianza entre potenciales inversores, como tampoco la represión desatada para acabar con la criminalidad y que es usada además de reprimir a las clases populares, para perseguir a la disidencia política, así como cercar a la intelectualidad académica, que en números cada vez mayores exhibe su reprobación a la gestión, en el marco de la inseguridad derivado del virtual estado policial en que vivimos, que no logra generar por las mismas causas ninguna confianza, pues para colmo la certeza judicial ha desaparecido de la mano del autogolpe que se infligiera el propio régimen so excusa de sanear al poder judicial, logrando en cambio nuevas cotas de corrupción, mediocridad, impunidad y despotismo generalizado en el ejercicio de los elementos partidarios que el oficialismo ha impuesto al aparato estatal.
Y, si ahora es malo, será caótico si el régimen logra refrendarse electoralmente o por intermedio del fraude que se trama, por lo que debe ser propósito del germen de unidad nacido entre los trabajadores y gremiales marchantes el pasado 1o de mayo, arrebatar electoralmente la mayoría legislativa al régimen, con el concurso de todas las fuerzas vivas y progresistas.
Pero no habrá futuro sin concientizar a los indecisos, o sin lograr la participación de los que rehúsan hacerlo.