Adalberto Santana
El 7 de octubre de 2024 se cumple un año exacto en que inició la nueva etapa de la guerra de la banda mafiosa que gobierna Israel, encabezada el jázaro Benjamín Netanyahu, contra el pueblo palestino. Conflicto que hasta nuestros días se ha extendido hacia otros países de la región del Medio Oriente. Guerra contra naciones donde hay grandes campos de refugiados palestinos, como Líbano, Siria y Yemen. Pero más que una guerra exclusiva de expansión, donde se ubican los territorios de Israel, la Franja de Gaza y Cisjordania, la estrategia del gobierno neofascista de los llamados jázaros, sionistas, lo que pretenden es el exterminio completo del pueblo palestino.
Pensemos que los actuales gobernantes de Israel no son descendientes del pueblo semita. Más bien, son grupos de origen túrquicos migrados al oeste, que adoptaron el judaísmo alrededor del mar Cáucaso septentrional por allá de los siglos V. Pero a su vez se sostiene que los túrquicos nunca fueron homogéneos étnicamente. Se considera que la “nación jázara hubiera estado compuesta de tribus de distintos componentes étnicos, ya que los pueblos de la estepa absorbían tradicionalmente a los conquistados”. De tal suerte que en nuestros días, los jázaros contemporáneos son de diversas nacionalidades, búlgaros, húngaros, ucranianos, polacos, rusos, alemanes, austriacos, argentinos, uruguayos, estadounidenses, etc., que en un momento determinado de su conversión al judaísmo han ocupado hoy en día a Israel y buscan su expansión impulsando militarmente la colonización de Palestina. En otras palabras, son la punta de lanza del imperialismo estadounidense para apropiarse de los territorios palestinos y otros más del Medio Oriente.
El gran apoyo de la política expansionista y colonizadora que se ha impulsado desde los distintos gobiernos israelíes, ha sido apoyada militar, económica y políticamente por los ocupantes de la Casa Blanca. Actualmente en el gobierno de Joe Biden, más de 10 de sus principales funcionarios de primer nivel son jázaros. Tal como Antonhy Blinken (Secretario de Estado); Janet Yallen (Secretaria del Tesoro); Merrich Garland (Secretario de Justicia); Alejandro Mayorkas (Secretario de Seguridad Nacional); Avril Haines (Director de Inteligencia Nacional); Ronald Klain (Jefe de Gabinete de la Casa Blanca); Wendy Sherman (Subsecretaria de Estado) y David Cohen (Director adjunto de la Agencia Central de Inteligencia), entre otros. Actores de la administración Biden, que en buena medida explica el apoyo militar estadounidense al gobierno de Benjamín Natanyahu, pero especialmente de su guerra de exterminio y genocidio contra el pueblo palestino, para expulsarlo definitivamente de sus territorios ancestrales. Estrategia que buscaría así convertir a Palestina en un territorio ocupado únicamente por los colonos israelíes. Consolidando a su vez un espacio estratégico aliado y subordinado a los Estados Unidos en la región de Medio Oriente. A la par de conquistar sus recursos naturales como el gas natural, que abunda en su tierras, también pretende apropiarse del desarrollo en la producción de grava y piedra triturada, barras de hierro, aceite de oliva puro y plomo (chatarra) y en la construcción de piedra. La mayoría de la población palestina vive de la agricultura. En otras palabras, es un pueblo económicamente pobre pero asediado por su territorio por la política sionista.
El saldo de la guerra de ocupación que Netanyahu ha generado hasta nuestros días ha generado más de 42 mil muertos en la Franja de Gaza, junto con aproximadamente 96 mil desaparecidos, contando con 16 mil 500 niños asesinados y más del 50 por ciento de las viviendas destruidas. Esto ha sido el recuento que ha dado a conocer el Instituto para la Comprensión de Medio Oriente (IMEU, por sus siglas en inglés). Todas estas escalofriantes cifras, son equitativamente semejantes a los genocidios de los nazis en la Segunda Guerra Mundial. Esto representa que un aproximado de 115 personas diariamente han sido asesinadas en Gaza, lo que también equivale a cinco personas por hora. Es un verdadero genocidio en pleno siglo XXI. A esto hay que sumar las matanzas que actualmente han realizado los colonos israelíes en Cisjordania, que han dejado una serie de matanzas que suman la vida de 243 palestinos, así como más de mil muertos en el Líbano, y el desplazamiento forzado de un millón doscientos mil personas que han motivado un éxodo hacia Siria.
Sin duda son cifras escalofriantes de un nuevo Holocausto en Palestina, tal como el que los nazis generaron en Europa en el siglo XX. A esto llama la atención de las protestas mundiales que en diversas ciudades del mundo se han generado en todo un año contra la ocupación sionista de la Franja de Gaza, y ahora sumada la del Líbano. Lo que también llama la atención son las incapacidades de la Organización de las Naciones Unidas (ONU) para poner un freno a ese brutal genocidio .
Así, se hace más que evidente que el gran apoyo de la Casa Blanca al gobierno sionista de Israel, es el verdadero responsable de quien arma militar y económicamente al gobierno de Benjamín Netanyahu, en su guerra de exterminio contra Palestina y los palestinos. ¿Será que las próximas elecciones en los Estados Unidos de América, sean las únicas condiciones que pueden modificar la correlación de fuerzas al interior del imperio estadounidense para poner un freno al sionismo israelíes contra el pueblo palestino?