Carlos Eduardo Aquino
El pasado conflicto armado en nuestro terruño dejó un legado aberrante de impunidad, viagra healing se necesita ser un gran idiota, find padecer de amnesia o creer de manera simplista que la Amnistía abonó con semillas de paz a la reconciliación nacional.
Las heridas permanecen abiertas, por una sencilla razón, se le ha ocultado descaradamente a los Familiares de víctimas el Derecho a la Verdad, el acceso a la justicia y las reparaciones pertinentes.
Debemos subrayar que no se trata de invocar venganza, resentimiento, rencor u odio, simple y llanamente, es un imperativo, si realmente deseamos cerrar las heridas, que los Criminales de guerra, amparados por el Estado, sean capturados y llevados a Juicio, es oportuno observar señales históricas esperanzadoras en la Hermana República de Guatemala, el día 6 de Enero del presente año, con la captura de Militares implicados en graves violaciones a los derechos humanos, perpetrados el año de 1983, obedeciendo órdenes del Presidente de Facto, General Fernando Romeo Lucas García y su hermano, General Manuel Benedicto Lucas García, Jefe del Estado Mayor General del Ejército.
L a coyuntura política es propicia, con la solicitud de Extradición, enviada por la Audiencia Española, para agilizar la captura de los autores del salvaje asesinato de los integrantes de la Compañía de Jesús y sus colaboradoras, mediante una búsqueda intensa y exhaustiva, de la PNC e INTERPOL, aunado a la repatriación ignominiosa del General José Guillermo García, para sostener o refutar la tesis, que deben agotarse las instancias nacionales, poniendo a prueba la efectividad de nuestro Sistema de Justicia, que permanece anclado por una ley de amnistía, que no está escrita en piedra y puede ser revocada, mediante una firme resolución de la Asamblea Legislativa y la Sala en Pleno de la Corte Suprema de Justicia, que sustente categóricamente, que los Crímenes de Lesa Humanidad no prescriben, prevalecen sobre la ley aludida.
El Magistrado de la Sala de lo Constitucional, Rodolfo González, expresa que la execrable ejecución de los Sacerdotes Jesuitas, es un caso complejo, como lo son, las múltiples masacres en el Salvador, cometidas por la Fuerza Armada, durante la guerra civil, tales como, El Mozote, el Río Sumpul, la Quesera, para citar algunas, la violación y asesinato de las Monjas Maryknoll, el magnicidio de Monseñor Oscar Arnulfo Romero y el de miles de Asesinados y Desaparecidos, seres humanos, que tocan la mente y el corazón de sus familiares todos los días, quienes necesitan desesperadamente saber la verdad, donde yacen enterradas sus osamentas, para poder darles cristiana sepultura, rindiéndoles un homenaje a la Dignidad de las víctimas y sus familiares.
El meollo de la complejidad esgrimida, radica, en que han transcurrido más de 35 años y, el Sistema de justicia salvadoreño no actúa, no resuelve, debe esperar solicitudes de Extradición, para reactivamente, afirmar que deben agotarse las instancias nacionales, cuando sabemos que la realidad desnuda las mentiras, decoradas preciosamente con tecnicismos legales, mientras los Genocidas retornan repatriados, desafiantes y altaneros, con la plena certeza de encontrar refugio, un virtual Asilo, paradójicamente, donde perpetraron masivas atrocidades.
Es la hora cero de la Sala en pleno, de la Corte Suprema de Justicia y del nuevo Fiscal General de la República, los familiares de víctimas civiles del conflicto armado están cansados, frustrados, decepcionados y traicionados por un Sistema de Justicia inoperante en muchos casos complejos, como los delitos de lesa humanidad, para mencionar alguno, pero, asombrados y estupefactos, cuando casos, de la misma o análoga envergadura, se resuelven con una extraordinaria celeridad, una vertiginosa eficiencia, independientemente, si la iniciativa proviene del partido político gobernante o de la oposición, lo que significa que nuestra sed de justicia jamás será saciada, si esperamos resultados como maná del cielo, sin desplegar esfuerzos, la cohesión de los movimientos sociales es una tarea ineludible, sí pretendemos lograr el respaldo de la Sociedad civil, para ejercer plenamente el derecho a la libertad de expresión, saliendo a las calles, de manera organizada y pacífica, estableciendo contactos estratégicos nacionales e internacionales, solicitando respetuosamente a nuestro Excelentísimo Señor Presidente de la República y Comandante General de las Fuerzas Armadas, Profesor, Don Salvador Sánchez Cerén, ordene al Ministro de la Defensa, General David Munguía Payés, desclasificar los archivos del Ministerio que preside, donde se encuentra, materia prima informativa, concerniente a graves violaciones a los derechos humanos, acicateados por el tono estridente y desquiciado de una voz tenebrosa, la del General José Guillermo García, cuando retornó recientemente a nuestro País, recibido por familiares de víctimas y activistas de derechos humanos, en el Aeropuerto Internacional, Monseñor Oscar Arnulfo Romero, con frases, tales como, Asesino, Criminal, Genocida, ¿ donde están los Desaparecidos? el siniestro personaje, gritó desaforadamente, “Búsquenlos”, Viva El Salvador.
El Salvador no puede vivir en paz y libertad, mientras se siga ocultando la verdad, estará muerto en vida siempre, si el manto protector de la Impunidad continua otorgándoles inmunidad a los Criminales de Guerra del conflicto armado, así como estos, se sintieron Dioses Plenipotenciarios, cuando predominó el Terrorismo de Estado, dirigido por Oficiales del Ejército, con el beneplácito de la Administración Reagan, haciendo gala de su torpe y desatinada Política Exterior, mediante un abierto respaldo a las Dictaduras, amparados por regímenes autoritarios, hoy es el momento para que asuman su responsabilidad, pidan perdón públicamente, sin esa cobardía vergonzosa, con la que se ocultan en Brigadas Militares o solicitan respaldo político en momentos cruciales. La violencia social desenfrenada, que azota despiadadamente a El Salvador actualmente, es consecuencia, en gran medida, es oportuno enfatizarlo, por la escasa o nula inversión social en los Sectores más vulnerables, específicamente, Niñez y Adolescencia, Adultos Mayores, expresión fehaciente de una ausencia de visión para articular los intereses nacionales y acomodamiento de la Clase política, suscitada, cuando se silenciaron los fusiles, con la firma de los Acuerdos de Paz, firmados el 16 de Enero de 1992, supuestamente, se daría un salto cualitativo, capaz de cohesionarnos, política, económica y socialmente, constituyendo un acicate, en aras de formular un Proyecto de Nación, novedoso, creativo, pero nos equivocamos rotundamente, no aprendimos las dolorosas, traumáticas lecciones, por lo cual, existe un grave riesgo de que la presente guerra se prolongue por tiempo indefinido, mientras no actuemos con determinación, audacia y coraje, enfrentando sin ambages, un lastre histórico llamado Impunidad, que obstaculiza la auténtica reconciliación nacional anhelada, capaz de coadyuvar a el fortalecimiento y consolidación de una democracia real, que no esté cimentada en falacias legalistas, sino, en la construcción de un nuevo El Salvador, en la que todos y todas, saludemos la patria orgullosos y de hijos suyos podernos llamar.