Por Aurélia End
Atenas/AFP
El gobierno griego se preparaba este sábado para la batalla, ante el inicio de una semana de reuniones con los acreedores de Atenas que serán decisivas para la supervivencia financiera del país.
El jefe de gobierno, Alexis Tsipras, presidirá en la tarde del sábado un Consejo de ministros, el tercero en dos días, antes reunirse con su grupo parlamentario para preparar su discurso de política general el domingo ante la Cámara y diseñar su estrategia ante las reuniones de alto riesgo que Atenas deberá encarar la semana próxima con sus socios europeos.
El viernes, el gobierno insistió en su demanda de un «programa puente» de ayuda al país, reclamando 1.900 millones de euros al Banco Central Europeo (BCE) y a los bancos centrales de los países de la eurozona en base a los beneficios conseguidos por estos gracias a la posesión de títulos griegos.
Atenas pide también la ampliación de su capacidad de endeudamiento, fijado por sus acreedores a 15.000 millones de euros en 2015.
Pero la contundencia del gobierno antiausteridad de Tsipras y el tiempo que pasa mientras se acerca el vencimiento de deudas cruciales, han hecho que Standard & Poor’s degrade la nota de Grecia de «B» A «B-«, y amenace con bajarla aún más.
Otra agencia de calificación, Moody’s, también aumentó la presión situando la nota griega «bajo examen con vistas a una degradación», debido a la «elevada incertidumbre por las negociaciones entre Atenas y sus acreedores públicos».
‘Liquidez hasta el verano’
El plan actual de ayuda internacional a Grecia termina el 28 de febrero y la financiación del país pende de un único hilo: el mecanismo «ELA» del BCE, tras la decisión el miércoles de la institución monetaria europea de suspender el régimen de favor del que hasta ahora gozaban los bancos griegos para tomar prestado dinero.
El ministro griego de Economía, Georges Stathakis, aseguró este sábado que Grecia no sufriría de falta de liquidez hasta el verano, gracias a un plan gubernamental de refuerzo del sistema de percepción de impuestos.
«No habrá problemas hasta el verano y se cerrará un acuerdo» sobre la deuda con los socios europeos, afirmó.
Pese a las presiones, el nuevo ejecutivo de la izquierda radical de Syriza, ganador de las elecciones legislativas de enero, mantiene su principal reivindicación de una revisión de los acuerdos firmados desde 2010 entre Atenas y sus acreedores europeos.
El nuevo poder considera humillante el programa de rigor impuesto al país a cambio de unos 240.000 millones de euros de préstamos concedidos por sus socios para reflotar el país.
El gobierno pretende empezar sobre nuevas bases, con una deuda aligerada gracias a un sofisticado programa financiero y menores impedimentos presupuestarios, pero con un ambicioso programa de reformas, principalmente fiscales.
La «financiación puente» reclamada por Atenas le permitiría negociar con los socios europeos «sin presión y sin recurrir al chantaje», sostiene el gobierno.
En principio no lo tienen fácil: «Nosotros no hacemos financiación-puente», respondió a su vez el jefe del Eurogrupo, Jeroen Dijsselbloem, citado por la agencia Bloomberg, mientras que la mayoría de los socios europeos, de Berlín a Madrid o Lisboa, han acogido con frialdad las propuestas griegas, insistiendo en que Atenas debe cumplir sin excepción sus compromisos en el calendario fijado.
Grecia se lo juega todo el miércoles ante el Eurogrupo, que reúne a los 19 ministros de Finanzas de la zona euro, antes de una cumbre de la Unión Europea el jueves.