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Ateneo de El Salvador, Academia Salvadoreña de la Historia, y Academia Salvadoreña de la Lengua firman convenio

El Portal de la Academia Salvadoreña de la Lengua

ATENEO DE EL SALVADOR, ACADEMIA SALVADOREÑA DE LA HISTORIA, Y ACADEMIA SALVADOREÑA DE LA LENGUA FIRMAN CONVENIO.

Por: Eduardo Badía Serra,

Director de la Academia Salvadoreña de la Lengua.

Este sábado recién pasado, 20 de marzo de 2021, a las 09:30 horas, y en el Auditorio de Ateneo de El Salvador, Ing. León Enrique Cuéllar, mas de trescientos años de historia de la cultura nacional celebraron un histórico Convenio Marco. Hablo aquí de la centenaria Academia Salvadoreña de la Lengua, correspondiente de la Real Academia Española, de Ateneo de El Salvador, y de la casi centenaria Academia Salvadoreña de la Historia. Desde hace ya más de un año, las tres instituciones venían madurando la idea de unir esfuerzos en el desarrollo de acciones, actividades y proyectos culturales de manera conjunta y coordinada, que contribuyeran a fortalecer el tejido social, fomentar en nuestra población un auténtico espíritu cívico y patriótico, defender nuestra historia, nuestra lengua y nuestra identidad cultural ante cualquier intento transculturante que pretenda su negación o su desnaturalización; todo ello a través de la cultura.

Este es un hecho realmente relevante para las tres instituciones, y, por supuesto, para el país. En un momento, ya largo y pesado, de indiferencia cultural, y hasta de menosprecio hacia la cultura y hacia la historia, que vive el país, todo esfuerzo que conlleve a propiciar su fomento y su manifestación en sus diferentes manifestaciones, es saludable y bienvenido. No debemos ocultar que el apoyo gubernamental hacia nuestras instituciones ha sido prácticamente nulo, y que los esfuerzos por mantenerlo han llevado a situaciones que sin faltar a la verdad pueden calificarse como penosos. Nuestros gobiernos, en los diferentes órganos que lo componen, no saben apreciar la importancia que para todo país tiene el fomento de su cultura, la defensa de su historia, y el mantenimiento de su propia identidad. En el caso de la Academia Salvadoreña de la Lengua, por ejemplo, el Gobierno Central, a través de su Ministerio de Cultura, nos otorga la cantidad de cinco mil dólares anuales, que debiendo ser recibidos a comienzos del año, se van concretando a finales del mismo, luego de un cansado y, como digo, penoso trámite burocrático, largo y saturado de papeleos intrascendentes que desgastan nuestro proceso administrativo sin razón alguna.

Y debo decir, además, que, en nuestro caso particular, por ley, según el “Convenio Multilateral sobre Asociación de Academias de la Lengua Española”, conocido como “el Convenio de Bogotá”, ratificado por El Salvador el 7 de mayo de 1967, el Estado se compromete, entre otras cosas, a lo siguiente:

“Artículo Segundo: Cada uno de los Gobiernos signatarios se compromete a prestar apoyo moral y económico a su respectiva Academia Nacional de la Lengua española, o sea, a proporcionarle una sede digna y una suma anual adecuada para su funcionamiento”.

“Artículo Cuarto: Los gobiernos signatarios se comprometen a hacer incluir en sus respectivos presupuestos las partidas necesarias para el cumplimiento de este convenio”.

No es, pues, que la Academia Salvadoreña de la Lengua deba recibir, por la pura y nuda buena voluntad del Estado, el apoyo del que habla el Artículo Segundo del “Convenio de Bogotá” que he citado. No es cuestión de discrecionalidades, sino del cumplimiento de un Convenio que, debidamente protocolizado en las Naciones Unidas, y ratificado por esta, obliga al Estado Salvadoreño a su cumplimiento. El país, entonces, no ha sabido cumplir su responsabilidad en este caso, y el apoyo que debería otorgar a la Academia salvadoreña de la Lengua no se hace efectivo.

En El Salvador, la lengua oficial es el castellano -nombre oficial del español en nuestro país-, según el Artículo N° 63 de la Constitución de la República. Nuestro español salvadoreño tiene vida propia y evoluciona a su manera, con sus propios giros idiomáticos y neologismos que constantemente lo enriquecen y lo vuelven peculiar. Esto se da, en menor o mayor manera, en todos los países de habla hispana. Por ello, en 1713, bajo el reinado de Felipe V, se fundó la Real Academia Española, cuyo objetivo ha sido desde entonces preservar el buen uso y la unidad de la lengua bajo el lema “limpia, fija y da esplendor”, adoptado en 1715. En 1953 se unen todas las academias de la lengua alrededor del mundo para fundar la Asociación de Academias de la Lengua Española, ASALE, de la cual la Academia Salvadoreña de la Lengua, ASL, es miembro desde su fundación junto a 23 academias más, incluyendo la propia RAE.

Claro que el primero de los fines de nuestra Academia es, según sus Estatutos, “Mantener el idioma castellano en su tradicional pureza y registrar sus legítimos acrecentamientos”, no es nuestra función andar diciéndole a la gente cómo hablar correctamente, sino explicar porqué hablamos como hablamos. Ni la lengua española ni ningún otro idioma se puede llamar “puro”, razón por la cual los puristas del lenguaje terminan siendo individuos pedantes que se pasan la vida corrigiendo a los demás.

Bien entonces. Las tres instituciones máximas de nuestra cultura, Ateneo de El Salvador, la Academia Salvadoreña de la Historia, y nuestra Academia Salvadoreña de la Lengua han celebrado un Convenio con el cual se espera que sus propias acciones promuevan la defensa y el acrecentamiento de nuestra cultura en sus diferentes manifestaciones, en beneficio de nuestra gente y de nuestro país. Esto es, como digo, un hecho importante y saludable. La lengua, en nuestro caso, es elemento defensor de nuestra propia identidad, entendida esta fuera de todo lirismo y de toda fantasía. Bien decía ese viejo enorme tanto como revulsivo, el del hombre de carne y hueso, don Miguel de Unamuno: “Escudriñad la lengua; hay en ella, bajo presión de atmósferas seculares, el sedimento de siglos del espíritu colectivo”.

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Nacimiento. Fotografía de Rob Escobar. Portada Suplemento Cultural Tres Mil, sábado 21 de diciembre de 2024