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La decisión del Presidente Salvador Sánchez Cerén de establecer relaciones diplomáticas con la República Popular China significa un sabio paso que abrió a El Salvador enormes oportunidades para el comercio, las inversiones y el crecimiento económico con la segunda economía del mundo y el mayor mercado del planeta.
“Estamos convencidos que este es un paso en la dirección correcta, que corresponde a los principios del derecho internacional, de las relaciones internacionales y a las tendencias ineludibles de nuestra época”, afirmó el Gobernante en su mensaje a la nación al hacer el anuncio en cadena nacional la noche de este lunes 20 de agosto.
Por todas esas razones, una lógica sencilla basada en la realidad internacional indica que esa medida es necesaria y conveniente para los mejores intereses de la nación salvadoreña, presentes y futuros.
Apenas unos datos bastan para justificar esta afirmación: el Producto Interno Bruto de China fue equivalente el año pasado al 15 por ciento de la economía mundial, es el mayor país exportador, 13 por ciento del total, seguido por Estados Unidos (8.9), y segundo en importaciones después de Estados Unidos, 10.4 por ciento por 13.6.
Es imposible cerrar los ojos ante esa realidad. Estados Unidos se percató de ello hace 40 años cuando estableció relaciones diplomáticas con China, que apenas comenzaba su espectacular despegue económico.
En cuanto a El Salvador, la República Popular China se ubicó el año pasado como el principal socio comercial salvadoreño en la región asiática con 47.2 millones de dólares, cantidad que lo ubica como el undécimo destino de las ventas al exterior del país, principalmente de azúcar, las que comenzaron en este gobierno.
China significa enormes posibilidades para el crecimiento del comercio de los empresarios salvadoreños y para las inversiones del gigante asiático en el país tras la apertura de las relaciones diplomáticas.
Esas oportunidades permitirán también incidir en la balanza comercial entre las dos naciones, desfavorable a El Salvador, que importó de China mil 446.75 millones de dólares en 2017.
En las grandes cadenas comerciales de Estados Unidos en el país e incluso nacionales solo basta preguntar un poco o mirar con atención para descubrir que la mayoría de sus mercancías llevan la información Made in China/Hecho en China.
La decisión del Presidente Sánchez Cerén también atiende a la Resolución 2758 de la Asamblea General de las Naciones Unidas, aprobada por 177 países que reconocen la existencia de una sola China, que el Gobierno de la República Popular China es el único legítimo representante de toda China y que Taiwán forma parte inalienable del territorio chino.
Se trata entonces también de una cuestión de respeto al derecho internacional legitimado casi por unanimidad por los países del máximo organismo mundial -177 de 192-, por lo cual la ruptura de relaciones diplomáticas con Taiwán es un paso ineludible.
El Presidente Sánchez Cerén explicó que esta decisión no es improvisada, sino resultado de una cuidadosa revisión de nuestra situación interna y externa para alcanzar los objetivos nacionales.
“Realizamos consultas con diversos sectores del país, además de tener en cuenta los desafíos de nuestra realidad histórica y la visión del presente y futuro de las nuevas generaciones”, agregó.
Todos estos datos y factores indican que el anuncio del Presidente Sánchez Cerén, felicitado por amplios sectores del país y aplaudido por la mayoría de la comunidad internacional, no es una sorpresa. Por el contrario, un acto totalmente previsible ante la realidad mundial hasta para el más despistado de los llamados expertos políticos.
Como acostumbraba decir el líder nacionalista panameño Omar Torrijos, quien condujo la lucha de su nación por recuperar la soberanía sobre el estratégico canal interoceánico y la llamada Zona del Canal, en política no hay sorpresas, sino sorprendidos.
La audaz y valiente decisión del Presidente Sánchez Cerén se corresponde con absoluta claridad con los mejores intereses de la nación salvadoreña, paso sabio para el bien del país.
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