Por Jeremy Tordjman
Washington/AFP
Grecia continúa atormentando al FMI: criticado ayer por sus curas de austeridad, la institución es ahora acusada por su propia auditoría de haber rescatado al país en 2010 violando sus propias reglas ante la presión europea.
«Sin juzgar el mérito de la decisión final, las debilidades en el proceso de toma de decisiones crearon la idea de que el FMI trató a Europa de forma diferente», afirma el informe de la Oficina de evaluación independiente (OEI) del Fondo.
Esta crítica, que surge cuando el FMI debe decidir si rescata nuevamente a Grecia junto a los europeos, remite al inicio de la crisis de la deuda que sacudió a la zona euro en 2010-2012.
Está centrada en la decisión adoptada por el Fondo en 2010 de modificar una de sus reglas de oro con el objetivo de reflotar a Grecia, la de no exigir una reducción previa de la deuda del país, a pesar de las dudas surgidas sobre su «viabilidad».
El Fondo había creado entonces una «excepción sistémica» para unirse a los europeos y otorgar a Grecia el préstamo más importante de su historia (30.000 millones de euros), que fue seguido por otros dos planes de asistencia (2012 y 2015) que jamás lograron sacar al país de la recesión.
«El proceso de modificación se alejó del modo de consulta habitual del FMI, que exige que las decisiones de tal importancia son objeto de un examen riguroso», subraya la OEI, cuya auditoría examina tres planes de ayuda del FMI entre 2010 y 2011 (Grecia, Portugal, Irlanda).
«Escepticismo»
La participación del Consejo de administración del Fondo, que representa a los Estado-miembro, quedó reducida a un papel de «fachada» y la dirección del Fondo, entonces a cargo de Dominique Strauss-Kahn, ignoró el «escepticismo generalizado» de sus asesores, se afirma en el documento.
«No hubo ningún intento riguroso de diseñar un proyecto creíble para restablecer la viabilidad de la deuda en Grecia», afirma la OEI, acusando al FMI de no haber aprendido las «lecciones del pasado».
Según la auditoría, el rescate de Grecia sin una reducción previa de su deuda «amplificó» la cura de austeridad impuesta al país por sus acreedores europeos, «contribuyendo, al menos en parte, a (provocar) un fuerte contracción de la producción y a una pérdida de apoyo de la población al programa» de ayuda.
Finalmente, la reducción de la deuda fue aprobada en 2012 por 100.000 millones de euros.
Un alto funcionario del Fondo que solicitó conservar el anonimato, rechazó frontalmente la acusación, afirmando que el fracaso de los planes de ayuda se debió a la «debilidad de las instituciones políticas» en Grecia y a su negativa a reformar su economía.
Según el informe, el Fondo también comprometió su autonomía al asociarse a la «troïka» de acreedores integrada con el Banco Central Europeo y la Comisión europea, encargada de evaluar el avance de las reformas en el país.
«A nivel de la eurozona, las posiciones de los equipos del FMI eran con frecuencia muy cercanas a las posiciones oficiales de los europeos y el FMI perdió la eficacia inherente a su papel de auditor independiente», afirma la OEI.
Este proceso de subordinación no es fortuito. Se produce en momentos en que los europeos presionan al FMI para que participe financieramente en el plan de ayuda aprobado en el verano de 2015. Pero esta vez el Fondo resiste y exige previamente una reducción de la deuda.
«La idea de que cedemos a la presión política no cuadra con la realidad de los hechos», afirma el alto funcionario del FMI.
Es sin embargo una de las conclusiones del OEI, que llama en primer término al Fondo a «minimizar la posibilidad de intervención política» en sus decisiones.
En su respuesta al informe, la directora gerente del FMI, Christine Lagarde, negó toda falta de independencia del Fondo y defendió la actuación de la institución ante una crisis en la zona euro «sin precedentes».
Sin embargo, la prueba de que el tema sigue siendo extremadamente sensible en la institución, es que la OEI también acusa al FMI de haberse resistido a cooperar en esta auditoría y afirma haber sido privada de un «acceso completo a documentos confidenciales».
«Numerosos documentos (sobre Grecia) fueron redactados fuera de los canales habituales», afirma el organismo.