Por Ania Tsoukanova/Nicolas Miletitch
Minsk/Donetsk/AFP
Vladimir Putin, François Hollande, Angela Merkel y Petro Poroshenko se reunirán este miércoles en Minsk en una cumbre «de la última oportunidad» para poner fin al conflicto en el este de Ucrania, donde la violencia se ha intensificado en las últimas horas.
El encuentro llega al final de una semana de maratonianas negociaciones diplomáticas, tras el lanzamiento de una nueva iniciativa de paz francoalemana.
Sobre el terreno la violencia ha arreciado, con 50 muertos en las últimas 24 horas, entre soldados, rebeldes y civiles.
«Los expertos están trabajando, hay un notable progreso», afirmó el ministro de Exteriores ruso, Sergei Lavrov.
El presidente ucraniano Petro Poroshenko advirtió por su parte de que podría «introducir la ley marcial en Ucrania» si las negociaciones en la capital bielorrusa no logran detener la guerra con los separatistas prorrusos.
«O logramos detener al adversario por la vía diplomática, o habrá otro régimen», afirmó en una reunión con su gabinete.
La ley marcial implicaría una grave escalada en la crisis, liberando recursos militares para la batalla en el este, pero también obligaría a Ucrania a prescindir de inversiones extranjeras, entre ellas un préstamo vital proveniente del Fondo Monetario Internacional (FMI).
‘Una sola voz’
El dirigente pro-occidental afirmó que Ucrania, Francia y Alemania hablarán con «una sola voz» en la cumbre de paz en Minsk, y pedirán un alto el fuego incondicional.
«La prioridad es un alto el fuego sin condiciones previas», insistió.
Los separatistas prorrusos negociaron el martes por la tarde en la capital bielorrusa con los emisarios de Kiev, en presencia de representantes de Rusia y la OSCE, aunque no se conoce la naturaleza exacta de sus exigencias para poner fin al conflicto, que ya ha dejado más de 5.300 muertos.
Según el emisario de la autoproclamada República Popular de Donetsk, Denis Puchilin, «aún es demasiado pronto para hablar de un alto el fuego».
Berlín considera el encuentro apenas un «rayo de esperanza» cuyo resultado es «incierto», según el portavoz de la canciller alemana Angela Merkel.
La jefa de la diplomacia de la UE, Federiga Mogherini, aseguró a la AFP que la cumbre de Minsk de este miércoles será «un momento decisivo, para lo mejor o para lo peor».
Desde el Elíseo se insistía que, con todo, se irá «hasta el final», intentando todas las opciones para encontrar una salida diplomática a la crisis.
Ambas partes han intensificado los ataques en las últimas semanas, y especialmente en los últimos días, con el objetivo de acaparar terreno y llegar en una posición de fuerza a la mesa de negociaciones.
Cincuenta personas murieron en las últimas 24 horas en el este del país, incluyendo a 16 en la ciudad de Krematorsk, donde se encuentra el Estado Mayor del gobierno ucraniano, y 11 personas en el bastión rebelde de Donetsk. Los insurgentes, que raramente anuncian bajas militares, informaron de que habían perdido a siete hombres.
El presidente estadounidense Barack Obama advirtió al Kremlin de que «si Rusia continúa con sus agresiones a Ucrania, sobre todo enviando soldados, armas y financiando a los rebeldes, el precio a pagar aumentará».
Esta tarde, Poroshenko se encontrará cara a cara con Putin por primera vez desde octubre.
Nuevas propuestas, viejos planes
La reunión ofrece una oportunidad única a Vladimir Putin, cuya presencia fue confirmada esta mañana por el Kremlin, para tomar la palabra y negar toda implicación rusa en el conflicto ucraniano, que ha provocado la peor crisis entre Moscú y Occidente desde el fin de la Guerra Fría.
Kiev está desesperado por lograr que Putin firme el acuerdo, pero Moscú insiste una y otra vez en que Kiev debe pactar con los rebeldes, no con Rusia.
El plan francoalemán se basa en gran parte en el que fue firmado por las partes en septiembre y que ha sido sistemáticamente incumplido. Se espera que al menos sea posible llegar a un alto el fuego, tras semanas de intensos combates que han dejado cientos de muertos.
Según informaciones del departamento de Estado estadounidense, la nueva propuesta prevería una zona desmilitarizada de 50 a 70 kilómetros de ancho a lo largo de la línea del frente actual.
Pero Ucrania ya ha declarado que considera inaceptable la línea de frente actual, ya que los separatistas ocupan en la actualidad 500 kilómetros suplementarios respecto a septiembre.
El otro gran problema es la frontera rusoucraniana. La exigencia de Kiev de recuperar el control de su frontera es inviable para Rusia.
«Mientras siga habiendo combates y otro muchos asuntos no se resuelvan, en mi opinión (se trata de una petición) poco realista», dijo Lavrov a la prensa.