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“Autocracia desinformativa”

Por Leonel Herrera*

El régimen inconstitucional de Nayib Bukele puede definirse con el concepto de “autocracia desinformativa”, utilizado  para caracterizar a regímenes autocráticos que se sostienen con estrategias propagandísticas basadas en la desinformación y la posverdad.

El principal objetivo de este tipo de gobiernos autoritarios es crear en el imaginario social la percepción de que ya resolvieron o están resolviendo los problemas que afectan a la gente, sin resolverlos realmente. Así construyen realidades paralelas a las realidades concretas que vive la mayoría de la población.

Para construir estas realidades ilusorias, las “autocracias desinformativas” ponen a la comunicación en el centro de la gestión gubernamental, crean gigantescos aparatos mediático-digitales y sus acciones son acompañadas de descomunales despliegues publicitarios.

Y esto es precisamente lo que hace el régimen bukeliano. El acto propagandístico transmitido en su última cadena nacional es un claro ejemplo: la escena consistió en simular una reunión del presidente con sus ministros en la que se informa sobre lo bien que el gobierno está respondiendo a la emergencia de las lluvias, al brote de dengue y a la crisis alimentaria.

La acción comunicacional responde a la creciente crítica ciudadana sobre la ausencia presidencial durante más de un mes, la falta de un nuevo gabinete gubernamental y la indiferencia, la desidia y la indolencia estatal frente a la precarización de la vida de la gente.

El show propagandístico también busca aplacar los reclamos por la aplicación de “medicinas amargas”: despidos de centenares de empleados públicos y reducción del subsidio al gas propano y a la energía eléctrica, que se suma a la disminución del presupuesto de salud, atención médica, saneamiento y desarrollo local.

Esta reducción presupuestaria en áreas tan sensibles, como atención básica y atención hospitalaria, aumenta el riesgo ante el dengue y otras enfermedades; mientras que el desmantelamiento municipal impide atender en forma oportuna y eficiente las emergencias por lluvias.

Durante más de una hora de transmisión en horario premium en los canales de televisión, emisoras de radio y plataformas digitales, el presidente inconstitucional y sus sumisos funcionarios intentaron mostrar a un gobierno preocupado por la gente, activo frente a las emergencias del país y tomando las medidas necesarias para enfrentar los problemas.

Y en todas sus intervenciones insistieron en que lo hacen mejor que como actuaban los gobiernos anteriores. Por ejemplo: dijeron que antes sólo había 100 bombas fumigadoras y ahora se tendrán más de mil; incluso el ministro de Defensa anunció que se fumigará con helicópteros.

Bukele, por su parte, ofreció precios más bajos en los alimentos, amenazando a los comerciantes con procesarlos “por delitos que han cometido” y con una veintena de mercaditos populares del Ministerio de Agricultura y Ganadería en lugares que no especificó. No habló de regular precios, ni de quitar o reducir el IVA a los alimentos, ni de reactivar la producción alimentaria, ni de subir el salario mínimo.

Estas estrategias propagandísticas de las “autocracias desinformativas” son insostenibles, porque la realidad concreta tarde o temprano termina imponiéndose a las ilusorias realidades paralelas creadas comunicacionalmente.

La principal amenaza para la estabilidad y permanencia de estos regímenes antidemocráticos surge cuando la gente se informa, analiza, critica, demanda, se organiza y se moviliza por sus derechos. Por eso el 1o. de junio Bukele, además de hacer jurar a sus seguidores de no quejarse por las “medicinas amargas”, les pidió que no escuchen otras versiones de la realidad distintas a su propaganda.

“No escuchen a los enemigos del pueblo”, les dijo. Bukele llama “enemigos del pueblo” a los periodistas, activistas, académicos, políticos y cualquier ciudadano que denuncie las injusticias sociales, los abusos de poder, las falsas soluciones y las mentiras de la omnipresente propaganda oficial.

*Periodista y activista social.

 

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