Vladimir de la Cruz
La historia humana y el conocimiento que se ha desarrollado sobre ella nos enseña, desde hace mucho tiempo, que vivimos con microorganismos, que los llamamos de distintas maneras, correspondiendo a definiciones y clasificaciones científicas, que podemos considerar beneficiosos o perjudiciales a nuestro organismo.
Gérmenes, Bacterias, Bacilos, Virus son algunas de sus denominaciones fundamentales. Hoy todos ellos son bien estudiados, hasta donde se puede y se avanza en su conocimiento y control, si es del caso.
Esto ha permitido que en el mundo moderno se haya logrado dominar algunos, someterlos en beneficio de la Humanidad y, algunos, someterlos para perjudicar a hombres y culturas, malintencionada, perversa, criminal y genocidamente cuando se usan como medios de guerra, como armas militares y de exterminio de hombres, mujeres, niños, de sociedades, culturas y de la Naturaleza misma, en lo que se han llamado las guerras bacteriológicas, virológicas, químicas, entre otras formas.
Este conocimiento es el resultado del desarrollo del pensamiento científico, del conocimiento que se ha ido teniendo, cada vez más profundo de la Naturaleza en todas sus formas, porque se han tenido que enfrentar situaciones, que sin dejarlas al azar, al resultado de fuerzas incontrolables e inexplicables, en algún momento de la Historia, ni a castigos sobrenaturales, ni a castigos divinos, ni mágico religiosos, y porque, los hombres en sus distintas épocas históricas, buscaron las formas y los medios de enfrentar esos avatares, que les afectaban cotidiana u ocasionalmente, así fueron desarrollando pensamiento científico y buscando explicación de los mismos.
Pienso en los antiguos recolectores, los primeros representantes del género humano, millares de años atrás, en todos los continentes, cuando se trasladaban, caminando por la agreste naturaleza, caminando y desplazándose cerca de ríos y fuentes de agua, sin armas, sin desarrollar instrumentos de trabajo importantes, dependiendo de los frutos que recolectaban y experimentando cuáles les eran beneficiosos o perjudiciales, cuando algunos de ellos les producían malestares y hasta la muerte.
Ensayo y error sobre esas comidas les permitieron desarrollar un “conocimiento” básico del mundo que les rodeaba y distinguir de esa manera qué podían comer y qué no. Desarrollaron, igualmente, un conocimiento botánico de matas, hojas que les quitaban sus malestares y hasta les curaban heridas y evitaban hemorragias, diarreas y otros malestares. Los yerberos y herbarios, antecesores de nuestro médicos, no fueron casuales. Su conocimiento se fue heredando de manera muy selectiva, casi de manera secreta y de forma también mágico religiosa. Este conocimiento de alguna manera daba también poder.
Actualmente en nuestros patios caseros, en los potreros en los que se juega, en los jardines bellos de la Universidad de Costa Rica, muchas veces les decía a mis estudiantes, cuando explicaba el mundo antiguo, que observaran como algunos de los árboles, arbustos y matas tenían frutos, de diversos colores, algunos muy bellos, a la vista apetitosos, y sin embargo no tenían ni un solo piquete de ninguna ave ni insecto, que vieran cómo había frutos, de figura rugosa, “horribles” a la vista, totalmente picados por insectos y aves. Y, que esa situación, tan simple, podía enseñarnos cómo esos animalitos comían unos frutos y otros no.
En la vida antigua posiblemente esa simple observación y la experiencia de ir comiendo unos y otros frutos enseñó a distinguir lo comestible de lo que no lo era, lo que nos hacía un bien y deleitaba y lo que nos producía un daño o malestar físico y hasta nos podía matar.
Los hombres antiguos de esa manera, sin universidades, mas que su Universidad de su Vida, aprendieron a desarrollar conocimientos botánicos, y zoológicos, para distinguir del reino animal, igualmente, que les era beneficioso y perjudicial.
Hoy con el desarrollo de la ciencia, en todas sus dimensiones, se distinguen microrganismos beneficiosos y perjudiciales. Hoy sabemos que el cuerpo humano es un laboratorio, donde conviven, en el colon, en la parte final del sistema y tubo digestivo, en el intestino grueso, en nuestra flora intestinal como se le llama, en una rica simbiosis que tenemos, bacterias que ayudan a proteger el cuerpo, alimentándose de él. Son nuestras Bacterias amigas, pequeños microorganismos que solo pueden apreciarse por medio de instrumentos científicos, que se han hecho para su mejor estudio.
Las Bacterias ayudan a digerir alimentos, ayudan a aprovechar los nutrientes de los alimentos que consumimos, ayudan a fermentarlos, producen ácidos grasos, protegen contra otras bacterias que enferman, estimulan las defensas y contribuyen a producir vitaminas, ayudan a transformar sustancias y permiten el funcionamiento de muchos ecosistemas.
Se ha afirmado que la vida en La Tierra no existiría sin bacterias. Igualmente se ha dicho que somos lo que comemos y las bacterias que tenemos. Algunas de las bacterias amigas y saludables que viven en nuestro cuerpo son los Lactobacillus, las Bífidobacterias, los Bacillus y las Levaduras. Hoy para ayudar a las bacterias se estimula el consumo de fibras y de probióticos, que se encuentran, entre otros productos, en los supermercados y lugares que estimulan la sana comida. Las bacterias amigas y benéficas ayudan a tener una vida más saludable.
Nuestro Gran Científico, el Dr. Clorito Picado, que se había graduado en Francia en Zoología, Botánica y Medicina, que en 1914 asumió la Dirección, por casi 40 años, del Laboratorio Clínico del Hospital San Juan de Dios, donde realizó su mayor trabajo científico experimental, además como naturalista, entomólogo, fitopatólogo, considerado el primero del país, que lo llevó a investigar problemas inmunológicos del envejecimiento y del ofidismo, estudios que hoy sirven, para que en la situación de esta pandemia del COVID-19, en el Instituto Clodomiro Picado, se impulsen investigaciones para buscar la vacuna contra el Coronavirus, Instituto que está cumpliendo 50 años, y en esta investigación merece todo el apoyo científico de la comunidad universitaria y científica nacional y de los recursos económicos que, en esa dirección, se puedan canalizar, en 1921 publicó una obrita pequeña, “Nuestra microbiología doméstica”, donde explicaba que la cocina de nuestras casas eran como laboratorios biológicos.
Decía el Dr. Clorito Picado que al desecar, salar, cocer y conservar alimentos, al preparar caldos, sopas, compotas, gelatinas se alimentaban microorganismos “donde un grano de sal de más o de menos, es cuestión de vida o muerte”, y que en “nuestra alimentación los microorganismos llevan a cabo un solo trabajo: descomponer”, a partir de lo cual dedica su librito a señalar cuáles pueden ser perjudiciales y cuáles son útiles.
En su librito explica cómo conservar mejor productos y alimentos, y hasta cómo prepararlos, casi a modo de un recetario sencillo de cocina, donde habla de la desecación, de esterilización, de la Tyndallización y la Pasteurización en “baño de María”, “para matar gérmenes”. Indica cómo tapar recipientes y ollas, especialmente para su transporte, “para impedir gérmenes del aire”, “ahorrar dinero y aumentar la variedad de comidas”. Habla de los antisépticos, sal, azúcar y salitre, y cómo usarlos en comidas, enseña a preparar siropes salmueras, encurtidos.
Explicando esto enseñaba a destruir “microorganismos que destruyen nuestros alimentos”. Enseña cómo fermentar bebidas como la Chicha, el Chinchibí, la Cerveza de maíz, el vinagre, la mazamorra, el chile de tabasco, el Choucroute, el repollo fermentado, la leche agria o yogurt, el kéfir, el queso y el pan. Incluso indica cómo obtener bebida alcohólica de la leche, como hacen los árabes con su Koumiss “bastante agradable al paladar”.
Cuando se refiere a los quesos habla del queso Camembert, en el que aparece “en la superficie un hongo, denominado Penicilium camenberti”… “diferente de los Penicilium de las contaminaciones corrientes…” El Dr. Clorito Picado fue uno de los precursores de la Penicilina.
En síntesis, uno de los beneficios más importantes de las bacterias en nuestro cuerpo es el de facilitar la digestión.
Sin embargo, algunos microorganismos, como son los virus, y algunas bacterias, nos provocan enfermedades e incluso la muerte. Estos virus entrando al organismo, al cuerpo, atacan las células, las matan o les roban su alimento. Los virus producen infecciones en distintos órganos del cuerpo humano, aparato digestivo, pulmones, hígado, piel, en las mucosas y otros.
La cantidad de virus es enorme lo que provoca que sea difícil clasificarlos en su totalidad. Los virus tienen distintas formas de ser adquiridos, por ingestión, por inhalación directa, por picadura de insectos, por contacto sexual.
Los virus son muy pequeños. Se les consideran parásitos, porque dependen de las células donde viven y se reproducen, pueden infectar distintas formas de vida. Los virus no pueden sobrevivir por cuenta propia. Se conocen más de 5000 tipos distintos de virus. Se empezaron a estudiar a finales del siglo XIX. Tienen una cubierta de proteínas, de grasas y de enzimas, un núcleo de ARN o ADN, que les permiten su reproducción, “replicación”, viral. Los ADN porque tiene en su interior una molécula del Acido Desoxirribonucleico y los ARN porque tienen Acido Ribonucleico con capacidad de reproducirse sin meterse en el núcleo de la célula que atacan. Se les clasifica por las características de su genoma y la forma de multiplicarse.
Hay también los llamados retrovirus. Cuando el virus se mete o fija en la célula que lo recibe se produce la infección, donde muere la célula receptora o huésped originando otros virus infectantes.
Muchas de estas infecciones virales causan enfermedades agudas, la muerte en extremo, pueden permanecer latentes o con manifestaciones crónicas, o no presentar síntomas, asintomáticas.
Entre los virus en estado latente se ubican el HIV, el Herpes, el Papiloma Virus Humano, hoy muy comunes. Entre las infecciones virales crónicas está la rubeola, la varicela, el sarampión, la Hepatitis B o C, también el HIV, el Síndrome Respiratorio Agudo Grave (SARS).
Los virus en posibilidad de infectar al género humano son muchos, muy pequeños, pero no todos provocan enfermedades. Generalmente se adquieren o se contagian por vía respiratoria, excreciones, transfusiones, sexualmente. Algunos se transmiten por vectores como roedores, artrópodos, murciélagos, como se ha dicho con la actual pandemia, por aves, por diversos tipos de animales.
A estos virus que surgen en animales y se pasan a seres humanos se le llama virus zoonóticos.
Louis Pasteur, a mediados del siglo XIX, cuando estudió la rabia observó su capacidad de contagio, indicando que el microorganismo que la producía era demasiado pequeño, “un tipo de vida diminuta”, en ese momento para ser visto.
Algunas de las enfermedades virales son infecciones respiratorias, como la Influenza, la Influenza Aviar, el Coronavirus del Síndrome del Oriente Medio, la gastroenteritis, y el actual Coronavirus.
Las endemias son las enfermedades infecciosas que se dan en una área, una comunidad, una región determinada, limitada a esa geografía, en muchos casos habitual a esa región particular, como lo es la Fiebre Amarilla del Amazonas. Las epidemias son las enfermedades infecciosas que afectan varias comunidades, regiones o varios países, generalmente durante un período de tiempo.
Las pandemias ocurren cuando la enfermedad infecciosa pasa las fronteras de un país, afecta varios, alcanzando continentes completos o trascendiendo a todos los continentes, como lo es la actual Pandemia del Coronavirus.
La Historia humana conoce desde tiempos antiguos muchas manifestaciones de estas epidemias y pandemias, muchas veces resultantes de catástrofes naturales, tormentas, terremotos, inundaciones, sequías, que afectan animales y humanos.
En Costa Rica desde la época de la conquista y de la colonia española, y en América, de manera similar con la presencia europea en ese tiempo, se dieron epidemias de viruela, de sarampión, de la influenza, de la peste bubónica, de la peste neumónica y el tifus.
Entre las enfermedades epidémicas que hemos tenido, ocasionadas por virus o bacterias, en distintas localidades del país, y en distintos momentos, desde la Independencia hasta hoy, están la Anquilostomiasis, la Bronquitis, las Calenturas y fiebres intermitentes, el Cólera, la Colerina, la Difteria, la Disenteria, la Escarlatina, la Fiebre amarilla, la Gastroenteritis, la Influenza, la Malaria, la Menengitis, el Paludismo, las Paperas, el Sarampión, la Tifoidea, la Tos ferina, la Tuberculosis y la Viruela. Igualmente nos han tocado parte de las pandemias mundiales desde 1918, la Gripe Española, la Poliomelitis, el VIH o SIDA, el Dengue, el SARS, la Influenza del 2009, hasta hoy con el Coronavirus.
El desarrollo científico ha permitido hacer vacunas contra el Sarampión, el Rotavirus, la Viruela, la Varicela, la Fiebre Amarilla, la Hepatitis A, la Gripe, el Polio, la Rabia, Hepatitis B, Virus del Papiloma Humano, Tos ferina, Difteria, Tétanos.
La comunidad científica internacional, con motivo de esta Pandemia, ha hecho un gran esfuerzo de coordinar investigaciones y experiencias para tratar de lograr una vacuna, en el más corto plazo posible, frente a la Pandemia del Coronavirus.
Por ahora nos toca ser responsables y acatar los lineamientos internacionales de la Organización Mundial de la Salud, y del Gobierno de la República y el Ministerio de Salud, en sus orientaciones y comportamientos sociales que debemos tener para enfrentar la Pandemia del Coronavirus, que como ha dicho el Ministro de Salud, el virus del COVID-19 llegó para quedarse.
Si se va a quedar con nosotros tenemos que saber y conocer de la mejor forma posible, antes de que se desarrolle la vacuna, cómo evitarlo, y, sobre todo, como podemos evitar su transmisión considerando que se puede hacer por personas asintomáticas del virus, considerando también que el Coronavirus que produce la Pandemia es un enemigo.
Esta es nuestra gran responsabilidad en este momento, acatar y obedecer a las Autoridades de Salud y de la Seguridad Social que están al frente de esta lucha, para unificar filas frente al enemigo común.
Entendamos que vivimos con Bacterias y Virus, y otros gérmenes y micro organismos que se comportan como nuestras amigas y enemigos. A los enemigos hay que saberlos enfrentar. No se enfrentan con comportamientos ni reacciones idiotas e irracionales, ni con la indiferencia de que a mí no me va a atacar… porque puede ser demasiado tarde.
(Artículo publicado en la Columna Pizarrón, del periódico La República, edición digital, larepublica.net, del miércoles 15 de abril del 2020).