Por Salam Faraj
Bagdad/AFP
Un tribunal de Bagdad ordenó este miércoles la detención de los organizadores del referéndum de independencia en el Kurdistán, a demanda del gobierno iraquí, que multiplica las medidas de retorsión contra esta región autónoma a la que quiere cortarle los ingresos petroleros.
Dos semanas después de la victoria aplastante del ‘sí’ a la independencia en el referéndum del 25 de septiembre -juzgado ilegal por el poder central iraquí-, un tribunal de Bagdad dictaminó la detención del presidente, Hendren Saleh, y de dos miembros de la comisión que organizó el referéndum, indicó a la AFP el portavoz del Consejo supremo de la magistratura, Abdel Satar al Bireqdar.
Pero debido a que se encuentran en Erbil, donde los servicios de seguridad están en manos de los peshmergas, combatientes kurdos, y donde las fuerzas iraquíes no han puesto un pie, los tres requeridos no deberían preocuparse, al menos por el momento.
En cambio, ya no podrán salir de la región autónoma, so pena de ser arrestados en el resto del territorio iraquí, adonde se habían trasladado en varias ocasiones para entrevistarse con dirigentes del gobierno central en Bagdad.
Las conexiones aéreas de la región con el exterior fueron cortadas por Bagdad tras la victoria del ‘sí’.
‘Decisión política’
«No reconocemos esta decisión y no le brindamos ninguna importancia, puesto que es una decisión política», reaccionó ante la AFP Saleh, quien comparó la orden de arresto en su contra con los métodos del régimen de Sadam Husein, derrocado durante la invasión estadounidense de 2003.
El gobierno iraquí endureció el discurso en esta semana contra la región secesionista.
El lunes, el Consejo de seguridad nacional, presidido por el primer ministro Haider al Abadi, dio el tono anunciando una serie de medidas contra Erbil. El objetivo: golpear la economía del Kurdistán iraquí, ya minada por la mayor crisis financiera de su historia.
Bagdad prometió además sanciones contra los funcionarios que participaron en el referéndum, amenazando a los «corruptos» y advirtiendo que los fondos desviados serán «recuperados».
El gobierno iraquí reclamó retomar el control sobre los ingresos petroleros y los jugosos negocios de las empresas de telefonía móvil.
Al día siguiente, las autoridades centrales aceleraron sus acciones, al anunciar la puesta en estado de emergencia de un oleoducto que conecta los campos petrolíferos de la provincia de Kirkuk (norte), que Erbil les disputa, con el puerto turco de Ceyhan.
Este oleoducto tiene por objetivo provocar un «corto circuito» en el instalado en paralelo en 2013 por los kurdos pasando por la región autónoma. La exportación de petróleo bajo control kurdo alcanza a una media de 550.000 barriles diarios (b/d), de los cuales la mitad es extraída de los campos de Kirkuk.
Cerrar fronteras y cortar comercio
Se trata de una importante fuente de ingresos para el Kurdistán iraquí, cuya economía está muy poco diversificada.
Para los expertos, Bagdad, que ha recuperado la cuasi totalidad de su territorio al expulsar al grupo yihadista Estado Islámico (EI), ahora quiere «revertir los hechos logrados» por los kurdos. Éstos, en efecto, ganaron territorio y recursos naturales a fuerza de sus victorias contra el EI.
La pulseada entre Bagdad y Erbil apenas ha comenzado, según afirman las autoridades centrales, que llaman regularmente a las potencias regionales a asfixiar al comercio kurdo, cuyos pasos de entrada y salida controlan.
Ankara y Teherán, ha repetido en varias ocasiones en esta semana el primer ministro Al Abadi, sólo deben «tratar con el gobierno central» y «cerrar» sus fronterass con el Kurdistán, hasta que el control de los puntos de paso sean recuperados por Bagdad.
En tanto Irán congeló el intercambio de productos petroleros con el Kurdistán iraquí el 30 de setiembre, Turquía por ahora sólo ha amenazado con frenar las exportaciones petroleras kurdas.