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Balance de Acciones en Fin de Año

Carlos Girón S.

Al final de cada año calendario se acostumbra hacer un recuento, una revisión, un balance de las acciones y logros que se hayan logrado, tanto en el aspecto personal,, como de las empresas o los negocios: cuánto ganamos o cuánto perdimos o si salimos a ras, tablas.
Es bueno hacer ese recuento y revisión y balance de acciones y logros o pifias en lo personal, lo que no quita que también se haga a nivel de la sociedad, del país donde nos desenvolvemos en el diario vivir. Se puede empezar por cualquier lado, siendo siempre válido. De modo que podemos empezar por el mundo fuera de nosotros, por el accionar de las instancias e instituciones encargadas de la marcha del país, o sea, el Gobierno de la República y sus dependencias, ministerios, direcciones generales, etc., lo mismo que el o los gobiernos locales, los municipales.
Una cosa, el examen que se haga debería ser veraz, imparcial, honesto, no sesgado o cutarreado, con intenciones y propósitos torcidos, tendenciosos, mezquinos, con fines maquiavélicos. Esto es lo que, desgraciadamente, hacen sobre nuestro país los medios locales de comunicación social, como una regla, queriendo sembrar en la colectividad temor, inquietud, inseguridad, desesperanzas, frustraciones, pintar a El Salvador, en una palabra, como un país “fallido”, fracasado, hundido. Hundido, por cierto, fue como lo encontraron y recibieron los dos últimos gobiernos nacionalistas, con una economía hecha pedazos, por el suelo los principales renglones productivos del agro y la ganadería. Esto no son cuentos. La gente sabe que fue y es la realidad de las cosas. Muchos de los granos básicos había que traerlos de fuera y adquiridos a precios altos. Hoy en día el país es autosuficiente en el rubro agrícola, a la par que la ganadería también se recuperó. Noticias de últimos momentos dicen que ambos renglones han logrado un crecimiento del 4.2 por ciento, esto gracias al apoyo recibido del Gobierno, como ha sido la entrega de paquetes de semillas mejoradas y abono a miles de familias de agricultores. Eso no es ficción. Es una realidad que los propios beneficiados pueden testificar.
En el área de la salud púbica se tienen invaluables conquistas. Comenzando con la cristalización del hermoso Hospital de la Mujer –escamoneado por los gobiernos o gobernantes que, según publicaron las noticias, se embolsaron los dineros provenientes de un préstamo internacional para dicho proyecto.
A mejorar los niveles de la atención en salud a la población ha venido el proyecto feliz y exitoso de Ciudad Mujer, donde las mujeres de las zonas circunvecinas donde funcionan sedes de Ciudad Mujer tienen una atención integral, sin necesidad de acudir a los grandes centros hospitalarios. La educación también se anota grandes logros. Comenzando con los numerosos poblados donde ha sido erradicado el analfabetismo, además de continuarse con el programa de útiles, uniformes y zapatos a estudiantes hasta de Bachillerato, amén del famoso “vaso de leche” –idea que agradecen inmensamente los ganaderos por razones obvias..
En infraestructura física –construcción de carreteras, caminos vecinales, puentes—igualmente hay índices positivos que muestran la modernización de nuestro país en ese aspecto. Esto es de gran ayuda para la movilización de personas y medios de transporte para el comercio y los negocios, tanto en lo interno, como en la importación y exportación. Tales obras no son sólo logros del actual gobierno, sino también del anterior. Los dos se dedicaron desde el primer día a trabajar y servir al país y todos sus habitantes, no sólo para sectores eslabonados al gobierno o cuyos gobernantes estuvieron a su servicio. Las ganancias del país en el balance del 2016 lo indican el dato de un crecimiento real de más del 2.3 por ciento, logro extraordinario si se recuerda que en el año 2009 la Nación arrojaba un índice negativo, bajo cero. Ese levantón ha sido posible aun con la guerra sistemática que los sectores de oposición le declararon desde el primer momento a la Administración Funes, continuándola (la guerra) más acentuada y feroz –.encarnizada, contra Sánchez Cerén, a quien quieren pintar como gobernante inútil y malquerido de la gente, cuando es todo lo contrario. Niños, mujeres y hombres se sienten valorizados y dignificados cuando “el hombre” se mezcla con ellos con su modalidad de “gobernar con la gente”. La letal guerra de la oposición es aún más feroz en el área económica, donde los opositores han buscado estrangular al Estado en dos aspectos: uno, bloqueándole, boicoteándole empréstitos necesarios para seguir desarrollando los programas y proyectos de beneficio social, y dos, las evasiones millonarias de impuestos de los pudientes, con cuyo pago el gobierno no necesitaría andar suplicando la aprobación de los préstamos. La tristemente célebre Sala Constitucional ha sido la principal abanderada en esa guerra sin cuartel contra el Gobierno. La conciencia de sus integrantes no los dejan ni dejarán dormir tranquilos el resto de sus vidas por sus perversas acciones en ese y otro campo, como el de la justicia.
Pese a todo eso, la Administración Pública va adelante a toda vela en manos de Sánchez Cerén y su gabinete y demás colaboradores.
No más seria es la evaluación personal, hacer actos de contrición. Cómo cumplí con mis deberes y obligaciones en el ámbito familiar, en mi trabajo, en mi comunidad; cuánto bien, cuántos favores hice a mis semejantes de manera desinteresada, o cuánto les fallé o los engañé o estafé o victimicé de palabra o acción. A cuantos ayudé a que se sintieran contentos y felices. Como funcionario público (de cualquier nivel), hice buen uso o no de mi autoridad o del poder proveniente del soberano, el pueblo, que me fue otorgado como un privilegio. En fin, cada uno es el que mejor puede calificarse.
Y en lo privado, ¿mejoré mi condición moral y ética? ¿Hice los esfuerzos necesarios para no ser tan materialista sino dejar espacio para lo espiritual? ¿Me esforcé por librarme de tal o cual mal hábito o vicio, o sigo en las mismas, sin que nada me importe lo que digan o que me critiquen? ¿Soy un ciudadano útil a mi familia y a mi país?
Las respuestas a todas estas preguntas deben ser de lo más sinceras y honestas, brotadas del íntimo interior.

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