Barcelona/dpa
El Barcelona asestó hoy un golpe de autoridad a la Liga española de fútbol al reforzar su liderato con una trabajada y costosa victoria 2-1 sobre su inmediato perseguidor, el Atlético de Madrid, que jugó desde el final del primer tiempo con diez hombres y los últimos 25 minutos del partido con nueve.
La expulsión del brasileño Felipe Luis justo antes de la pausa con roja directa por una durísima falta sobre el argentino Lionel Messi y la del uruguayo Diego Godín en el 65′ por doble amarilla fueron un lastre demasiado pesado para los rojiblancos, que se avanzaron en el marcador, vieron luego cómo el Barcelona lo volteaba y siguieron compitiendo hasta el final, pese a su clara inferioridad.
El esfuerzo, encomiable, dejó a los dirigidos por el argentino Diego Simeone a tres puntos del Barcelona que, con un partido menos en su cuenta y 51 unidades, ahora comanda la Liga en solitario, y aventaja en siete al Real Madrid, que mañana recibe al Espanyol.
Los goles de Messi en el minuto 29 de partido y del uruguayo Luis Suárez en el 37′ neutralizaron el anotado por el español Koke en el 9′ y firmaron una victoria que, si bien no despejó ciertas dudas sobre el juego, puede valer su peso en oro.
Frente al equipo menos goleado del campeonato -ocho tantos hasta hoy- y principal rival por el título hasta ahora, los dirigidos por el español Luis Enrique lograron ganar por segunda vez en la temporada y se aseguraron la ventaja en el eventual desempate con tremendo esfuerzo.
Como en la primera vuelta del campeonato, al Barcelona le tocó remar contra corriente desde inicio porque el Atlético, con una idea muy clara de lo que tenía que hacer, le complicó la vida durante la primera media hora de partido.
Lo hizo con una presión muy alta durante los primeros minutos del duelo, un gol tempranero de Koke y una consistencia defensiva posterior que sólo pudo romper Messi, rozando la media hora de partido.
Como ya le había sucedido el pasado miércoles frente al Athletic de Bilbao en la Copa del Rey, al Barcelona le costó lo suyo desmontar el entramado de Simeone que, emulando a Ernesto Valverde, trastocó el habitual dibujo de su equipo para intentar sorprender a los dirigidos por Luis Enrique.
Lo logró durante un buen rato, y sobre todo después del gol de Koke que, en una jugada muy mal defendida por los azulgrana, sorprendió a Claudio Bravo con un remate, totalmente solo, desde dentro del área.
Logrado el objetivo de abrir el marcador, el Atlético se replegó, defendió como mejor sabe, aprovechó el desconcierto del Barcelona para dominar el duelo y tirar alguna contra amenazante y sólo cedió ante una gran jugada del equipo local, que concluyó magistralmente Messi.
El astro argentino confirmó con una fabulosa finalización que el Atlético es su víctima preferida: 25 goles en 28 enfrentamientos con los rojiblancos.
El mérito, sin embargo, fue compartido. Su compatriota Javier Mascherano recuperó un balón precioso, se lo cedió con rapidez a Neymar quien, con una finta, habilitó a Jordi Alba. El defensa catalán, que regresaba al equipo tras unos días ausente por lesión, tuvo la paciencia suficiente para esperar la llegada de Messi que, en carrera, batió al esloveno Jan Oblak desde dentro del área.
Más allá de la igualdad, el tanto anunció la conexión al duelo del Barcelona, que pasó a ser dominador.
Suárez, que había protagonizado la única ocasión clara del Barcelona antes del gol de Messi, exhibió su capacidad goleadora minutos más tarde, al aprovechar una asistencia desde el mediocampo del brasileño Dani Alves para colar entre las piernas de Oblak el segundo gol azulgrana.
El tanto revolucionó al Atlético, que creyó haber hecho méritos para irse a la pausa con mejor resultado, y especialmente a Felipe Luis, que tomó el camino a los vestuarios antes de tiempo por una entrada muy fuerte sobre Messi que le supuso la roja directa.
El golpe fue durísimo para el equipo de Simeone, que tuvo que afrontar todo el segundo acto con el marcador en contra y un hombre menos, hasta que perdió también a Godín, con 25 minutos aún por disputar.
Pero incluso en clara inferioridad, el Atlético fue capaz de amenazar con el empate a un Barcelona que no acabó de encontrar la manera de desplegar su juego combinativo. Los azulgrana jugaron a rachas, con escasa brillantez y una evidente falta de puntería en las escasas ocasiones en las que amenazaron el arco de Oblak.
El duelo, sin embargo, cayó del lado del Barcelona, el primer equipo capaz de marcarle dos goles a los rojiblancos lejos del estadio Vicente Calderón, y, con casi toda la segunda vuelta todavía por disputar, la Liga empezó a tomar un color azulgrana que Atlético y Real Madrid intentarán aún matizar.