Barcelona/dpa
El todopoderoso Barcelona del último mes levantó el pie del acelerador en la última semana y mañana viajará a Japón para disputar el Mundial de clubes con algunas dudas perturbando las viejas certezas.
El empate 2-2 cedido hoy ante el Deportivo, de nuevo en el último suspiro, no hizo sino contrariar a los azulgrana que, en la pasada fecha, ya vieron cómo el Valencia les birlaba dos puntos en los últimos cinco minutos de partido y hoy cedieron su primera igualada en el Camp Nou, tras siete victorias consecutivas en la Liga española de fútbol.
Dos empates seguidos en el campeonato doméstico y otro más en la Liga de Campeones europea en apenas siete días hacen pensar en una cierta bajada de tensión, que hoy también coincidió con la ausencia por lesión del brasileño Neymar.
Pese al nuevo tropiezo, el Barcelona conserva la cima de la Liga con 35 puntos. Pero el Atlético de Madrid podría iguarlo mañana, si se impone al Athletic de Bilbao. También el Real Madrid, de superar al exigente Villarreal, podría dejar en dos las cinco unidades de diferencia que ahora le separan de los azulgrana.
«Estamos un poco decepcionados porque todos queríamos ganar este partido y presentarnos con más ventaja sobre nuestros perseguidores en la Liga, pero esto tiene que servir para aprender», afirmó hoy Luis Enrique, entrenador del Barcelona.
En la víspera, el técnico español había advertido del peligro del Deportivo, que en la última jornada de la pasada campaña ya salvó la categoría volteando un 2-0 en el Camp Nou. Con ese recuerdo, Luis Enrique había invitado a sus hombres a «hacer los deberes» para marchar más tranquilos y reforzados a Japón.
Pero el aviso no acabó de surtir efecto por una mezcla de torpeza y exceso de confianza final de sus hombres. Durante 75 minutos, el Barcelona sufrió para superar a un Deportivo que lo sorprendió tácticamente.
La casi perfecta telaraña defensiva tejida por Víctor Sánchez tenía en el otro lado de la cancha a tres hombres descolgados, tapando a los centrales del Barcelona y a Sergio Busquets, y preparados para armar la contra si se daba la oportunidad.
Los galletos tuvieron sólo una durante los primeros 45 minutos, que fueron de dominio intermitente y poco efectivo de los azulgrana.
Sin apenas ocasiones que contar, más allá de la inicial fallada por el uruguayo Luis Suárez, el Barcelona desencalló el partido justo antes de la pausa con una genialidad del argentino Lionel Messi.
En una falta directa, desde la frontal del área, el 10 azulgrana limpió la escuadra defendida por el argentino Germán Lux con una curva perfecta.
El panorama pareció despejarse para el Barcelona, que resistió bien el empuje del Deportivo a la vuelta del descanso y, con apenas juego que celebrar, aumentó su ventaja en el 62′ con un derechazo lejano de Rakitic que entró ajustado al palo.
El 2-0 alivió a la hinchada azulgrana, confiada ya en que la historia de la temporada pasada frente a los gallegos no se repetiría. Y hasta Luis Enrique movió el banco, seguro tal vez de que ya podía empezar a pensar en el Mundial de Japón. Craso error.
«Esperaba otra cosa de los cambios y de otros aspectos, así que me lo apunto; es responsabilidad absoluta del entrenador», asumió el técnico del Barcelona.
El Deportivo siempre creyó que voltear un 2-0 era de nuevo posible. Tuvo razón: 15 erráticos minutos de despiste azulgrana le bastaron para obrar de nuevo la gesta.
Lucas Pérez ridiculizó al recién ingresado Jéremy Mathieu y le ganó el mano a mano al chileno Claudio Bravo para recortar distancias en el 2-1.
Diez minutos después, Álex Bergantiños aprovechó el segundo error de bulto de Sergio Busquets para culminar con un disparo cruzado un balón perdido por el mediocampista azulgrana en la medular.
Al borde de la conclusión, como en la pasada fecha, el Barcelona veía volar dos puntos, los primeros que cedió en el Camp Nou esta temporada.
«Teníamos el partido totalmente controlado, pero después del 2-1 cometimos unos errores y unas pérdidas ridículas y hemos penalizado muchísimo», resumió, visiblemente decepcionado Luis Enrique, tras calificar el empate de «injusto».
Lo fuera o no, lo cierto es que su equipo dejó escapar cuatro puntos en la última semana y, cuando regrese de Japón, la cima de la Liga puede tener otro color.