Barcelona/dpa
Perdió la corona del fútbol español en la última fecha y, en la Liga de Campeones europea, su histórica remontada por 6-1 ante el Paris Saint-Germain sólo le sirvió para morir de nuevo en cuartos. Con una de las mejores versiones de Lionel Messi, al Barcelona, esta campaña, no le alcanzó.
Con la temporada tocando a su fin, los 53 goles del astro argentino en todas las competiciones y los 109 del tridente que compone junto al brasileño Neymar (20) y al uruguayo Luis Suárez (36) no fueron suficientes para que los azulgrana revalidaran su título de Liga. Tampoco para que volvieran a reinar en el panorama continental.
Queda aún la Copa del Rey. Y el Barcelona aparece como favorito para quedarse con el trofeo que el 27 de mayo disputará frente al Alavés. Pero ni siquiera su conquista parecería botín suficiente para la “mejor plantilla” que nunca tuvo Luis Enrique.
Así la calificó el entrenador azulgrana en el inicio de campaña, cuando todos los objetivos estaban al alcance de un equipo que, desde el año 2000, ganó 29 trofeos mayores.
Nueve meses después de aquella afirmación, el técnico español abandonará el banco del Barcelona con la constatación de que se equivocó cuando emitió la sentencia.
Salvo el francés Samuel Umtiti, el acierto de la temporada, ninguno de los fichajes estuvo a la altura de lo que se esperaba.
Paco Alcácer decepcionó. El portugués André Gomes tuvo un rendimiento irregular. El francés Lucas Digne no estuvo a la altura. Y el joven Denis Suárez no consiguió demostrar el talento que se le supone.
La pobrísima aportación del turco Arda Turan, las graves roturas de Rafinha y del revitalizado Aleix Vidal y las numerosas lesiones del mágico Andrés Iniesta tampoco contribuyeron a afirmar a un equipo que no logró disminuir su dependencia de su fabuloso tridente ofensivo.
La enésima reinvención de Messi sirvió para que el astro argentino presentara candidatura al Balón de Oro que ya levantó en cinco ocasiones. Pero no para reeditar los triunfos finales y replicar el fútbol que en el pasado reciente convirtió al Barcelona en el equipo más admirado del mundo.
Más allá de las decisivas actuaciones del 10, que siguió maravillando con su inagotable repertorio, a los azulgrana les faltaron armas y juego para superar a la sólida Juventus en los cuartos de final de la Champions. Y tal vez cierto punto de ambición cuando, pudiendo poner la Liga muy a su favor, cayeron inesperadamente en la cancha del Deportivo de La Coruña (27ª fecha) y en la del Málaga (31ª).
En la competición doméstica, los de Luis Enrique mantuvieron vivas sus esperanzas de llevarse su tercer campeonato consecutivo hasta la última fecha. Pero dependiendo de un Real Madrid que, tras caer ante los azulgrana en el Santiago Bernabéu, aceleró hacia el título de manera incontestable.
Zinedine Zidane, el entrenador blanco, contó en el banco con todos los recambios que Luis Enrique echó de menos. Y eso no hizo sino evidenciar lo mucho que tendrá que extender la chequera la directiva del Barcelona de cara a la próxima temporada.
Al margen de un nuevo técnico, el club azulgrana tendrá que ver si encuentra un lateral derecho que cubra, al fin, el vacío dejado por el añorado Dani Alves; otro defensa que siga rejuveneciendo el centro de la zaga; y un par de mediocampistas que releven con garantías al veterano Iniesta y al híper utilizado Sergio Busquets.
Eso, si el próximo entrenador azulgrana no reclama un suplente de más peso para el arquero Marc André Ter Stegen y un delantero con más pólvora que Alcácer para cuando Suárez o Neymar descansen.
A todo ello, habrá que sumar la operación más importante de cuantas acometerá la dirigencia del Barcelona: la renovación de Messi.
A punto de concluir una pobre campaña en títulos, la junta azulgrana tiene mucho y muy exigente trabajo por delante. Su inconformista hinchada le reclama que arme un equipo que vuelva a reinar en España y en Europa, y sobre el revitalizado Real Madrid.