Barcelona/dpa
El Barcelona sumó hoy su tercera derrota consecutiva en la Liga española de fútbol al perder en su campo 2-1 ante el Valencia y puso el torneo al rojo vivo a cinco jornadas del final.
El conjunto azulgrana dilapidó su inmensa renta y ya tiene al Atlético de Madrid igualado a 76 puntos y el Real Madrid a sólo uno. Lo impensado ocurrió después de que el campeón sumara apenas un punto de los últimos 12 en juego.
El Barcelona evidenció ante el Valencia que atraviesa una crisis que ya no puede disimular. Si el miércoles quedó eliminado de la Liga de Campeones, ed hoy enterró toda su ventaja y sólo le sostiene en el liderato la mejor diferencia de goles con el Atlético. Además, parece haberle abandonado la suerte, como ocurrió ante el Valencia.
La primera parte mostró un marcador difícil de imaginar atendiendo a lo que fue el juego. El Barcelona tuvo no menos de seis ocasiones clarísimas y el Valencia embocó todo lo que tuvo. Por eso, y entre la cara de perplejidad de todo el Camp Nou, se marchó al descanso con dos goles de ventaja.
La realidad es que el conjunto de Luis Enrique hizo mucho por dejar atrás su crisis. Salió con brío y fases de buen juego, en las que recordó lo que fue, pero confirmó que tiene la efectividad de vacaciones.
En este sentido, la famosa «MSN» volvió a realizar en esta primera parte un ejercicio de ineficacia. Luis Suárez, Neymar y Messi se empeñaron en regalar cada oportunidad -varias clamorosas- que tuvieron en sus botas y el arquero brasileño Diego Alves realizó varias intervenciones heroicas.
Lo que también quedó demostrado es que el Barcelona tiene mandíbula de cristal. Con muy poco se va al piso, con casi nada le marcan. A los 27 minutos, Ivan Rakitic se marcó un autogol después de tapar tarde una progresión de Siqueira. Este Barcelona no tiene ni fortuna.
Más llamativo fue lo que ocurrió en el último minuto de la primera parte. El Valencia se puso el disfraz de lo que antaño fue el Barcelona y forjó una interminable cadena de pases que concluyó con una asistencia de Dani Parejo para que Santi Mina anotara con un disparo lleno de clase. El Camp Nou enmudeció y los sudores fríos se apoderaron de cancha y grada.
El Barcelona se fue con todo arriba en la segunda parte a costa de dejar espacios atrás, pero es lo que exigía el partido y la crisis. Con el Valencia muy atrás, aunque sin renunciar al contraataque, el conjunto azulgrana transformó el dominio en asedio.
El marcador se apretó a los 64 minutos con el gol de Messi. Jordi Alba progresó por la banda izquierda, pisó área, envió el centro atrás y Messi anotó el que fue el gol 500 de su carrera. La emoción estaba servida.
El Barcelona se fue hacia un ataque total, aunque desprovisto de sus clásicas señas de identidad. No tuvo demasiado orden, ni un plan más o menos ortodoxo, sino que acumuló jugadores. Le faltó desborde individual, por ejemplo en el caso de Neymar, desquiciado siempre.
Los minutos se marcharon, de nuevo con Alves como gran salvador del Valencia -un equipo nada protagonista en esta Liga- a cambio de frustrar al Camp Nou, que no se pudo creer la última ocasión que desperdició Piqué, la enésima.
El partido acabó entre la desesperación y la perplejidad azulgrana. El Barcelona está en crisis y la Liga se puso al rojo.